El Regreso Del Demonio

17. END

Natsu

Luego de aquella frase, se extiende un silencio cargado de tensión. Mi mente trabaja a toda marcha para intentar pensar en qué demonios debo hacer ahora.

—¿Estás seguro de lo que dices? — pregunta Lucy, y se ve más que aterrada por la idea. Se nota que intenta ocultarlo, pero fracasa terriblemente, en especial porque puedo notar que al menos la mano que sigo sosteniendo no deja de temblar, y sus rodillas están a punto de ceder. —¿Qué te hace pensar eso?

—Yo... — contesto casi en piloto automático. Siento que mi mente está en un lugar muy lejano al que estoy en realidad. —Tengo una especie de conexión con él. Y, considerando que no estaba enojado, ni hubo alguna otra cosa que pudiera causar lo de antes, además que no puedo regresar a mi forma humana, es la única explicación posible. Es extraño, pero de alguna forma puedo sentirlo— hago una pausa corta. —Lucy, estoy completamente seguro. No lo diría si no fuera así.

Aprieto con más fuerza su mano, sin tener muy claro cuál de los dos es el que está temblando ahora. Momentos después, me suelta solo para rodearme con sus brazos y hundir su cara en mi pecho. Al comienzo me toma desprevenido, pero no tardo en corresponder el gesto, poniendo una mano en su cintura, mientras que con la otra acaricio su cabello de forma lenta y suave.

—¿Qué vas a hacer? — pregunta sin moverse, con un tono inestable que jamás le había escuchado.

—No tengo idea— me sincero. —Lo único que tengo seguro es que no permitiré que te lastimes. Te prometo que voy a protegerte con mi vida, no me importa si debo enfrentarme al mismo Zeref si eso significa que estarás a salvo— prometo antes de levantar su rostro y darle un beso en la frente. —Encontraremos la forma de que esto termine bien, ¿sí?

Lucy intenta sonreír, y asiente con la cabeza. Sé que está asustada, y tiene toda la razón por estarlo. A partir de ahora no se sabe lo que pueda pasar, nadie puede predecirlo. Puede que ganemos, pero hay una gran probabilidad de que no sea así.

En lo que tardamos en regresar a la ciudad que, de hecho, es mucho más de lo que esperaba, hago todo lo posible por subirle el ánimo y evadir el tema. Sin querer, he terminado confesándole cosas bastante vergonzosas, que no me hubiera atrevido a decir antes, pero que cumplen con el objetivo, al menos a simple vista, conseguí apartar los malos pensamientos de su mente. Por otro lado, también aproveché para preguntarle sobre mis ojos, al parecer volvieron a la normalidad desde el beso, pero no es la primera vez que sucede, y la verdad me extraña bastante, no tenía idea de esto, pero Lucy no había dicho nada, pensando que yo era consciente de lo que pasaba.

En cuanto nos reunimos con Happy, no dejó de hacer comentarios burlones sobre nosotros siendo una pareja, pero su actitud da un giro de ciento ochenta grados cuando le menciono lo de Zeref, con lo cual, queda prácticamente petrificado en su lugar, reconoce la gravedad de la situación.

Es evidente que el trabajo que planeábamos hacer no podría haberse vuelto más irrelevante, debemos regresar a Magnolia lo antes posible. Para esto, el camino más rápido es el aire. Me da igual que estemos a plena luz del día, ya no me importa que me vean, no cuando todo podría irse al caño en menos de veinticuatro horas. Happy no sería capaz de aceptarlo, pero le cuesta seguirme el ritmo, además que comienza a notarse su cansancio luego de media hora de viaje, así que no digo nada y lo cargo a él también, dejando que descanse sobre mi cabeza mientras llevo a Lucy entre los brazos.

Para cuando consigo ver la ciudad a lo lejos, ya ha anochecido. Y sin pensarlo mucho, me dirijo hacia la casa de Lucy. Ya estando allí, los tres quedamos en completo silencio, o bueno, al menos ellos dos. Yo, por mi parte, no puedo dejar de caminar de un lado a otro como un animal enjaulado mientras me muerdo las uñas, o más bien, garras, intentando encontrar la mejor solución a lo que está pasando. No hace falta ser muy observador para darse cuenta de que soy el más ansioso aquí.