23. Final

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Natsu

Esta vez sí me detengo por completo al igual que Gray. Solo queda el eco de aquellas palabras para llenar el silencio que tardo algunos segundos en atreverme a romper.

—¿Por qué me dices esto? — pregunto con la voz enronquecida, manteniendo la vista al frente.

—Creí que merecías saberlo— responde en un tono serio y pasan varios segundos antes de que continúe. —Aún no he decidido si lo haré.

Me obligo a voltear a verlo, algo confundido por su actitud, claramente había dicho frente a todos que lo haría.

—¿Y de qué depende esa decisión?

Piensa un poco antes de responder: —Depende de lo que hagas hoy. Si demuestras que eres más que un demonio de Zeref como dices, si no vuelves a perder el control, si en verdad nos ayudas con todo tu poder, entonces te dejaré vivir y ayudaré a que el castigo que tengas no sea tan duro. En resumen, solo depende de ti. Aunque para ser sincero, espero que hayas dicho la verdad desde el inicio— hace una larga pausa antes de seguir caminando, pasando frente a mí. Sin detenerse o voltear, continúa en un tono que apenas logro escuchar. —Odiaría tener que matar a mi mejor amigo.

Por un momento creo que escuché mal. ¿En verdad dijo lo que creo que dijo?

—¿Qué estás esperando? No puedo dejar que te alejes demasiado— dice a algunos metros de distancia.

—Ya voy— respondo algunos segundos después. Es hasta que abro la boca que me doy cuenta de la sonrisa que he formado involuntariamente, una amplia y sin un solo rastro de tristeza, igual que la que solía tener todo el tiempo. Él será un idiota, y puede que nos peleáramos todo el tiempo, pero en el fondo siempre fue mi mejor amigo. Me llena de una felicidad indescriptible que aún me vea de esa forma.

No tardo en alcanzarlo con unas pocas zancadas antes de seguir a una velocidad más relajada.

—¿Y exactamente cómo funciona este libro? — pregunta luego de algunos minutos, abriendo el objeto mencionado. —¿Puedes leerlo? — continúa, girando la cabeza mientras intenta descifrar una de las páginas.

—Sí, sin problemas—. Es algo curioso, de niño, aprender a leer y escribir me costó más de lo que me gustaría aceptar, pero, por otro lado, es como si estuviera programado para entender este idioma. —En esas páginas está todo sobre mí, así fue como descubrí mi maldición. También está el hechizo que usó Zeref para traerme de nuevo a la vida y ligar mi alma al libro, al igual que la serie de palabras que debía pronunciar para despertar mis recuerdos y poder demoníaco.

—Hay muchas páginas en blanco— menciona, pasando las hojas.

—Es porque se sigue escribiendo—. Me mira confundido, así que me acerco para enseñarle a lo que me refiero. Al principio aparta el libro de mi alcance, pero luego de pensarlo unos segundos vuelve a su actitud relajada y lo acerca. Voy a la última página en la que veo escrito algo y espero a que comiencen a aparecer letras, lo cual ocurre luego de algunos momentos. —Todo lo que hago queda registrado aquí. Supongo que mi tiempo se acaba cuando terminen las páginas.

—¿Y cuánto tiempo es eso?

—Si no me fallan los cálculos, de diez a doce años—. Cuando me escucha, baja la mirada antes de cerrar el libro y volver a guardarlo. —No pongas esa cara, me hice a la idea hace mucho— digo porque es cierto. Literalmente tengo los días contados y nada puede cambiar eso. Además, estar vivo en este momento ya es ganancia, debí haber muerto hace más de cuatrocientos años.

Luego de esto, se instala un prolongado silencio, eso hasta que nos topamos con Jackal. Al principio tiene una actitud burlona y arrogante, sin embargo, solo me hace falta un golpe para dejarlo fuera de combate. En realidad, no veo la necesidad de matarlo y al parecer Gray tampoco, así que solo lo dejamos inconsciente e inmovilizado con lo que teníamos a la mano.

El Regreso Del DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora