Capítulo 10. El derrumbe

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Adele acompañaba a Steve, iban de regreso al pueblo, habían tardado un día en llegar a Autbrey, ahora tendrían que ir por las puertas del bosque hasta llegar al charco. Entre ellos había un poco de incomodidad, ni uno imaginó este día, Pero Michael sí,  El mago rebelde sentía que Steve encontraría a su maestra en cualquier momento.

Adele miró de reojo a Steve y le preguntó:

— ¿Quién te enseñó a controlarla?

— Es un amigo mío y se llama Michael.

Adele repitió en su mente el nombre.

— ¿Sabías que su profesora también se llama Adele? ¡Qué coincidencia! ¿No crees? —dijo Steve.

Adele se detuvo.

— Steve, creo que conozco a ese tal Michael.

Esto sí que es magia, magia de la buena. Steve casi sufre un desmayo, ya es suficiente, esto no lo puede explicar, está sensación, se siente estúpidamente genial por ser el hijo de la maestra de Michael, ¡De Michael! ¡El gran Michael!

— Michael me ha contado que res la mejor maestra de este reino — dijo Steve temblando, su emoción lo está aplastando.

Seis horas después. Cuando llegaron sintieron que algo estaba mal, siguieron adentrándose en el bosque, el charco se acercó y los llevó a su objetivo. El bosque mágico estaba cansado completamente diferente, dragónes heridos, algunos muertos, los cuerpo de los caballeros de Calev.

Steve se imaginaba lo peor. Michael, dónde está Michael.

Siguieron caminando y se encontraron con lo que debería ser el pueblo donde Steve había entrenado muy duro, el lugar donde leyó, practicó, sangró, sufrió y se convirtió en mago. Adele estaba quieta viendo a su alrededor con gran asombro. Paso a paso de acercaba a los cuerpos de los magos, y entre ellos estaba lo que parecía ser la toga de Michael.

Steve volteó el cuerpo para reconocerlo, y no se había equivocado, una herida se habría en su pecho, era la única forma de explicar su dolor; una herida mortal.

El rostro frío de Michael, los párpados juntos, tenía un agujero en su atuendo por el cual escapaba sangre. Steve no aguantó y gritó, las aves de alas azules volaron asustadas por el ruido ensordecedor. Adele seguía quieta, tenía que dejar a Steve liberar su odio, el grito no se detenía, los árboles comenzaron a levitar, y luego a girar bruscamente. Adele se apresuró a calmar a Steve.

— ¡Hijo, detente!

Las uñas de Steve excavaban en la piel de Michael. Los árboles seguían girando en el aire, algunas de las aves han sido golpeadas por estos.

Steve se dió vuelta e hizo que los árboles cayeran como meteoritos, el chico jadeaba de rodillas inclinado hacia el cuerpo de Michael. Adele asustada se acercó a Steve y lo hizo dormir con el mismo hechizo que Michael usó contra el dragón hace meses.

— Steve... Eres peligroso — dijo Adele intentando no llorar.

La piedra morada cayó en la hierba, pero Adele no se percató de ello. Nath saltaba de rama en rama y fue hacia el cuerpo de Michael, Adele se quedó viendo al animal, como mordía su toga, como lamía la sangre. Adele se llevó a Steve del pueblo.

La piedra morada, estaba en medio del pueblo, sola nuevamente.

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Los integrantes regresaron heridos, y cargaban consigo algunos caballeros de Calev que podrían recuperarse, tenían cortes profundos, pero existían posibilidades, pero los que se quedaron presentaban la mayoría de huesos rotos, hemorragias, quemaduras y cortes.

Edward ayudaba a Arthur, este estaba completamente mal, tenía que ser atendido urgentemente por alguien, estaba a punto de desmayarse, si el resto de integrantes no hubiera llegado a tiempo para ayudarlo, El mago lo  hubiera matado sin duda.

Walter ya había terminado con la vida del mago, pero seguía sintiéndose terrible, no quería seguir, ya habían acabado.

Ashton sentía dolor, habían hecho mucho esfuerzo, aunque no hubiera ayudado mucho en esa guerra, pero gracias a él muchos no murieron.

Edward recuerda lo que dijo el mago antes de morir, Arthur es un mago, esto lo está matando por dentro, lo más razonable era pensar que lo dijo solo para perjudicar al grupo, pero si fuera cierto, no, no podía ser cierto, pero viene que hablar de cualquier forma con Arthur.

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