Las Recuperaré ➸ Sergi Roberto

Cap N°5

Narra Catalina.

El concierto en Madrid había sido todo un éxito, como la mayoría de mis conciertos.

Me encontraba en el aeropuerto apunto de abordar mi jet privado.

Reí al ver cómo Antoine miraba a Mar.

- En la final del mundial me dijiste "Tu amiga, la hermana de Iván, es muy guapa" y pues te la e traído.- sonreí con Anais en brazos.

- Gracias, gracias.- rió y abrazó a Mar por la cintura.

- Cuidamelo mucho.- le advertí a la pequeña Rakitic.

- Si amiga, claro que si.- me dio una cálida sonrisa y acaricio la mejilla de mi francés favorito.

- Señorita Catalina, su avión ya está listo.- apareció mi guarda espaldas.

- Vale Dan, ya vamos.- sonreí y me despedí de los chicos.

Anais hizo un puchero y estiró sus brazos hacía Grizzi, el cuál la cargó.

- Cuidate mucho, mi pequeña princesa.- esté le dejo un beso en la mejilla.

- Te quiero mucho, padrino.- murmuró Anais.

Mi hija quería mucho a Anto, ya que a sido cómo su imagen paterna desde pequeña. Antoine me apoyó cuándo nadie más lo hizo, incluso cuándo mis hermanos me dieron la espalda al saber que estaba embarazada.

- Vamos peque, ya nos debemos ir a Alemania.- acaricie su cabeza.

- ¡Ño!.- se quejó y escondió su cabeza en el cuello de Anto.

Esté sólo suspiró y la bajo para luego ponerse a su altura.

- Debes ir con mami, pequeña. Aparte irás a Alemania, a ti te encanta la comida Alemana.- habló mi mejor amigo intentando consolar a mi hija.

- Pero me gusta más estar contigo, tío Grizzi.- habló tristemente.

Automáticamente una sonrisa se formó en los labios de Antoine.

Odiaba darle está vida a Anais y que por mi culpa no pueda pasar mucho tiempo con las personas que ambas queremos. Pero yo no iba a dejar a mi hija sola, por eso prefiero llevarla siempre conmigo.

- Mira, te traje algo para que te lleves y ya no me extrañes tanto.- metió la mano en su bolsillo y sacó su medalla que acreditaba que es uno de los Campeones del mundo para luego ponerla en el cuello de Anais.

- ¡Ahh muchas gracias!.- dio pequeños saltitos de emoción, su carita de pena ya había desaparecido y ahora era decorada con una sonrisa.

Abracé a Anto.

- ¿Estás seguro de dársela?.- susurre en su oído.

- Es una copia exacta de la verdadera medalla.- rió suavemente en mi cuello.

- Gracias por todo, idiota.- acaricie su espalda.

- No es nada, ma fille.- sonrió y nos separamos.

Una vez en el avión Anais se durmió y yo me quedé revisando mis redes sociales.

Me llevé una sorpresa al ver la llegada de un mensaje, aún más al leer de quién era.

Nota: Aquí el quinto capítulo, esperó que les guste. No lo olviden votar y comentar. Gracias ❤.