𝗚𝗔𝗡𝗚 𝗟𝗢𝗩𝗘

14: Infierno

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Verónica estaba llorando fuera del tráiler de Jughead, ella no sabía qué había pasado para que dijera todas esas cosas de Betty.

No eran verdad.

Quizás sí, Betty era una escort de alto precio para los jefes de la mafia pero ella igual. Y sabía la vida de mierda por la que había tenido que pasar pero ella era solo una niña asustada.

— Perdóname. —pidió Ronnie al pelirrojo frente a ella. — Nunca fue personal, solo era trabajo.

— ¿Qué me estuviste poniendo en el café? —preguntó Archie aún molesto y dolido.

— JJG. —contestó. — Tiene una peligrosa reacción negativa ante la droga Serpiente que te inyectas.

— ¿Quien te mandó a matarme? —preguntó Archie.

— Fred Andrews, tu padre. —Ronnie sacó de su bolsillo una foto doblada y maltratada y se la tendió.

— Éste no es mi padre. —aseguró Archie al ver la foto.

— ¿Qué?

— Que él no es mi padre, mi padre murió hace años. —dijo Archie.

— Eso no...

— ¡Jughead, espérate! —escucharon el grito de Betty, que salía tras Jughead.

— ¡Está muerto! —gritó el castaño caminando fuera del tráiler, sin importarle las súplicas de Betty.

— Espera, no hagas una locura...

— Ven aquí. —Jughead la jaló del brazo y la metió al tráiler algo brusco, después la encerró, cerrando con seguro.

— ¡Jug, espera! —pidió Betty a gritos, pegándole a la puerta. — ¡No, te va a hacer daño!

— ¿Por qué la encerraste? —preguntó Ronnie con preocupación.

— Porque no quiero que vea cuando mate a ese imbécil. —dijo Jughead, apretando los puños de la ira que tenía.

— Jug, cálmate. —pidió Archie. — ¿Qué pasó?

— Pasa que voy a matar al puto misógino que lastimó a mi Betty. —aseguró Jughead dirigiéndose hacia un tráiler en específico. 

— Hey, espera. —Archie lo paró. — ¿Quién fue?

— ¡Eso no importa! —gritó. — Solo importa tener su asquerosa sangre manchando mi navaja.

— ¡Jug, por favor! —seguía gritando la voz de Betty, golpeando la puerta. — ¡Déjame salir!

— Jughead, sé que estás molesto pero tienes que tranquilizarte y pensar con la cabeza fría. —dijo Archie, tomándolo de los hombros. — Hermano, no puedes ir y apuñalar a uno de los tuyos frente a todos.

— ¡Claro que puedo!

— ¡Jughead, entiende! —medio gritó Archie. — Estarías violando el código Serpiente, no puedes hacerlo a plena luz del día... Espera a la noche, reuniré a los demás y entonces lo haremos pagar.

— ¡Es que tú no entiendes, Archie! —gritó el castaño, con un coraje inmenso en todo su ser. — ¡Ese hijo de puta lastimó a Betty! ¡Era solo una niña!

— Entiendo, pero por favor calma. —dijo el pelirrojo. — Ve con ella, si la amas ve con ella y cálmate. Te juro que él sufrirá un Infierno pero no ahora.

— ¡Jughead! —seguía gritando la rubia, golpeando la puerta.

— Está bien. —Jughead dijo a Archie, guardando la navaja en su bolsillo. — Pero a la medianoche quiero a las Serpientes más leales frente a ese puto tráiler.