19: La muerte viene para todos nosotros

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Un año después...

La rubia de ojos verdes traía una forzada sonrisa, mientras se restregaba descaradamente contra un tubo de metal, casi desnuda y con todos los expectantes gritándole asquerosidades.

Todos veían como bailaba aquella chica, vestida en una lencería negra y moviendo sus cuevas lentamente como la Diosa que era.

— ¿Cómo la ven? Es hermosa, ¿cierto? —Malachai gritó a la multitud de hombres, todos vitorearon. — Pero que su belleza no los engañe, ella es más peligrosa de lo que aparenta... Una niña buena que en realidad es una perra cuando la ponen de rodillas.

Betty, mordió su labio y aguantándose las ganas de pegarle un rodillazo en los testículos y siguió bailando para todo la misoginia que le gritaba obscenidades.

Después de un rato, terminó de bailar y la morena de cabello negro subió para cubrir su turno mientras ella descansaba. Bajó del escenario, y fue escoltada por Malachai hacia el sótano en donde descansaba a veces.

— Estuviste brillante, como siempre. —Malachai le susurró al oído, antes de pegarle una palmada que la hizo saltar.

— ¿Ya puedo ir a descansar? —preguntó Betty de mal humor, tomando la botella de su mano y empinándosela. — Me duele todo.

— Lo sé, muñeca, yo sé que trabajas muy duro. —Malachai murmuró. — Sin embargo hay un cliente ahí adentro que pagó muchos millones por una noche contigo.

— Muérete, Malachai. —escupió Betty, después volvió a tomar de la botella. — No me das ni un jodido descanso, y ya me cansé de todos los hijos de puta que me toquetean.

— Es tu trabajo, mi amor. —Malachai susurró lascivamente, acariciando su cuello. — Aunque puedo darte un breve descanso... Contigo debajo de mí.

— Que asco. —Betty espetó, alejándose de él.

— ¡Deja de ser tan perra, Betty! —Malachai la golpeó, con la mano abierta y haciéndola tambalear. — ¡¿Sabes qué?! ¡Que el cabrón de allí adentro se espere, porque necesitas ser castigada!

— ¡Mátame si quieres, hijo de puta! ¡Ya no me importa lo que me hagas! —gritó Betty, con las lágrimas resbalando por sus mejillas.

— ¡¿Por qué tan valiente, muñeca?! —Malachai gritó, rió y la jaló del cabello mientras la empujaba hacia el cuarto de al lado.

Betty forcejeaba y forcejeaba, con el corazón roto y llorando mares, cuando Malachai la empujó en la cama y empezó a desabrocharse el cinturón.

— ¡¿Quién te dio coraje, eh Betty?! —gritó, enrollando su cinturón mientras reía. — ¿Aún te afecta la  muerte de Jones? ¡¿Aún te duele, perra?!

Betty no dijo nada, cubriendo su rostro lleno de lágrimas contra la cama mientras Malachai comenzaba a pegarle con el cinturón de cuero.

Los golpes no parecían ser lo que le dolían, más bien la mención del castaño y el como Malachai había acabado con él.

*
Betty estaba encerrada, sin comer y mirando por la ventana la lluvia caer, pues el clima era horrible. Ella aún creía que Jughead iría por ella y por su V, pero con cada día que pasaba más perdía la esperanza.

— Betty, mi amor. —Malachai entró por la puerta, con una caja de regalo en las manos. — ¿Estás despierta?

— Por favor, por favor. —Betty corrió hacia él y se arrodilló suplicando. — Déjame llamarlo, solo una llamada para decirle que lo amo y seré tuya... Me quedaré siempre a tu lado pero necesito escuchar su voz.

𝗚𝗔𝗡𝗚 𝗟𝗢𝗩𝗘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora