23: Una carrera sin reglas

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La rubia suspiró, mirando la tétrica y gran puerta de metal de la bodega en la que Malachai, el dueño de cada una de sus pesadillas, la había citado exactamente a las 4 de la tarde de ese Jueves. Jughead no había estado de acuerdo en que Betty fuera sola al lugar, pero las ordenes habían sido específicas y no quería poner en peligro a su mejor amiga. Por lo que no le quedó de otra. 

Aún así, Betty estaba armada, y tenía un micrófono pegado a su sostén, por el que Sweet Pea, Cheryl y Jughead escuchaban todo lo que ella. Y Betty traía sus navajas.

— Cuatro en punto. —Cheryl le habló por el comunicador, bastante impaciente pues era su novia quien estaba en la punta del iceberg y cada segundo era valioso. — ¿No debería de haber llegado ya aquel hijo de puta?

— Justamente la puerta de la bodega se está abriendo. —Betty dijo asintiendo, mirando la puerta subir para revelar a Malachai de a poco. — Deséenme suerte.

Y entonces, la rubia que había vuelto a usar con total orgullo sus distintas perforaciones y ropa de color negro, caminó con tranquilidad hacia el hombre despreciable. Sonriendo cuando llegó hacia él.

— Betty, estás exquisita como siempre. —Malachai sonrió, mirándola de esa forma tan asquerosa que le causaba náuseas. — ¿En dónde dejaste a tu querido Jones?

— Dijiste que viniera sola, y aquí me tienes. —dijo simplemente, con desinterés y portándose fría y distante. — Ahora estoy aquí para negociar la vida de Toni y Archie.

— Toma asiento. —el moreno pidió, sentándose en un lujoso sofá que no encajaba con el lugar. Betty se sentó frente a él y se sintió nerviosa cuando la puerta comenzó a cerrarse. — Ahora, dime tu trato.

— Una carrera. —soltó, Malachai rió con gruesas carcajadas. 

— ¿Crees que soy tan estúpido como para correr contra ti, perra? —negó entre risas, acompañado de las risas de los demás pandilleros que lo rodeaban para protegerlo. — No, mejor busca algo más.

— Déjame terminar. —Betty bufó. — Jughead y yo corriendo contra ti y el acompañante que desees. De Riverdale hasta Pep Sign y de regreso. Si nosotros ganamos, dejas libre a Toni y a Archie, y tú y los Ghoulies se largaran de aquí.

— ¿Y si yo gano qué?

— Entonces regresaré contigo. —la rubia reunió toda su fuerza y valentía para decir aquello sin vomitar. — Seré la reina que siempre quisiste y volveré a ser una Ghoulie.

— Vaya. —Malachai rió. — Tan solo ayer me rogabas a gritos que dejara de penetrarte y ahora parece que quieres regresar conmigo de nuevo como la zorra que eres.

Betty rechinó los dientes, aguantándose las ganas de darle una buena bofetada al misógino que tenía frente a ella. Aunque también tenía ganas de meterle un golpe en la entrepierna.

— ¿Entonces tenemos un trato? —Betty hizo caso omiso ante sus palabras, y se tragó su miedo, extendiendo su mano.

— Lo tenemos. —Malachai sonrió, apretando su mano para cerrar el trato. — Pero, la carrera será mañana a las 12 a la media noche y cuando gane lo primero que haré será compartirte con todos mis Ghoulies frente a la vista de tu amado Jughead Jones. Y después te obligaré a matarlo.

Betty tragó en seco, sintiendo escalofríos ante lo que había escuchado, pero disfrazando su miedo y mirándolo mal.

— Oh vamos, Betts. —en menos de un segundo, el Ghoulie la agarró fuertemente del cuello, apretando una de sus manos alrededor de su garganta. — No me mires así. Eres mía y tú sabes que siempre va a ser así. ¡Me perteneces! —bramó, apretó su agarre y con la mano abierta le pegó en la mejilla, haciéndola sisear.

𝗚𝗔𝗡𝗚 𝗟𝗢𝗩𝗘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora