𝗚𝗔𝗡𝗚 𝗟𝗢𝗩𝗘

21: En la guerra y en el amor...

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❝ 𝙀𝙣 𝙡𝙖 𝙜𝙪𝙚𝙧𝙧𝙖 𝙮 𝙚𝙣 𝙚𝙡 𝙖𝙢𝙤𝙧 𝙩𝙤𝙙𝙤 𝙨𝙚 𝙫𝙖𝙡𝙚. 𝙈𝙚𝙣𝙤𝙨 𝙖𝙧𝙧𝙖𝙨𝙩𝙧𝙖𝙧𝙨𝙚. 𝙀𝙣 𝙡𝙖 𝙜𝙪𝙚𝙧𝙧𝙖 𝙨𝙚 𝙢𝙪𝙚𝙧𝙚 𝙙𝙚 𝙥𝙞𝙚, 𝙮 𝙚𝙣 𝙚𝙡 𝙖𝙢𝙤𝙧 𝙨𝙚 𝙙𝙞𝙘𝙚 𝙖𝙙𝙞𝙤́𝙨 𝙘𝙤𝙣 𝙙𝙞𝙜𝙣𝙞𝙙𝙖𝙙. ❞

—Mr. Bukowski.

Riverdale hace unos años atrás, no era lo mismo que hoy en día. Y eso lo podía confirmar un joven pelirrojo con guitarra en mano y una sonrisa que emanaba bondad.

Bondad de la que a veces muchos abusaban.

— Can anybody find me somebody to love? Ooh, each morning I get up I die a little. Can barely stand on my feet... —tocaba el chico, aprovechando que en esa parada habían muchos tipos adinerados.

No sabía a dónde se dirigía.
No sabía ni siquiera en dónde estaba.

Y la verdad no le importaba.

No tenía a nadie, y eso significaba que no tenía nada que perder.

— Take a look at yourself, take a look in the mirror and cry, and cry. Lord, what you're doing to me. —continuó, tocando las cuerdas de su vieja guitarra y sonriéndole a la gente. 

Imaginándose que estaba en un escenario, tocando música para millones de personas que coreaban sus letras. Pero, la realidad era otra.

— Idiota. —un chico rubio con camisa azul y un celular de último modelo en la mano, rió con burla. — ¿Puedes parar de hacer ruido, pobretón?

— Lo lamento, pero así me gano la vida. —el pelirrojo dijo, algo tímido y apenado ante el chico. Aunque el rubio no era el único que lo miraba con asco profundo.

— Largo de aquí, vagabundo. —el mismo chico se quejó. — Dame, le haré un favor a la humanidad.

Y sin decir otra palabra, le arrancó la guitarra de las manos y la estrelló en el piso con fuerza, rompiéndola.

— No. —él alcanzó a quejarse, al mirar las cuerdas desbaratadas de la guitarra que era lo único que tenía.

Las personas que estaban ahí esperando el tren, solamente miraron como el chico de cabello rojizo se quedaba de rodillas, mirando su instrumento hecho trizas.

— No me digas que el niño va a llorar. —se burló. — ¿Vas a irte con mami a llorar por tu guitarrita, rojito?

Algunos sintieron pena, otros se rieron como si fuese algo divertido, y los demás se quedaron callados mientras el rubio reía contento.

Pero hubo alguien que no dejó pasar aquel espectáculo cruel que había montado el típico niño de papá.

— Oye. —se escuchó una voz.

El rubio se giró buscando a la persona que lo había llamado, y en vez de eso se encontró con un puño cerrado en el rostro.

— ¡Que mierda, imbécil! —el chico se quejó, tocándose la nariz que sangraba ante el golpe.

— No, ¿que mierda contigo? —el otro chico lo jaló del cabello con molestia notable. Mientras el pelirrojo se quedaba ahí mirando. — ¿Por qué no te metes conmigo, idiota?

— No, eso no es nece-

— Lo es. —interrumpió. — ¿Vas a dejar que estos riquillos te molesten así? Estas inmundicias no saben lo que es el trabajo, lo que cuestan las cosas y lo difícil que es salir adelante.