𝗚𝗔𝗡𝗚 𝗟𝗢𝗩𝗘

18: Perdón

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Verónica lloraba con fuerza mientras Archie la abrazaba e intentaba consolarla, diciéndole palabras lindas e intentando convencerla de que ella era una buena persona. Que la mala y la que tenía el error era Betty.

— Y y-yo no sé por qué me dijo y le dije todo eso. —lloró la pelinegra, envuelta en los brazos del pelirrojo. — Si siempre fuimos inseparables las dos y...
 
— Ya, ya, calma princesita. —pidió, acunándola en sus brazos con cariño y besando su frente. — Betty verá que está en un grave error.

Archie iba a decir más, pero fue interrumpido cuando tiraron la puerta con fuerza y un furioso Jughead Jones entró a la habitación, tomando a la pelinegra del cuello y estrellándola contra la pared.

— ¡Todo esto es tu culpa, maldita perra! —Jughead gritó, aplicando presión en su garganta.

— ¡¿Qué mierda te pasa, Jughead?! —Archie le dio un golpe en la espalda, haciéndolo soltar a Verónica y que corriera tras él, buscando protección.

— ¡Ella fue la que llamó a Malachai! ¡Estoy seguro! —gritó Jughead, señalándola aún mientras se escondía tras Archie. — ¡Y ahora por tu maldita culpa, Betty está con él!

— ¿Verónica? —Archie la llamó, girándose para encarar a la pelinegra. — ¿Es verdad eso?

— Archie, y-yo puedo explicarlo. —tartamudeó Verónica.

— Ella siempre quiso traicionarnos. —dijo Jughead al pelirrojo. — ¡Abre los ojos, Archie! Ella sigue en la palma de Nick St. Clair.

— ¡Yo solo quería ir con mi mamá! —chilló. — ¡Yo no pertenezco aquí! Y ellos me dijeron que si entregaba a Betty, y a ustedes dos... Volvería a New York. A mi hogar... Con mi familia. Con mami y papi.

— ¡¿Cómo puedes llamarle familia a los que te dieron como objeto?! —gritó Jughead molesto. — ¡Betty es la única que se preocupó toda su vida por ti! ¡ERES UNA MALAGRADECIDA!

— Yo... —Verónica empezó a llorar.

— ¡No! —gritó. — Ni siquiera te atrevas a soltar una puta lágrima. Betty va a sufrir mucho al lado de ese desquiciado, quién sabe qué mierda le hará y si logra matarla... —él se acercó a ella y la miró amenazante. —Yo te mato a ti.

Y antes de cualquier otra cosa, Jughead se fue de ahí, dispuesto a mover Cielo, Mar y Tierra para encontrar a Betty.

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Betty por su parte, después de unas horas de camino, aún podía ver la mirada llena de tristeza en Jughead, cuando el auto arrancó y ella se fue con Malachai, lejos de ahí.

Lejos de él.

— ¿Te divertiste, nena? —Malachai preguntó tras aparcar el auto cuando llegaron a su destino.

Movió su mano apretando con demasiada fuerza su pierna descubierta, ya que traía un short de mezclilla.

— Me estás lastimando. —se quejó Betty, viendo como su piel blanca y delicada se empezaba a tornar de un color rojizo o tal vez violeta.

— Contéstame. —exigió Malachai, apretando más fuerte. — Dime si te divertiste, chupándosela a ese hijo de puta.

Betty reprimió un quejido, mordiendo su labio con dolor y negando con la cabeza una y otra vez.

— Por supuesto que te divertiste. —Malachai rió, soltándola y apagando el auto. — Fuiste una perra tan mala, Betty.

Betty no dijo absolutamente nada, sobando el moretón que comenzaba a aparecer en su piel, y optando por ignorar los insultos que salían de su boca.