Hombre Fuerte

1. Volver a verte...

Mi amada People, lo pactado ya esta aquí, cumplí... Espero le den el mismo amor que años atrás😘💕

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Era de conocimiento general que a los Marines no les gustaba estar sin hacer nada. Le dabas un objetivo y ellos lo tomaban con ambas manos, improvisaban lo que hiciera falta, se adaptaban y sufrían lo que tuvieran que sufrir.

El objetivo del capitán Choi era muy simple…abrir un frasco de pepinillos.
El obstáculo…que tenía un hombro vendado, una escayola que le llegaba desde la mano hasta el codo, un montón de puntos de sutura y varios clavos en los huesos de la muñeca.

Un Marine con un solo brazo simplemente no se adaptaba a nada. Y la posibilidad de que aquello durase más tiempo lo tenía continuamente de muy mal humor desde que fue herido en un combate. Quería volver a estar activo en su deber como Marine, quería curarse rápidamente para volver a su compañía con sus camaradas. Quería volver a entrar en acción. Pero ni siquiera podía abrir un pequeño frasco de pepinillos.

La simple tarea se había convertido de repente en la búsqueda del Santo Grial. Ya no tenía fuerza en la mano para sujetar el frasquito. Además, le dolía como el demonio.
Le dolía el hombro, la mano, la muñeca y ahora mismo debíamos agregar el dolor de cabeza. Choi se quitó la pañoleta con la que sujetaba su brazo herido. El simple peso de la escayola sin sujeción era un calvario. Pero, terco y decidido a abrir el maldito frasco de pepinillos, lo sujetó bajo el brazo apretándolo contra su costado, y con la mano buena quitó la tapa. El líquido saltó del frasco, mojando y manchando su pantalón y dejando además un charco en el suelo. Pero finalmente estaba abierto.

Con una paciencia que en circunstancias normales no tendría, Choi colocó el frasco sobre la encimera. Iba a tardar a lo más media hora en limpiar el suelo. Odiaba estar así. Nunca se había sentido tan inútil en toda su vida.
Supuestamente, era un hombre de guerra, un hombre que dirigía un batallón, que hacía labores de reconocimiento, que arriesgaba su vida. Él no era un inútil. Pero se alegraba de que nadie pudiera verlo en aquel momento y en ese estado.

Entonces sonó el timbre.

Genial.

Testigos de su desgracia.

Choi se lo pensó un momento, pero después del segundo timbre, volvió a colocarse la pañoleta y salió a abrir la puerta. Esperaba que, quien fuera, no lo
molestara demasiado porque no estaba de humor, ni tenía el tiempo de hacerlo.
Tuvo que usar la mano izquierda para abrir y el trabajo que le costó mover el picaporte le recordó que no podía hacer nada sin pensárselo dos veces.
Choi abrió la puerta murmurando unas palabrotas. La última persona a la que esperaba ver en la puerta de su casa era al que pronto sería su ex esposo.

-Hola, Minho.

Taemin.

Como un flash, todo lo que había querido olvidar durante aquel año apareció en su mente. Atacándolo por todos los flancos. Se puso tenso recordando cada vez que lo había tocado, las cosas que habían hecho juntos, entre las sábanas de aquella inmensa cama…y por toda la casa. Un anhelo angustioso lo envolvió, haciéndole recordar cuánto lo extrañaba. Seguía siendo el joven más guapo que había visto en su vida. Igual de sexy, igual de tentador.

Pero ya no era suyo.

-¿Qué demonios haces aquí?

Lo miró de arriba abajo, intentando no fijarse en lo guapo que estaba. Pero no sirvió de nada. Tenía un radar en lo que se refería a Taemin. El pelo castaño recogido enmarcaba su cara, la camiseta verde se ajustaba a su cuerpo como un pecado… ¿Llevaba ese pantalón tan a la cadera sólo para tentarlo, para hacerle ver lo que no podía tener? Siempre le había excitado su estómago plano y aquel pequeño piercing en su ombligo con el que jugaba con su lengua que seguramente aún tenía bajo esa prenda… Dios, Minho tuvo que cambiar de posición porque entre las piernas sentía un dolor insoportable. Y eso lo molestó considerablemente. Porque no podía hacer nada con él.