Hombre Fuerte

8. Jardín

Hola gente, aquí vengo a dejar un capítulo express... Espero lo disfruten y tengan un hermoso fin de semana largo.

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Después de la medianoche, Taemin oyó un extraño ruido… que al poner atención se dio cuenta que era un gemido lleno de agonía. Se levantó rápidamente y fue al dormitorio principal. En la oscuridad, Minho se agitaba en medio de una pesadilla. Se acercó a la cama, llamándolo, temiendo que su agitación hiciera saltar los puntos…

-Minho, tranquilo, no pasa nada. Estás aquí, conmigo cariño.

Pero él no despertaba. Seguía agitándose de un lado a otro, murmurando algo que parecían órdenes. Estaba reviviendo la batalla. Respiraba con dificultad, el rostro contorsionado, los puños apretados. Taemin apoyó una rodilla sobre la cama e intentó despertarlo. Entonces recordó otra ocasión, cuando lo había despertado en medio de una pesadilla y él reaccionó casi tirándose de la cama. Para que no se hiciera daño, se inclinó sobre su oído, susurrando su nombre.

Le dolía tanto verlo así.

-Ming, despierta, ha sido un sueño. Despierta, cariño.

-Mis hombres…

-Están fuera de peligro. Han llegado los refuerzos -dijo él, intentando calmarlo. Minho se arqueó y él le puso una mano en el pecho para sujetarlo. Estaba sudando, un sudor helado-. Ya está, no pasa nada -volvió a hablarle en voz baja.

¿Qué horrores habría sufrido?

-Tae -murmuró él, con los ojos cerrados.

-Estoy aquí, cariño, estoy aquí.

Se tumbó a su lado y, poco a poco, se fue tranquilizando.

-No me dejes, por favor -dijo él, con la voz rota.

A Taemin se le encogió el corazón. De repente, necesitaba abrazarlo, apretarlo contra su pecho. Apoyó la cabeza en el hombro izquierdo, acariciando su cara, sus brazos, esperando hasta que volviera a quedarse dormido. Una sensación de paz lo envolvió entonces. Era una sensación engañosa, por supuesto, y luchó contra el deseo de quedarse allí toda la noche. Cuando estuvo seguro de que había vuelto a dormirse, ya sin pesadillas, volvió a su habitación.

Quería quedarse, pero sabía que a Choi no le habría gustado que él lo hubiera visto así. Sin embargo, eso despertó nuevas preguntas ¿estaba esperando un cambio que no iba a producirse? Él era una persona muy retraída porque había tenido una infancia difícil, yendo de una familia a otra y luego viviendo con un tío a quien no podría haberle importado menos.
Quizá Minho había esperado que lo dejará al poco tiempo de haberse casado y por eso nunca le confió sus sentimientos…Y él lo había hecho, confirmando una vez más sus miedos.

Minho estaba hecho un ogro cuando despertó a la mañana siguiente. Ésa era la razón por la que odiaba tomar pastillas. Era como tener una nube en el cerebro que lo hacía reaccionar con lentitud. Las pesadillas le provocaban la misma reacción, pero la de la noche anterior no había sido tan mala como otras veces. Vagamente, recordaba haber soñado con Taemin, con su voz. Casi había podido sentir su cuerpo apretado contra el suyo.
Minho sacudió la cabeza. Todo era producto de su imaginación. Lo había imaginado porque él estaba allí, tan cerca, tan intocable.

Suspirando, entró en la cocina y se sirvió una taza de café. Entonces oyó un ruido en el jardín. Lee estaba inclinado sobre el cortacésped, poniéndole gasolina. Llevaba un pantalón muy corto que se ajustaba a su poco trasero como un guante y la camiseta amarilla era muy ajustada a su cuerpo.

“Menuda forma de empezar el día”, pensó, intentando controlarse.

Sin hacer ruido, se sentó en el sofá del jardín y puso los pies sobre la mesa. No había razón para enojarlo cuando le estaba ofreciendo una panorámica tan agradable. Quería ayudar, pero sabía que él no le dejaría. Como la noche anterior. Habían estado sentados en la sala, como viejos amigos, viendo una película, sin acercarse demasiado, sin tocar el tema del próximo divorcio. Minho se ponía enfermo de pensarlo, pero permaneció callado, disfrutando de su presencia. Lo había echado tanto de menos y, durante unas horas, era como si nunca se hubiera ido.
Con la taza de café en la mano, lo observó cortar el césped. Llevaba unas botas especiales para jardinear que él le había comprado y una gorra negra. Taemin cortó el césped alrededor de la piscina mientras él admiraba sus piernas y su movimiento de trasero. Había estado tan orgulloso de que fuera su chico… no porque fuera hermoso y guapo sino porque tenía un corazón enorme. Que estuviera con él en aquel momento, a pesar de todo, era la prueba.

Cuando estaba dando la vuelta, lo vio.

-¿Cuándo te has levantado?

-Hace poco. Pero tú llevas mucho rato trabajando, ¿no? -contestó él, señalando las macetas que había en un extremo del jardín.

-He ido al supermercado y se me ha ocurrido que en el jardín necesitaba un cambio flores. No te importa, ¿verdad?

-Claro que no. Fue mi responsabilidad que se secarán las que habían. Y deja de preguntarme esas cosas, también es tu casa.

-No, ya no lo es.

-Sí lo es, Lee.

-¿Significa eso que puedo hacerme un fuerte en el cuarto de baño?

-¡De eso nada!

Sonriendo, Taemin apagó el cortacésped.

-¿Cómo te encuentras?

-Estupendamente -contestó él, levantándose.

-Siéntate.

-Estoy harto de estar sentado todo el día, estoy harto de no hacer nada.

-Qué pena. Ponte a jugar con un vídeo juego.

-¿Con una sola mano?

-Haz solitarios.

-No, me aburro.

-Lee algún libro.

-Más tarde.

-¿Puedo ayudarte en algo?

-No -contestó él.

-Entonces, siéntate y toma un poco el sol -dijo Lee, colocando una hamaca en medio del jardín.

-¿Estás saliendo con alguien? -preguntó Minho entonces, sin poder evitarlo.

-No. ¿Y tú?

-No. Si tú estás aquí, no ha aparecido…

-Eres un idiota Choi. No me extraña.

-No estoy saliendo con nadie, Taemin. Nunca saldré con otra persona.

Él se quedó parado. Nunca le había dicho algo así. ¿Qué podía contestar?...

"¿Gracias? Me alegra saberlo".
"Si no piensas salir con nadie, ¿por qué no confías en mí?"

Era su marido. En cierto modo, habían compartido todo lo que podían compartir dos personas. Se conocían íntimamente. Que Choi Minho se lo guardará todo para sí mismo era lo que había destrozado su matrimonio.
No dijo nada, pero se acercó a él y le dio un beso en la frente. No podía expresar lo que esa sencilla frase había significado para él.

Pero se sentía inseguro. Se había sentido inseguro cuando se marchó, cuando supo que estaba embarazado de un hijo que él no querría… Mientras estaba tumbado en la cama del hospital, sabía que estaba perdiendo su única conexión con él, que Minho no habría querido un lazo tan fuerte.
Y, si los últimos días eran una indicación, seguía sin querer ese lazo.

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Nos vemos en una próxima actualización, cariños😘💋