11. Claddagh

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Holaaaa, aquí pasaba a saludarles y dejarles un breve capítulo... Cariños y mucho love😉💋

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El equipo de música estaba encendido y Minho apareció por detrás, sin hacer ruido.

-¿Qué tal?

Taemin dio un salto que la silla casi cayó hacia atrás.

-Por favor, no me asustes así -murmuró, llevándose una mano al corazón.

-Lo siento -la disculpa de Minho perdió un poco de fuerza porque estaba sonriendo. Luego se fijó en la máquina de coser-. ¿Estás cosiendo? No te había visto coser, generalmente lo hacía tu madre cuando venía.

-Si son líneas rectas, se me dan más o menos bien.

-¿Qué estás haciendo?

-Es una sujeción para tu brazo. Es más suave que esto -le explicó él, tocando una marca roja que tenía en el cuello-. Como tienes que llevar el brazo sujeto, he pensado que… -Lee se encogió de hombros, sintiéndose un poco tonto-. Es mucho mejor que ponerse un pañuelo de seda. No me parece muy masculino.

-A menos que fuera de camuflaje, claro está -sonrió Choi.

-En el hospital tienen sujeciones de algodón, más suaves. La enfermera Yoona debería haberse encargado de eso.

-Ah, entonces el baño no debió ser tan excitante como yo había pensado -bromeó él, guiñándole un ojo.

-Lo dudo.

Por favor... Se quedaba sin aliento sólo de imaginarlo desnudo, en la bañera. Como si hubiera leído sus pensamientos, la expresión de Minho se volvió más excitante. Inmediatamente, Tae volvió a ponerse a coser. Era su marido y, sin embargo, le parecía como si acabara de conocerlo. Nervioso, lo miró de reojo mientras se sentaba a su lado. Se comportaba de forma diferente. Desde que le quitaron los puntos, parecía más animado. Taemin estaba encantado porque no era nada divertido soportar a Minho de mal humor. Pero aquel hombre lo hacía sentir débil. Pero tenía miedo de que volviera a romperle el corazón. No quería fantasear con volver con él. Pero no podía evitarlo. Cosía a toda velocidad y, cuando terminó, le colocó la nueva sujeción para proteger la piel de su cuello.

Él estiró la cabeza como una tortuga.

-Es estupendo. No me había dado cuenta de que el otro me hacía daño.

-Cómo estás todo el tiempo de mal humor, ¿quién lo habría notado?

-No estoy de mal humor.

-No, claro que no -replicó él, irónico.

Taemin se dispuso a mover la máquina y cuando Minho hizo ademán de ayudarlo, lo retó con la mirada.

-¿Tienes hambre?

-No, acabo de desayunar. Además, ya he engordado un par de kilos -contestó Minho, tocándose el estómago-. ¿Quieres ayudarme a terminar la jardinera?

-¿Vas a usar una sierra? De eso nada.

-La madera ya está cortada. Sólo tenemos que colocarla y lijar algunas piezas.

"Tenemos". Taemin decidió que podría ser buena idea.

-Muy bien.

Después de tomar dos vasos de refresco, fueron al jardín. Pero cuando él empezó a sacar planchas de madera, Taemin hizo una mueca.

-No te dará miedo, ¿verdad? -dijo Minho

-¿A mí? ¿Por qué?

-¿Recuerdas lo que pasó cuando intentaste colgar un cuadro en el pasillo?

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