Extra 5: Juegos

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Camila ya no sabía qué hacer con ese hombre que no respetaba nada

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Camila ya no sabía qué hacer con ese hombre que no respetaba nada. No conforme con seducirla en El Plaza cuando era solo una linda mucama, luego volvió a hacerlo cuando era asistente de Olivia. Y por él fuera lo hacía delante de todo el mundo en plena recepción cada que llegaba. Al principio, cuando entró a trabajar en el Ritz, él insistió en pasar todas sus reservas de sus viajes de negocios para ese hotel, pero ella fue firme y se lo dijo bien claro.

—No me voy a poner a coger como libertina en mi centro de trabajo, ya no.— Alec solo se puso a carcajear de lo lindo, como restándole importancia—. ¡Oye! Te estoy hablando en serio. No quiero que me despidan por...

—¿Sexy? —le dijo con esa sonrisa tan tentadora que tenía. Para empezar, no le cabía en la cabeza cómo es que salía con ese sinvergüenza que hasta le había pagado para que mantenga la boca cerrada y sea discreta cuando metía a sus amantes en El Plaza. Sí, era un libertino de lo peor y eso ella lo tenía bien claro, solo que no podía evitarlo. Ella tampoco era la mucama que conoció, era la segunda a cargo de toda el área de housekeepping en el hotel Ritz de New York y dentro de poco sería la "Olivia" de ese hotel, ya que la actual encargada estaba por dejar el puesto. Además, Camila no solo aspiraba a ser jefa de housekeeping, quería entrar también a conserjería y ver un poco del área de reservas. Así que Alec no estaba saliendo con la ex mucama para cumplir sus fantasías, claro que no. Veía en ella mucho más, a una luchadora, emprendedora y sensual mujer que le robaba los sueños.

—No seas antipático, ya bastante hago con esto.— Estaban a solas en la habitación de El Plaza que él siempre solía usar. Ahora ella, al no ser trabajadora, podía entrar sin problemas a estar con él las veces que quisieran. Camila echó al piso la bata de seda que tenía puesta y dejó lucir un conjunto de lencería precioso con una temática que a él le encantaba: Mucama—. Tienes un fetiche con esto, no sé si lo aguantaré —bromeó mientras caminaba sensual hacia él. Alec la llamó con los dedos y se lamió los labios mientras ella gateaba despacio por la cama hacia él.

Era cierto que siempre había sido un hombre "pasional" y no podía evitar tener conquistas durante sus viajes de negocios. Pero algo le pasaba con Camila, algo fuerte y que no podía contener. Lo sacaba de quicio, lo había hecho desde la primera vez que apareció en su cuarto con su uniforme de mucama. Aquella vez se dijo "No, Alec, no. Es solo una chica, está trabajando. Es linda, pero no puedes hacerle esto". Solo que cada vez que la veía terminaba perdiendo el control de sí mismo. Hizo lo posible para que sea su mucama permanente, y así poco a poco se pudo acercar a ella en serio. Ahora la tenía toda para él, por más que ella pareciera resistirse a veces, sabía que en verdad Camila sentía lo mismo.

—Ven acá. No tardes, Cami. Te necesito —le dijo con la voz llena de deseo, sentía su hombría arder por la necesidad de tenerla.

—Ajá, ahora me necesitas —retrocedió un poco, él puso un puchero y protestó—. Ven por mí entonces —se paró de la cama y se fue caminando a la sala de estar, mirándolo de lado, moviendo el trasero de un lado a otro para provocarlo.

—Ahí voy, Cami, después no te quejes —ella solo rió. Amaba sacarlo de quicio y despertar a la fiera.

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