Samantha salió de la habitación de Adriano aún molesta por lo que había pasado. No entendía por qué Sandra había aparecido ahí, ¿qué quería esa mujer? Había sido bastante buena al no echarla a patadas y de verdad se había contenido para no hacerle un verdadero escándalo en el hospital. Quería asegurarse que esa mujer no volviera más, que ni se atreva a acercarse a su hermano con su lengua venenosa y todas sus mentiras.
Y es que esa Sandra era ese tipo de personas que tenían una extraña habilidad de engañar a todo el mundo con esa sonrisa cálida y actitud de chica buena. Pero claro, siempre hubo algo en su mirada que no terminaba de convencerla. Al principio también logró engañarla, incluso le pareció la chica ideal para su hermano y creyó que podrían llevarse bien como cuñadas. Fue su madre quien le abrió los ojos. "¿No te das cuenta? No puede mantener la mirada por más de diez segundos, ¡no te mira a los ojos! Esa chica es una mentirosa".
Samantha creyó en un principio que su madre exageraba, que quizá solo estaba celosa porque su hermano parecía querer mucho a esa chica y siempre la colmaba de atenciones. Incluso a ella le parecía muy tierno, parecía que el romance iba viento en popa. Pero hasta pareciera que eso fue planeado por aquella mujer. Pasaron algunos meses y ya las cosas cambiaron completamente.
Adriano parecía consumido por ella, solo le prestaba atención a ella y no le interesaba nada más. Supo la realidad de esa relación cuando fue de visita a New York por una semana y se quedó en el apartamento de su hermano. Solo le bastaron esos días para detestar a Sandra. Todos los días por la noche discutían por teléfono por temas que Samantha consideraba absurdos, como por qué no la llamó por la mañana, o por qué se demoraba tanto en llegar, o por qué conversaba con una amiga, y cosas parecidas. Le parecía una estúpida engreída, insegura e inmadura, que hacía problemas en vano solo para sentirse mejor. Y una noche simplemente ella se hartó de escuchar a su hermano y no decirle nada.
—Pero Sandra, escúchame por favor... —decía desesperado él por teléfono.
—Yo no tengo nada que escuchar, si a ti no te interesa creo que es mejor dejar las cosas ahí.
—¿Qué? ¡Pero qué es lo que he hecho! Es mi compañera de clases, quiere ser mi socia, ¿qué tiene de malo?
—¿Qué tiene de malo? ¿Crees que soy idiota?
—¡Es solo una amiga, Sandra! Entiende que es a ti a quien amo. ¿Por qué haces esto conmigo? —Adriano hablaba al borde de las lágrimas y golpeó fuerte la pared con su puño, de verdad se notaba al borde del colapso.
—Ya te dije que no...
—¡Pero escúchame por favor! No pienses cosas que no son...
—¡Deja de poner excusas tontas! No te creo nada. ¡No soy estúpida, Adriano!
—Por favor... —dijo una vez más. Samantha salió, no podía soportar más esa discusión. ¿Quién se creía que era esa mujer? Lo manipulaba como quería, sabía que lo tenía en sus garras y disfrutaba de jugar con él a terminar la relación, para luego sentirse mejor cuando le rogaba. Sin importarle nada, Samantha le quitó el teléfono a Adriano
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Calidad Total
Ficción GeneralPriscila ha encontrado el trabajo de sus sueños, su nuevo jefe hará su vida miserable y ella tendrá que demostrar que es una chef de calidad total. Secretos, intrigas y amores inesperados... Es lo que encontrará en El Plaza. *** Priscila Hudson sue...