Capítulo 24: Esto es guerra

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Después del almuerzo Emily estaba al borde del homicidio

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Después del almuerzo Emily estaba al borde del homicidio. Lo había pensado una y mil veces, estaba segura de que el único que pudo haber facilitado la entrega de su número privado tenía que ser Robert. Si recordaba bien, eso era una sanción al reglamento interno e iba contra las normas de seguridad del hotel. Y cuando hablaba de normas de seguridad se refería a "Barbie", quien se la tenía más que jurada a Robert. Quizá él era el único que podía ayudarla en ese momento, o quizá lo que tenía que hacer era conseguir la confesión directamente de la boca del jefe de conserjería.

Entró hacia la zona de recepción, más rabia le dio cuando lo vio conversando de lo más animado con Estelle. No era una adivina, pero cualquier tonto se daría cuenta de que entre esos dos había algo, en el poco tiempo que había conocido a Estelle se dio cuenta del tipo de mujer que era. No quería a esa chica en su recepción, presentaría ese mismo día una solicitud de traslado. Que la manden lo más lejos posible con tal de no verla.

Se acercó entonces hacia esos dos con la mirada dura y el andar firme. El sonido de sus zapatos de taco chocando con el piso llamó de inmediato la atención, no solo de ellos, sino de quienes estaban cerca. Quienes la conocían podrían jurar que estaba enojada, jamás la habían visto tan seria y era que Emily no soportaba que se metan en su vida privada de esa manera.

—Tú y yo tenemos que hablar seriamente, Robert —le dijo y miró de reojo a Estelle—, y a solas. —Estelle no dijo nada, simplemente se fue. Sea lo que sea esperaba que no tenga nada que ver con ella.

—¿Qué pasa, Emy? Te ves algo enojada...—dijo él de lo más natural.

—Deja de fingir conmigo que ya lo sé todo.

—¿Sabes todo? ¿A qué te refieres?

—Tú le diste mi número privado al huésped de la Suite Presidencial. ¿Acaso creíste que nunca me iba a dar cuenta? Eres el único que podría hacerlo.

—¡Ah! Te referías a eso. Lo siento, Emy, pero tuve que hacerlo.

—¿Tuviste que hacerlo? ¡¿Cómo que tuviste que hacerlo?! ¡Y para variar sin mi permiso!

—Ya te lo dije, tuve que hacerlo. Parece que le gustaste al joven y nos pidió tu número. Si, si... fue un dilema ético, pero ya te dije que acá somos capaces de todo —dijo bastante fresco, en serio estaba a nada de clavarle un lapicero en el cuello.

—¿Incluso rompiendo reglas del hotel?

—Es lo que tenemos que hacer —respondió serio—, no sería la primera vez que rompemos reglas por favorecer a los huéspedes y gracias a eso somos considerados la mejor área de conserjería de este país. Tú deberías entenderlo, también quieres la excelencia en tu área.

—¡No es lo mismo! Yo no haría algo como eso. ¿Y ahora qué hago yo? ¿Soportar a ese idiota?

—¡Vaya, Emily! Te expresas muy mal de quienes te pagan el sueldo... —Ese comentario sí que la hizo reventar, y si es que no lo abofeteó delante de todo el mundo fue porque no podía permitirse que la vean así.

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