—¿Por qué siempre hay una niña? —terminó preguntando Rachel, y los demás lanzaron carcajadas.
Se juntaron poco después de que el restaurante cerrara, y solo quedaban algunos trabajadores dejando el salón y la cocina en orden. Para la ocasión habían sacado un vino de la cava, cortesía de Cameron, y bebían un poco en sus copas. Rachel y Kate habían guardado algo de comer para todos, no era mucho, pero al menos servía para pasar el rato. Después de los saludos y las risas, empezaron a contar algunas anécdotas de terror del hotel. Y entonces salió el asunto de la niña.
—No, es en serio. Siempre escucho historias de oficinistas diciendo que hay una niña que les prende las computadoras en las noches, o cosas así. La niña de acá lleva cosas a los huéspedes y toca puertas. ¿De dónde sale? No me explico.
—Es cierto eso —comentó Barbie de pronto—. Hasta en la oficina de mi anterior trabajo había una niña. Nunca me la crucé, pero siempre hablaban de eso. En cuanto a la niña de acá... bueno, sí que hace de las suyas —bromeó. Pero por la cara que puso Emily se notaba que no le hizo mucha gracia. Llegó con cara de susto, ella y Charles en realidad. Ninguno de los dos quiso contar nada, pero Rachel sospechaba drama.
—Pues nunca la he visto —comentó ella—. Quizá esa pequeña desgraciada es una elitista y solo quiere joder oficinistas, no a las pobres y tristes cocineras proletarias como yo.
—Solicité un aumento para ti el mes pasado, porque según dijiste no te alcanza para una vida digna, ¿de qué vas? —reclamó de pronto Adriano—. No me vengas con eso ahora, me haces quedar como el maldito explotador que no soy. —Y hasta parecía hablar en serio, cosa que solo la hizo reír más—. ¿Qué? ¿Te parece un chiste?
—Ya relájate. Kate, dale un Snickers que le hace falta. —Nadie se contuvo la risa esa vez, y Adriano seguía haciéndose el enojado. O quizá sí lo estaba. Podía entenderlo, le faltaba Priss—. En fin, como decía, esa niña no se aparece en cocina. No hay fantasmas en la cocina. Solo el fantasma del comunismo que lo recorre —bromeó una vez más, sabía que a Adriano le ponían de los nervios sus chistes socialistas.
—No vayas a empezar... —le amenazó Adriano, y los demás que no podían controlar su risa no ayudaban mucho.
—Bien, no más chistes por hoy —cortó ella fingiendo seriedad, los demás poco a poco lograron parar de reír.
—Yo nunca he visto nada raro aquí —comentó Arnie, y los demás miembros del staff de cocina asintieron.
—Ni siquiera en nuestro almacén —agregó Cameron—. Y eso que siempre dicen que los almacenes están malditos.
—Bueno, el de la escuela de cocina sí lo estaba. O al menos eso decían —comentó Adriano, y Cameron se apresuró en asentir—. Yo nunca sentí nada, la verdad. Nunca he visto nada paranormal, si les soy sincero. Si existen no les caigo bien.
—Ah, pero lo de Le cordon bleu si es real, confirmado por mí —le dijo Cameron. A su lado, Anne tomó su mano despacio y hasta asintió.
—Yo también confirmo, chicos. Cien por ciento real —agregó Anne—. El otro día fui a la clase nocturna de Cam, éramos de los últimos en salir. Nos apagaron las luces del salón, les juro. Movieron las carpetas y todo, hasta se apagaron las luces del pasillo. Real, lo juro. Los fantasmas se ponen territoriales después de las diez, qué se yo —bromeó. Y quizá era el vino, porque en lugar de asustarse se lo tomaron al juego y empezaron a reír.
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Calidad Total
Fiksi UmumPriscila ha encontrado el trabajo de sus sueños, su nuevo jefe hará su vida miserable y ella tendrá que demostrar que es una chef de calidad total. Secretos, intrigas y amores inesperados... Es lo que encontrará en El Plaza. *** Priscila Hudson sue...