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Lucas.

-¡Lucas a estos huevos le falta la puta sal!-. Grita mi padre desde la cocina, quiero decirle que ya no hay más sal, pero se que eso sólo servirá como excusa para golpearme por cuestionarlo. Miro el despertador que está sobre mi mesa de noche y suspiro. Tarde, otra vez.

Me levantó y me visto rápidamente. Cuando salgo de mi cuarto, camino lentamente bajando las escaleras para que no me escuche y trate de retenerme por más tiempo, no es que yo me levanté tarde, es simplemente que él quiere que le prepare el desayuno antes de ir al trabajo.

Cinco, seis, siete....

Cuento en mi mente los escalones. Cuando siento que uno cruje bajo mis pies, cierro los ojos y suspiro, se que me escucho.

-Lucas, puedes venir un momento idiota-. No es una pregunta.

-¿Si?- Digo cuando cruzo el marco que divide la cocina de la sala. Mi padre levanta la mirada del pequeño televisor donde están transmitiendo la repetición del partido de fútbol del Inter contra el Milán.

-¿Sabes? Trabajo para traer comida a está casa todos los putos días, lo mínimo que espero es que mi puto hijo me haga un desayuno decente-. Dice mirándome fijamente. Antonio D' Angelo es un tipo grande a sus cincuenta y tres años con una gran barriga, una gran barba cubre su rostro y una abundante cabellera.

-Lo se, es que ya no había más sal, ni pimienta, ni ningún otro condimento-. Trató de decirlo lo más suave posible.

-¿Estas diciéndome que no trabajo lo suficiente, por eso no tenemos con que condimentar el desayuno, ni ninguna otra comida?- Pregunta levantándose lentamente de la silla. Suspiro, sabía que esto era lo que estaba buscando, simplemente una excusa para golpearme.

-No, sólo te digo que ya no hay, que iré a comprar más cuando salga de la escuela-. Trató de calmarlo pero se que será inútil.
No veo venir el bofetón que hace que mi cara gire, mantengo mi rostro inclinado unos minutos antes de mirarlo a los ojos fijamente, saboreo un poco el sabor metálico de la sangre tan conocida.

-Bien, puedes irte-. Dice volviendo tranquilamente a la silla. Miro el cuchillo que está a pocos centímetros de mi mano, contemplando la posibilidad de enterrárselo en el ojo pero no, aún no.

Me doy la vuelta y vuelvo a la sala, cuando sostengo el picaporte en mis manos, lo escucho de nuevo.

-Y no vuelvas muy tarde, los muchachos vendrán está noche-.

No le contestó simplemente me largo, me ajustó la sudadera y la campera que llevo puesto, cuando empiezo a temblar pero se que no se trata del frío.

-Tranquilo Lucas, sabes que algún día va a pasar, simplemente que aún no es el momento-. Me digo en voz baja mientras busco un cigarrillo que necesito con urgencia en estos momentos, con uno entre mis labios lo prendo tratando de que no se apague la llama por el viento de invierno, sacó mis auriculares blancos de mi otro bolsillo para conectarlo con mi celular algo viejo. Con The killers- Human sonando en mis oídos, bajo los escalones de madera que crujen bajo mis pies y me dirijo al subte.

••••••••••••••••••••••••••••••••••

Atravieso la puerta salón de la clase de psicología del profesor Stuar.

-Señor D' Angelo, tarde otra vez-. Dice.

No contesto, simplemente me dirijo a las últimas filas y escucho los cuchicheos mientras me observan.

-Y limpiate la cara que la tienes llena de
sangre-. Dice el profesor.

Con la manga de mi sudadera trató de quitarme la sangre inútilmente ya que está seca. Sintiendo que alguien me observa levantó la vista para encontrarme con una de las porristas observándome, pero no con una sonrisita como la mayoría, simplemente está sería, se inclina sobre su mochila para sacar una toallita húmeda, inclinándose estira su brazo para pasarmelo, quiero decirle que puede meterse su toallita húmeda en el coño, que no le he pedido nada, pero sé que sólo está tratando de ser amable, estirando mi brazo lo tomo y me limpió el labio.

-Gracias-. Digo con los pocos modales que aún conservo.

- De nada-. Murmura y vuelve su vista al pizarrón.

Me quedo mirando su cabello castaño claro, cuando escucho al profesor decir:

-Bien, continuemos en el párrafo donde estábamos.

Mierda, ni siquiera se en que página estaban.


Editado por: cecy_celaya_

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