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América.

Había pasado casi un mes desde que Lucas y yo habíamos tenido esa conversación en su cuarto. Ninguno había vuelto a sacar el tema. Cada vez, que miraba a Lucas lo veía peor y no sabía que hacer, sólo sabía que la causa era su drogadicción.

Estaba más delgado y siempre lo encontraba ansioso y con ganas de una nueva dosis. El salario de su trabajo iba directo al bolsillo de su vendedor, su paga como camarero no era mucha así que sólo conseguía unos pocos gramos, que se lo terminaba en unos días. Luego de eso, era grosero y se molestaba por la más mínima cosa. Nunca me había pedido un préstamo a mi, pero era yo la que siempre terminaba pagando la comida u otras cosas, cada vez que estábamos juntos.

Atrás quedo el chico, que quería un trabajo sólo para que su novia no lo mantuviera también. Pero no podía dejarlo, lo amaba y sabía que el también a mi, pero estaba cayendo en un pozo muy profundo, donde no estaba segura de si podía salvarlo y a la vez a mi también. Sus pesadillas no disminuyeron y las mías tampoco.

Me observo en el espejo, que tengo en mi casillero y limpio con mi dedo el delineador, que se había corrido un poco cuando entraba a la escuela. Una llovizna había caído, que cada vez se hacia más fuerte. Esperaba, que Lucas no se haya mojado tanto.

Escucho pasos a mi lado y volteó a ver a Lucas caminar hacia mi. Tiene su gorra de fútbol mojada sobre su cabeza, una sudadera verde musgo,  sobre está una campera también mojada como su gorra y sus vaqueros. Llega hasta a mi y se inclina, para besar mi mejilla.

– Hola.– saluda mientras se desprende de su campera, antes de sacudirlo en medio del pasillo y salpicar un poco a los que pasan por nuestro lado. Ellos lo miran mal, pero yo les retó con la mirada a que digan algo. Siguen de largo.

– Hola. – digo.

– Maldita lluvia.– se sacude el cabello con los dedos y vuelve a colocarse la gorra. Tiene los ojos inyectados en sangre y ojeras bajo estas, como si no hubiera dormido hace días. La piel la tiene pálida y los labios resecos.

Mi corazón duele.

– Toma.– le pasó una pequeña toalla  de mano, que tenía en mi casillero. Seca su cara y su cuello, antes de pasármelo de nuevo.

– ¿Trabajas hoy?

– Aja.– dice mientras revisa su celular.– Moriré si está cosa deja de funcionar. – Sacude el teléfono un par de veces antes de volver a encenderlo.

– Tengo mi anterior teléfono guardado aún, por si lo quieres. – Guardo un libro en mi mochila, antes de cerrar la taquilla.

Lo vuelvo a mirar y tiene una cara enojada antes de soltar – No quiero tus limosnas, pero gracias. – Empieza a alejarse por el pasillo.

Como dije, se molesta por la más mínima cosa.  Confundida tomo rápidamente mis cosas, antes de seguirlo.

– Hey. – lo llamo, pero sigue caminando sin voltearse.

Lo alcanzó antes que desaparezca entre el gentío. Tomo su brazo y lo meto en uno de los salones aún vacíos.

– ¿Qué te sucede?

-¿Por qué? ¿Por no querer que tengas más lastima de tu pobre novio?

– ¿Pero qué dices? Sólo te lo ofrecí por si el tuyo ya no funciona.

Me mira fijamente unos segundos antes de sacudir su cabeza y dirigirse hacia la puerta. – Como sea, no quiero tu mierda.

Escucho el timbre sonar, pero aún así me quedó unos segundos asimilando la reciente conversación. Lo peor es que esto se vuelve cada vez más habitual.

Entró al salón de la clase que compartimos y lo veo con la cabeza gacha hacia su pupitre sin mirar a nadie, mientras una de sus piernas se mueve rápidamente. Encuentro un banco vacío  unas mesas delante de la de el ya que, los que están a su alrededor están ocupados.

– Psss, América. – escucho a Sandy llamándome.

Volteó y la miro.

– ¿Si?

– Las chicas y yo iremos al centro a buscar nuestros vestidos, ¿Quieres venir?

–¿Vestidos?

–¡Duh! Para la graduación.

–¡Oh! lo había olvidado. – volteó a mirar a Lucas, pero el sigue sin levantar  la vista y sin parar de mover la pierna.

-¿América? – me llama Sandy.

– Ehh, claro. – digo.

Ella sonríe.– ¡Perfecto! Hace tiempo no salimos sólo las chicas.

Asiento.– Aja.

No me interesa el vestido. No me interesa el baile, pero se que si quiero que todo salga bien, una chica común y corriente estaría emocionada e iría al baile de graduación como si nada estuviera mal.

El profesor entra y cierra la puerta.

–Muy bien chicos, basta de charla.

A la hora del almuerzo busco a Lucas con la mirada, pero no lo encuentro. Cuando terminó la clase, Lucas había salido disparado sin mirarme si quiera y no lo he vuelto a ver desde hace muchas horas.

Voy hasta nuestra mesa habitual y me siento. Por suerte Cole ni Luke están aquí, pero si el escuadrón y algunos jugadores.

–América vendrá con nosotras hoy. -  Escucho a Sandy mientras yo reviso mi teléfono por si tengo un mensaje de Lucas.

–¡Genial! – escucho a alguien decir.

–Estupendo.

Me abstengo de blanquear los ojos.

No puedo comer sin saber donde se había metido Lucas, siempre se sienta conmigo a la hora del almuerzo, pero ya no es el Lucas de hace unos meses.

Me levanto sin despedirme de nadie y tiro el resto de mi comida en el tacho de basura más cercano, antes de salir de la cafetería. Recorro algunos pasillos buscándolo con la mirada, antes de parar frente a la puerta del baño de los hombres.

–Oye has visto a Lucas.– le pregunto al primero que veo salir.

–Amm está ahí adentro, pero yo no entraría si fuera tú.– dice antes de irse.
Confundida empujó la puerta y lo encuentro vacío.

–¿Lucas?–llamo.

Escucho un ruido proveniente de unos de los cubículos.

–Lucas.– llamo nuevamente.

–América ¡vete!– Escucho su angustiada voz.

Con el corazón acelerado me acerco a la última puerta de un cubículo y lo empujó. Mi corazón se rompe cuando observo a Lucas sentado en el piso, mientras pasa frenéticamente  sus manos por su cuerpo y cabeza.

–Yo…yo necesito un poco, amor.– Me dice con la voz ronca y mis ojos se llenan de lágrimas.

–Lo veo. – Es lo único que puedo decir.

Levanta la mirada hasta mis ojos y puedo ver, que a él le duele tanto como a mi está situación. Me arrodilló junto a él y lo abrazo, sin poder evitarlo lágrimas caen.

–Lo siento.– Susurra.

–Lo se.

La puerta se habré y escucho murmullos, rápidamente me levanto y limpio mis ojos antes de enfrentarlos. Dos tipos de probablemente primer año, me miran con los ojos agrandados.

–Váyanse.– Digo con la voz sin humor.

–Amm – uno balbucea.– Es el baño de los chicos.

–Me di cuenta.–Digo antes de señalar los urinales.

No saben si enfrentarme o dar media vuelta. Uno de ellos baja la mirada y al parecer se percata de las piernas de Lucas, porque abre los ojos y empujó a su compañero antes salir.

–Volveremos más tarde. – Dice el último.

–Aja.

Me concentro en Lucas y veo que sigue con sus movimientos frenéticos.

–¿Qué puedo hacer? – Pregunto.

Me mira a los ojos, pero rápidamente se enfoca en el suelo.

–Necesito que me prestes dinero.– Habla en voz baja y mi corazón se rompe un poco más.

Alcanzó mi mochila antes de buscar mi monedero. Se que no debería estar haciendo esto pero, ¿qué puedo hacer? No voy a dejar que tenga su rehabilitación en el baño de la secundaria, cuando se que no serviría de nada y el seguiría consumiendo. Además tenía miedo de hasta donde podía llegar para conseguir el dinero.

–Toma.–Digo antes de extender mi mano con todo el dinero que traía encima, no era mucho pero podía saciar su vicio.

–Gracias.– Toma el dinero de mi mano y se dirige hasta la puerta.

–Espera.– digo.

Se detiene y voltea.– ¿No irás a clases?

–No puedo.– rápidamente sale por la puerta.

Me quedo unos minutos parada en el mismo sitio y no es hasta que escucho el timbre, que me despejo de mis pensamientos. Me observo en el espejo y limpio el maquillaje, que se había corrido y está no era por causa de la lluvia que aún caía.

No puedo dejar de comprobar la hora esperando el final de la jornada, para poder contactarme con Lucas. Cuando escucho el timbre de salida, soy la primera en salir por la puerta, rápidamente camino hasta la salida mientras lo llamo, pero me da el contestador.

–América ¡Espera! – escucho a Sandy atrás de mi, pero no me detengo.

–No podré ir de compras. – digo mientras empujó las puertas y me dirijo hasta mi coche.

En el camino hasta la casa de Lucas no dejó de llamarlo, pero nunca me atiende. Cuando llegó hasta allí me dirijo hasta la puerta de atrás. Hace unas semanas el me había dado una copia de la llave de su puerta trasera ya que, no quería que tenga que golpear y ser atendido por su padre las veces que venía.

Rogaba que el esté aquí y no su padre porque no tenía otro lugar en cual buscarlo, a esta hora el restaurante aún no era su turno y que yo sepa no tenía amigos.

Empujó la puerta y maldigo internamente cuando las bisagras chillan, siempre quiero pasar inadvertida cuando visitó este lugar. No observo a nadie en la cocina y tampoco en la sala. Subo lentamente las escaleras, evitando los escalones flojos y llegó hasta su puerta.
Cuando empujó su puerta suspiro al encontrarlo acostado con los auriculares puestos, los brazos tras su cabeza,  un cigarrillo en sus labios, mientras mantiene sus ojos cerrados y mueve sus pies.

Una pequeña bolsa con cocaína está sobre su mesa de noche.

Cierro la puerta y la trabó, dejó la mochila sobre una silla y salto rápidamente sobre el.

Lucas se sobresalta y abre los ojos. Los auriculares caen de sus odios y captó, que está escuchando a su banda favorita The neighbourhood.

–Hey. – dice medio incómodo.

–Hola.– me acomodo a su lado, mientras le robó un auricular y su cigarrillo.

Ambos sin decir nada más escuchamos la música y compartimos el resto del cigarrillo, antes de que se acabe.

Un rato después estamos ambos de costados mirándonos fijamente mientras la canción sigue sonando.
Extiendo una mano y lentamente la paso por su rostro. El cierra los ojos y suspira.  Extiende su mano y la coloca sobre mi cadera, antes de acercarme más a su cuerpo. Colocó mi pierna sobre su cadera y mi mano lentamente va bajando por su espalda para colocarla bajo su camiseta y tocar su espalda caliente.

Abre los ojos y me mira unos minutos, antes de colocar su mano tras mi nuca y acercar mis labios a los suyos.
Nos besamos lentamente durante varios minutos, antes de que nuestro beso se intensifique. Se coloca sobre mi cuerpo y me ayuda a quitarme mi ropa, para luego encargarse de la suya.
Reparte besos sobre mi cuello, mientras lentamente se introduce en mi. Suelto un suave gemido y mis uñas se entierran en su espalda, el gruñe junto a mi oído e intensifica sus embestidas. Me toma por un muslo y la levanta sobre un hombre. Ambos gemimos fuertemente y tratamos de evitar, que el cabecero de la cama rompa un pedazo de pared.

Lucas regresa del baño utilizando sólo un bóxer negro, se acerca a su mesa de noche para tomar el paquete de cigarrillos y colocar uno entre sus labios, antes de encenderlo. Se apoya por el marco de su ventana y observa la calle, mientras libera el humo por su nariz.

Es una imagen muy sexi y sólo me dan ganas de volver a estar sobre el.

–¿Dónde está tu padre? – pregunto y estiró mi mano para alcanzar una de sus camisetas.

–No lo se. – dice mientras vuelve a concentrar su mirada en mi y dar varias caladas.

–¿Trabajas hoy?

–Si, pero hoy entró un poco más tarde.

Ambos estamos evitando al enorme elefante rosa en la habitación.

Bajo la mirada y la fijo sobre la bolsa con coca, que está a un metro de mi. Cuando lo vuelvo a mirar, se que sabe donde estaban mis ojos.

–Sobre hoy… – empiezo pero no puedo terminar porque me interrumpe.

–Te devolveré cada sentado.

– Sabes que me importa un carajo el dinero.

– Aún así.

–Quiero que busques ayuda. – suelto mientras me levanto y busco mis pantalones.

– ¿Qué?

– Tienes un problema y ¡Lo sabes! Después de hoy no puedes seguir negándolo Lucas.

El suelta una risa y niega con la cabeza.

– No soy un drogadicto.

Exploto.

– ¡Eres un puto drogadicto! – grito.

El me mira como si no me reconociera, pero aún me duele más que no pueda aceptar su mierda.

– Vete. – dice con voz ronca.

Y en ese momento tomo una decisión, que no sabía si me arrepentíria al segundo de salir de mi boca o quizás horas más tarde, pero tenía que decirlo porque era el momento adecuado.

–Si salgo por esa puerta ahora mismo sin antes, que aceptes en voz alta el problema que tienes, tú y yo habremos terminado.

Hay dolor en sus ojos, como estoy segura que hay en los míos pero no puedo retroceder. Mi corazón palpita violentamente, mientras espero su respuesta.

Lo que hace después, provoca que un pequeño sollozo escape de mi cuerpo antes de ser silenciado por la palma de mi mano.

Me da la espalda y dice.– Ahí está la puerta.

Rápidamente tomo mis zapatillas junto con el resto de mi cosas y salgo de la habitación.

Me quedo unos segundos en el pasillo con los pies descalzos en el frío suelo, asimilando lo que acaba de ocurrir.

Lucas y yo…hemos roto.

Un fuerte golpe me sobresalta y luego su grito me hace querer volver ahí y tomarlo en mis brazos.

-¡AAAHHH! – nunca lo había escuchado tan alterado, ni cuando tengo que despertarlo de sus pesadillas.

Sin poder detener su llanto ni tampoco el mío, bajo rápidamente las escaleras y voy hasta la puerta trasera.

Mis pies duelen por caminar descalza, pero no quiero detenerme hasta llegar al interior de mi vehículo.

En todo momento no dejó de desear, que Lucas baje y llegue hasta mi antes de que me largue, pero cuando eso no sucede arrancó el coche y me voy.

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Uju, bueno si estás acá es porque no abandonaste mi historia. Se que no actualizo hace mesess, pero de verdad la falta de inspiración afecta muchoo. Este cap se las dedica a las chicas q me dejaban comentarios pidiéndome que actualize, no saben lo mucho que eso me motiva. Quiero decirle que está historia NO la voy a abandonar, la quiero terminar y que Lucas y América tengan su merecido final. 🖤

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⏰ Última actualización: Oct 12, 2020 ⏰

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