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América

-Muy bien, chicas. Repitámoslo una vez más y podremos irnos-. Habla la capitana, antes de volver a reproducir la canción en el equipo de sonido.

Empezamos con lentos movimientos de brazos y pélvicos. A medida, que la música toma intensidad nuestros pasos se vuelven más rápidos y precisos. Ensayamos  una nueva  coreografía para una competencia, que se nos acerca.
Nos observamos en un gran espejo para que, nuestros pasos tengan absoluta coordinación. Eso es lo que se destaca nuestro equipo del resto, que nos movemos como uno sólo.

Cuando la música finaliza todas nos desplomamos y caemos al suelo, respirando ruidosamente.

-Es…está quedando genial-. Comenta una agotada Sara, antes de arrastrarse por su botella con agua.

- Si…

Luego de unos minutos, nos levantamos del suelo del gimnasio. Voy hasta una de las bancas para tomar un poco de agua, luego tomo mi sudadera con la insignia escolar y lo colocó sobre el pequeño top deportivo que llevo puesto.

Necesito una jodida ducha.

Unos sonoros aplausos llaman mi atención, antes de escuchar las risitas de las demás. Volteo hacia la puerta y veo a un sonriente Lucas, que sigue aplaudiendo.

-¡Wow! Chicas ustedes estuvieron asombrosas.

Las demás siguen sonriendo, antes de que una le contesté-. Pero Lucas, ni siquiera estabas aquí.

-Lo se, lo sé. Pero tengo visión rayos X-. Dice mientras hace señas con su mano.

Con el ceño fruncido tomo mi bolso y recorro los metros, que nos separan. El me observa acercarme y su sonrisa crece unos centímetros más.

-América, mi amor-. Sin decir nada tomo su mano y lo sacó del lugar. Lo llevo hasta el baño de mujeres y antes de hablar, verificó que no haya nadie.

Cuando estoy segura, que estamos solos lo enfrentó y lo miro por unos segundos sin decir nada. Tiene las pupilas dilatas y una capa de sudor sobre su frente, colocó la palma de mi mano sobre su corazón y siento como late más rápido de lo normal.

-¿Lucas estas drogado?

El suelta una pequeña risa y se encoje de hombros-. Puede, que haya ingerido algo.

Confundida lo miro-. ¿De dónde lo has conseguido?

Tira su mochila al suelo, antes de voltearse y mirarse en el espejo-. Se lo compre a alguien.

-¿Con qué dinero?

Me mira furiosamente antes de contestar-. Con el maldito dinero que consigo en el restaurante, América.

-Has estado actuado muy raro estos últimos días. Sólo me preocupo por ti.

Me toma por la cadera y me impulsa hasta quedar sentada en el mesón, se coloca entre mis piernas y sonríe antes de besarme.

-No tienes, que preocuparte por mi. Lo tengo controlado.

Pongo los ojos en blanco-. Es lo que dicen todos los drogadictos, Lucas.

-Tú también te colocas.

- Si. Lo hago, pero sólo en fiestas, antes de follar, no lo sé cuando estoy nerviosa.

-Y yo también- susurra y toma mi rostro con sus manos-. A veces sólo necesito el escape, que me brinda cuando tú no estás cerca.

-Estoy cerca Lucas, siempre estoy cerca. Sabes que puedes llamarme a la hora que sea cuando me necesitas.

Somos Oscuridad  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora