América
Siento una mano en mi muslo mientras trató de despertarme. Abro los ojos y veo a mi padre sentado en mi cama junto a mi. Me levanto abruptamente poniendo todo el espacio posible entre nosotros.
-¿Qué mierda estas haciendo?-. Mi pecho empieza contraerse evitando que pueda respirar normalmente.
-Así que tienes noviecito América-. Se levanta y empieza a caminar hacia a mi. Retrocedo a medida que el se acerca.
-Aléjate y no trates de tocarme. Ya no tengo diez años, no me quedare petrificada, te juro que si intentas tocarme te clavare cualquier cosa en los ojos-. No tenía idea de cómo podía seguir hablando ya que, por dentro me estaba rompiendo pedazo a pedazo.
-Cariño, no me tengas miedo. Sabes que nunca te lastimaría-. Me dice poniendo una sonrisa escalofriante en el rostro. Puedo oler el fuerte olor a whiskey en su aliento.
-Vete de mi habitación ahora.
- Esta mi casa, puedo estar donde quiera. Tú eres mi hija puedo hacer lo que quiera contigo-. Me acorrala junto a la ventana evitando que pueda escapar.
-Solo eres un enfermo. Un…un maldito enfermo de mierda-. Mi voz se quiebra, dificultando que pueda hablar. Mis manos empiezan a temblar, tomo mis dos manos juntas tratando de controlar el temblor.
-Mi niña-. Levanta una mano y coloca un mechón de mi cabello tras mi oreja.- Estas aterrorizada.
-Solo vete, por favor-. Cierro los ojos fuertemente mientras el sigue acariciando mi cabello.
- No me gusta ese chico América. No me gusta para nada, no me gusta imaginarlo tocándote-. Lo último lo susurra muy cerca de mi rostro.
- Por favor, vete-. Vuelvo a repetir.
- No me provoques América. Sabes que no te gustará lo que pasará si lo haces-. Abro los ojos lentamente cuando siento que ya no está frente a mi, lo veo yéndose hacia la puerta. Me sonríe antes de cerrarla.
Lentamente voy cayéndome hacia el piso hasta estar sentada, con las piernas flexionados sobre mi pecho. Todos los recuerdos de mi infancia se vuelven a abrir en mi mente como un cofre que lo tenía cerrado con candados en mi cabeza. Todo se escapa e inunda mi memoria. Todos los gritos, los llantos, los golpes, el dolor, la sangre, el miedo. Todo se escapa nuevamente provocando que estalle en llantos mientras trató de amortiguarlo con mis manos.
Luego de estar sentada aproximadamente horas, me arrastró nuevamente a mi cama. Miro la hora y marca las tres y veinticinco de la madrugada. Tengo ganas de llamar a Lucas, pero seguramente está durmiendo y no quiero molestarlo. Abro el cajón de la mesita de noche que está junto a mi cama, buscando un sedante para dormir, colocó dos en mis manos que aún siguen temblando, antes de llevarlo a mi boca. Me recuesto nuevamente, mientras observo el techo de mi habitación luego de algunos minutos, mis párpados se van cerrando lentamente a medida que mi cuerpo se va sintiendo más tranquilo, parpadeo un poco más antes de cerrar los ojos y quedarme dormida.
Abro los ojos lentamente e inmediatamente siento un horrible dolor de cabeza. Miro la alarma y marca las cuatro de la tarde, reviso mi celular para combinar si tengo algún mensaje o llamada de Lucas, pero no, sólo tengo mensajes del grupo de las porristas y notificaciones de las redes sociales.
Me levanta lentamente y me dirijo hacia mi baño. Me miro en el espejo, observo las ojeras y los ojos hinchados que tengo, por culpa de las estúpidas lágrimas que derrame anoche. Buscando en los cajones que tiene el lavado, busco una pastilla para el dolor de cabeza. Lo tomo en mis manos y lo meto en mi boca, antes de abrir el grifo e inclinarme para tomar un poco de agua.

ESTÁS LEYENDO
Somos Oscuridad
RomanceLUCAS Y AMÉRICA PARA LOS OJOS DE LA GENTE SON PERSONAS DE MUNDOS TOTALMENTE DIFERENTES, INCLUSO PARA ELLOS LO SON. LUCAS D' ANGELO EL ITALIANO ANTISOCIAL QUE SIEMPRE APARECE CON UN GOLPE NUEVO, QUE NO HABLA NI SE JUNTA CON NADIE DE LA SECUNDARIA. A...