21

507 40 28
                                    

Lucas

Limpio con mis nudillos la línea de sangre, que baja por mi nariz. El golpe aún palpita en mi rostro y siento mi labio ya hinchado . Mi padre sale de la cocina, mientras yo me quedo de pie unos minutos asimilando lo que ha sucedido.

El ha insultado a América y no he podido permitírselo. No puedo permitirle a nadie  insultar a la persona más importante en mi vida.

Agarro la caja de cigarrillos, que está sobre la mesa y la golpeó unos segundos por la palma de mi mano, antes de tomar uno. Me siento en una de las sillas y enciendo el cigarro. Tomo una gran calada, antes de expulsar el humo por mi nariz.

No puedo creer como fui tan estúpido, como se me ha podido pasar por la cabeza traer a América a esta pocilga. Debí haberle dicho, que nos fuéramos a algún hotel a pasar la noche, después de la golpiza, que le propine a su padre. Nunca me arrepentiré de eso, estoy muy seguro de que, si no me hubieran detenido lo habría matado y no me hubiese arrepentido, sin importar una mierda las consecuencias.

Percibo un moviente a mi lado y giro la cabeza, para ver a América apoyada contra el marco. Me observa fijamente con los brazos  cruzados y captó algo distinto en su mirada. Algo más oscuro.

-Buenos días-. Digo, mientras colocó la colilla sobre un cenicero.

- Hola.

Se acerca hasta donde estoy sentado y luego se inclina, para depositar un dulce beso en mi mejilla. Giro mi rostro y tomo sus labios. Gotas de su cabello mojado caen en mi rostro.

Cuando se aparta de mi, me regala una pequeña sonrisa e intenta peinar mi despeinado cabello, con sus dedos.

-Perdona, pero era todo lo que había- indicó hacia el plato, que está sobre la mesa. Una tostada con mantequilla de maní y una taza de café negro-. Se que estas acostumbrada a fruta y un café con crema.

Ella toma la tostada y muerde un pedazo. Con una sonrisa dice-. No te preocupes por eso, tonto.

Se sienta en la silla, que está en la punta y toma un sorbo de la taza.

-¿Tú no desayunas?

- Si, claro.

Me levanto y voy hasta los gabinetes, para conseguir una taza.

-¿Qué haremos hoy?-. Pregunta luego de que me haya sentado.

-Umm, ¿ir a clases?

- Carajo, ¿qué día es hoy?

-Martes o miércoles. No tengo una puta idea.

- Mierda.

-Sip-. Digo, antes de tomar un sorbo.
Quedamos un momento en silencio, mientras ambos terminas nuestro desayuno.

-Me he cruzado con tu padre hace unos minutos-. Suelta.

Estampó mi puño contra la mesa, mientras maldigo.

-¿Te ha faltado el respeto?-. Pregunto furioso.

- No te preocupes, no ha pasado nada-. Dice mientras toma mi mano sobre la mesa.

-Y una mierda. ¿Cómo he podido ser tan idiota y traerte a esta mierda de casa?-. Tomo mis rostro con mis manos, mientras imagino a ese imbécil respirando cerca de América.

-Y yo no se como aún vives aquí-. Dice.

Levanto la mirada furioso.

-¿Estas bromeando? Es una puta broma, ¿cierto?

- No-. Habla mirándome fijamente.

-¿Crees, que elijo está vida? America- Me levanto abruptamente provocando, que la silla caiga- Nunca elegí, que mi madre me abandonará. Nunca elegí vivir con el enfermo, que me ha tocado como padre. Nunca elegí ser pobre. Y por sobre todo nunca elegí, que unos hijos de puta me violaran cuando era un niño-. Mi garganta arde luego de haber gritado las palabras y gruesas lágrimas mojan mi rostro.

- No puedo elegir donde vivir-. Digo agotado por mi exabrupto.

América me mira con los ojos enrojecidos debido a sus lágrimas.

-Pero si hay algo en lo que, puedes elegir-. Se limpia sus lágrimas y muerde su labio inferior.

-¿Qué?

-Tu futuro. Puedes elegir, que hacer con el.

- No tengo dinero, para poder elegir mi futuro-. Digo mientras levanto la silla.

Ella se levanta lentamente, toma el plato junto a las tazas, y lo lleva hasta el fregadero.

-No estoy hablando de una carrera universitaria o alguna caja de ahorros.

-¿Entonces?-. Pregunto curioso y cruzo mis brazos.

Ella voltea a verme y nos observamos fijamente durante unos segundos.

Siento, que la habitación ha bajado a menos diez grados, y aún así me quedo corto a comparación de sus ojos.

-Estoy hablando de venganza-. Suelta.

-¿Venganza?

América acorta la distancia y toma mi rostro con sus manos.

-Hablo de vengar al niño, que han destruido. Hablo de vengar a la niña, que han enloquecido-. Susurra sobre mis labios.

-Tu no estás loca-. Digo mientras acomodo un mechón de su cabello tras su oreja.

Ella suelta una falsa carcajada y le se aleja de mi unos pasos.

-Pero tampoco estoy cuerda- me observa y una pequeña sonrisa se forma en sus labios-. ¿Sabes? Desde que era una niña he soñado con hacer daño a mis padres. Imagino el color de su sangre, por mis manos, y el dolor en sus rostros antes de tomar su último aliento.

Sabía, que América tenías algunos problemas. Cuando la veía por los pasillos a veces perdida en sus pensamientos, captaba algo que sólo un alma torturada puede hacerlo. Sólo no quería aceptar, que la niña dorada con la que nunca había cruzado palabra podía ser tan oscura y tener una mente tan despiadada.

-Tú…tú, ¿quieres asesinarlos?

-¿A ti nunca se te ha pasado, por la cabeza asesinar a tu padre, y a los malditos violadores? Los malditos, que arruinaron tu vida. Ellos, que arruinaron a un pobre niño, sometiéndolo al horror durante años.

No tengo que pensarlo.

-Si.

No puedo evitar pensar en todas las ocasiones en la que he soñado, con la idea de matar. Siempre he tenido la idea, que algún día podría hacer justicia con mis propias manos.  Cada vez, que los veía sentados mirando televisión, tomando una cerveza y riendo, como si no me hubieran atormentado por años.
Era lo único, en lo que pensaba. Cortar sus gordas gargantas y mirar con placer mientras se ahogaban con ella. Ser testigo de como sus almas iban con boleto de primera fila directo al infierno.

Si eso significa, que estoy loco por desear sus muertes, entonces soy un loco muy cuerdo.

Siempre fui consiente, que si no quieres ir a parar tras las rejas, tienes que planearlo sin dejar rastros. No puedes dejar, que las emociones te ganen y convertirlo en una carnicería.

-Entonces podemos hacerlo, Lucas- toma mi rostro con sus manos y sonríe-. Podemos hacerlo y luego irnos juntos de aquí.

La miro a los ojos y sólo veo...¿emoción?

-No lo sé-. Me alejo de ella y salgo de la cocina. Cuando miro el reloj, veo que ya se ha hecho muy tarde.

- Mierda.

- ¡Lucas!- habla América y toma mi brazo-. Estamos hablando de algo importante.

-Mas bien de algo jodido, nena-. Digo mientras me acerco al sillón y tomo asiento.

-¿Crees que no lo se?

Se sube en mi regazo y automáticamente mis manos van hacia su trasero.

-Podemos hacerlo-. Susurra.

Imagino las posibilidades. Asesinar no es algo, que comúnmente salga en las conversaciones de pareja. Pero no puedo ignorar la chispa de emoción, que enciende mi cuerpo al imaginarlo, también podemos ir a parar a la cárcel durante muchos años, incluso perpetua. Imaginar no verla nunca mas hace doler mi corazón.

Si los atrapan, me dice una pequeña voz.

Una risa se me escapa y niego con la cabeza.

-Estas loca-. Digo, mientras la acerco a mis labios.

- Te lo dije-. Sonríe y toma mi boca, para reclamar un feroz beso.

Colocó una mano tras su cabeza y la acerco aún más. Mi pene despierta rápidamente, mientras ella empieza a frotarse sobre este.

-Mmm-. Gime y separa sus labios, antes de atacar mi cuello.

-Necesito follarte-. Digo con los ojos cerrados.

-Aún no puedes, cariño.

-Entonces móntame, pero necesito estar en tu interior. Por favor.

- Esta bien, pero sólo porque me encanta cuando ruegas.

Se aleja unos centímetros y me ayuda a quitarme la camiseta. Luego se encarga de su ropa, mientras yo me bajo el pantalón hasta las rodillas y tomo mi polla.

Una muy desnuda América, vuelve a mi regazo. Gemimos al unísono cuando mi polla, se introduce en ella.

-Dios, como he extrañado esto-. Digo mientras tomo su cadera y la ayudó a subir y bajar.

- Eres…eres un exagerado-Murmura con los dientes apretados-. No pasó tanto tiempo.

-Fueron mil años-. Digo antes de llevar sus tetas a mi boca.

Somos Oscuridad  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora