17

507 37 16
                                    

Lucas

-Camarero, ¿puedes traerme más pan?

- Lucas, muévete.

- Lucas, lleva esto a la mesa diez.

- Lucas, tomate tu descanso más tarde. Tenemos muchos clientes.

Empujó abruptamente la puerta del servicio del personal y la trabó. Me apoyo sobre el lavado e inclino mi cabeza hacia abajo, mientras respiro erráticamente. Mi corazón late muy rápido y mi visión se torna borrosa. Flexiono mis piernas hacia abajo hasta quedar de cuclillas y apoyo mi frente sobre el borde del lavado e intento controlarme. Luego de unos minutos me levanto y me observo en el espejo. Mi cabello está despeinado a causa de las repetidas pasadas de mi mano y mi rostro contiene pequeñas gotas de sudor, las ojeras son muy notorias y barba cubre mi rostro.  Aflojo la corbata, que desde hace horas me asfixia y remango las mangas de la camisa, hasta mis codos.

No he dormido en aproximadamente cuarenta y ocho horas. Los exámenes y el trabajo, cada día pueden más con mi resistencia. Estudiar en mis tiempos libres y salir de trabajar a altas horas de la madrugada, para luego ir a la escuela, están acabando conmigo.

América me había advertido de que, esto iba a suceder, pero no había querido escucharla. Necesito el dinero más, que nunca y no puedo renunciar.

Abro el grifo del agua fría, me inclino y mojo mi cara. Miro mi rostro en el espejo y vuelvo a pasar una mano por ella. Observo como esta empieza a temblar sutilmente.

-¡Mierda!

Palpo mis bolsillos buscando el pequeño frasco. Lo levanto hasta la altura de mis ojos. Maldigo cuando veo, que sólo queda un poco. Lo abro y colocó todo en el dorso de mi mano, antes de aspirar.

Un golpe en la puerta me sobresalta.

-Lucas, Stella quiere, que vuelvas-. Me habla Walter.

-En un minuto-. Digo mientras limpió mi nariz de cualquier evidencia.

-Bien.

Escuchó sus pasos mientras se aleja. Vuelvo a apretar el nudo de la corbata, pero no bajo las mangas. Salgo del baño y luego voy a tomar las órdenes.

Cuando llega la hora mi descanso. Salgo por la puerta del costado, que me dirige hasta un callejón. Me recuesto por una fría pared y busco mi paquete de cigarrillos. Levanto la cabeza y observo el cielo nublado y lluvioso. Expulsó el humo, cierro los ojos y escucho el bullicio de la ciudad.

La puerta a mi lado se abre y veo a Kimberly salir mientras desliza el cierre de su chaqueta hasta su mentón. Se rodea con sus brazos y frota sus hombros, buscando calor.

-Hey.

-¿Estas bien?-. Pregunta.

- Si, ¿Por qué no lo estaría?

-Amm, no lo sé. Por un momento pensé, que te desmallarías ahí adentro.

- Si, yo también. Pero sólo necesitaba un descanso-. Doy una calada al cigarrillo y luego se lo extiendo. Ella lo toma y se lo lleva a los labios. Empieza a toser y me lo pasa.

-¿Estas bien?-. Pregunto.

-¡Si! Sólo…sólo no fumo mucho.

-Mas bien nada.

-Tienes razón. Es la primera vez, que lo pruebo.

-¿Y por qué lo hiciste?

Ella se encoje de hombros.- ¿Curiosidad?

-¿Y te gustó?

-La verdad no.

Sonrió y vuelvo a llevar el cigarro a mi boca.

-Esta bien, es lo mejor.

-¿Por qué lo haces tú?

-Ayuda a controlarme.

Ella sólo asiente con la cabeza, pero no dice nada.

-¿Cómo está tú novia?

Frunzo el ceño cuando la escucho mencionarla ya que, no la conoce.

-Ella esta bien, ¿Por qué lo preguntas?

- Por nada…sólo me da curiosidad, que nunca venga a verte.

-Tú sales antes, pero ella viene a veces recogerme y nos vemos todos los días.

- Oh…Bien, creo que debería volver-. Dice mientras toma el pomo de la puerta y entra.

Luego varios minutos afuera, siento a mi celular vibrar en mi bolsillo, notificando la llegada de un mensaje.

Se te acaba el tiempo.

Maldita sea.

Tiro la colilla, vuelvo a entrar al restaurante y voy hacia la cocina.

A la hora de mi salida. Me colocó la capucha de mi sudadera, protegiéndome del leve rocío, que cae. Llegó hasta la estación del subte y me siento en una pequeña banca vacía. El lugar está casi desierto a excepción de una pareja muy acaramelada. Busco en mi mochila y sacó unos apuntes para repasar el examen, que debo rendir en unas horas.

Llevo unos quince minutos estudiando, cuando escucho pasos acercándose, antes de posicionarse frente a mi. Sin levantar la vista veo dos pares de zapatos.

Levanto la mirada y observo a Ashton junto a otro tipo. Siento a mi cuerpo tensarse, dejó mi cuaderno en la banca y me paro.

-Te avise, que se te acababa el tiempo-. Dice.

-Lo se.

-¿Lo tienes?

Niego con la cabeza-. Aún no.

El frunce los labios y niega-. Me caes bien Lucas. Sabes, que no quiero llegar hasta los extremos contigo.

No digo nada y fijamente nos miramos a los ojos. El tipo junto a él, camina y toma la libreta con mis apuntes. Lo ojea un par de páginas, mientras camina hacia las vías.
Luego empieza a destrozar las hojas.

-¡Hey!

El tipo no se inmuta y sigue arrancando. Llego junto a él y lo sujeto por el hombro. El rápidamente tira el cuaderno hacia las vías y sin poder evitarlo golpea fuertemente mi estómago.
Caigo de rodillas y a lo lejos escucho el agudo grito de la mujer. El tipo levanta el pie y lo coloca en mi hombro. Da un empujón y consigue, que quede en posición fetal sobre el suelo.

-Esto es sólo una pequeña advertencia Lucas, lo sabes. La próxima vez debes pagar tus deudas a tiempo. Lo dejé pasar en la fiesta, pero ya no.

El tipo vuelve a levantar el pie y da una fuerte patada a mis costillas. Cierro los ojos y aguantó ya que, es un dolor reconocido.

-No tienes mucho más tiempo, Lucas.

Escucho sus pasos alejándose, pero sigo sin poder levantarme.

-¿Muchacho está bien?-. Pregunta el hombre, que estaba junto a su pareja mientras se arrodilla a mi lado.

- Si, esto…estoy bien-. Digo con dificultad.

-¿Quieres, que llamemos a la policía?-. Pregunta la mujer.

- No, no hace falta-. Digo mientras trató de levantarme. El hombre me ayuda a llegar hasta la banca.

-¿Conocías a esos tipos?-. Me habla nuevamente la mujer.

-Aja.

La pareja comparten una mirada y luego escuchamos como llega el transporte.

-Este es el nuestro.- me dice el hombre-. Que te mejores.

-Gracias.

Observo como entran al subte y luego se cierran las puertas. Con dificultad tomo mi mochila y me lo colocó en la espalda.

Cuando llegó a mi casa, las luces de la sala están apagadas y sólo se escucha el canto de un grillo. Voy hasta la cocina y enciendo la luz fluorescente. Abro el refrigerador, pero sólo hay una botella con leche y el envase medio vacío de mantequilla de maní.

Tomo dos rebanadas de pan y unto un poco de mantequilla, preparando un rápido bocadillo. Sin molestarme en sentarme, lo devoró rápidamente. Antes de ir hacia mi habitación tomo una buena cantidad de agua.

Cuando cierro la puerta de mi cuarto, tiro la mochila hacia una silla y me despojó de las zapatillas. Me situó frente al espejo y con dificultad, trató de deshacerme de mi sudadera. Levanto la camiseta y observo el gran hematoma, que se está formando en mi pecho.

Somos Oscuridad  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora