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Lucas:

Después de clases voy a la biblioteca pública para ponerme al día con las materias que me cuestan ya que siempre llegó tarde, paso por la tienda 24 horas más cercana más comprar todo lo indispensable  que se necesita en la casa con el poco dinero que mi padre gana en el taller mecánico, muchas veces trate de convencerlo de que yo también podía trabajar pero siempre se negaba, el solamente quiere que yo dependa de el y que sobreviviera  con los 15 dólares que me da para mis gastos, antes no lo desafiaba porque siempre fue más grande que yo y tenía miedo de las graves golpizas que me daba, a medida que fui creciendo las golpizas ya no eran tan habituales como todas las noches ya que fui creciendo en estatura como en masa muscular.

Pero nunca me permití levantarle la mano a mi padre, por más que el gran hijo de puta se lo merecía más que nadie.

Ya es tarde cuando llegó a casa.

Con una mano sujeto las bolsas de mercadería, mientras con la otra tiro el cigarrillo acabado en la nieve.

Busco las en mis bolsillos mientras estoy en el porche de la vieja casa.

Escucho voces en la sala.

Y me congeló.

Los tres amigos de mi padre están sentados en el sofá con sus grandes y asquerosas barrigas de camioneros y con una lata de cerveza en las manos.

Julio es el primero en notarme.

-¡Vaya! chico al fin llegas-.Dice con una sonrisa que quisiera borrar mientras corto su garganta y hago que se ahogue con su propia sangre.

- Mira lo grande te pusiste los meses que no te vi-.Dice Antonio el  hijo  de puta que me conoce desde que nací.

- Ya no eres el niñito asustado que conocemos-.Dice Roberto mientras me examina de arriba a bajo.

No ya no lo soy. Pienso.

Sin dirigirles la palabra me adentro a la cocina y pongo las bolsas y mi mochila sobre la mesa.

Mientras empiezo a guardar la pasta en la alacena. Escucho la voz de mi padre.

-¡Imbécil! ¿Trajiste más cervezas?.

-Si, ya te las llevo-.Digo mientras guardo la leche.

- ¡Ahora imbécil!.

Con un suspiro cansado, tomo el pack de cerveza y voy a la sala.

Cuando entró a la sala, escucho que están hablando  de mi.

-Te acuerdas cuando sus pequeños bracitos trataban de liberarse con todas sus fuerzas, siempre me gustó que fuera un luchador-.Dice Julio mientras me mira.

Empiezo a sentir las náuseas en mi garganta y los temblores en mis manos.

Observo a mi padre para saber si hay alguna especie de mueca o disgusto o algo… mientras escucha a su amigo hablar.

Pero no hay nada, simplemente sigue mirando la televisión.

- Si, un pequeño rebelde-.Dice Antonio

Sin poder soportarlo más, tiro las latas sobre la mesa de madera con un ruido sordo, mientras rompe los platos que contenían maní y algunas frituras, todo cae sobre la alfombra.

-¡¿IDIOTA QUE CREES QUE ESTAS HACIENDO?!-.Grita mi padre mientras me dirijo hacia la puerta.

Lo ignoro y salgo a la noche fría.

-¡VUELVE AQUÍ BASTARDO Y LIMPIA LO QUE HAS HECHO!-.Sigue gritando.

Sigo caminado mientras colocó un cigarrillo en mi labios.

Somos Oscuridad  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora