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Lucas

América aprieta fuertemente mi mano antes de voltearse y mirar a su padre.

El señor Rose es un hombre que aparenta unos cuarenta y algo, con una complexión física delgada, su cabello un poco canoso lo mantiene hacia atrás con gomina, va vestido con un suéter de lana celeste claro, que estoy seguro que pertenece a una marca muy costosa, pantalón  de vestir sin ninguna arruga y unos zapatos bien lustrados.
Tienes los mismo ojos de América y a simple vista parece un hombre amable.

-¿Y bien? ¿Quién es tu amigo?-. Dice su padre mientras sostiene un vaso de whisky es su mano.

- El es mi novio-. me presenta.

-¿Tú novio?, no sabía que tenías novio hija-. lo dice mientras me lanza una mirada inescrutable.

- Pues ahora ya lo sabes-. vuelve a voltearse hacia la puerta. Pero otra voz nos frena.

-América, cariño creí haber odio tu voz.- habla una señora que aparece secándose la manos con un trapo de cocina. Deduzco que es su madre, es bajita con el pelo castaño y labios gruesos como los de América, tiene buena figura, los ojos también claros, pero con grandes ojeras. Algo no la deja dormir bien las noches al parecer.

-Querida.-habla su padre.-América me acaba de presentar a su novio, pero no me a dicho su nombre.- me mira como esperando que abra la boca.

-Ah…si, perdón. Me llamo Lucas…Lucas D'angelo-. Digo mientras suelto la mano de América y me acerco para extenderle la mía.

-Yo soy Conrad y ella es mi esposa Juliet-. Dice mientras  aprieta mi mano con más fuerza de la necesaria.

-Un placer, cielo-. Habla su madre, me extiende la suya. La aprieto delicadamente mientras ella me lanza una sonrisa forzada.

- Bien, Lucas vamos.

-¿Por qué no se quedan a cenar?. Juliet preparo bastante cerdo-. Habla su padre con una sonrisa.

- No, no vamos a quedarnos-. América estira de mi mano y vuelve a llevarme hacia la puerta.

-¿Por qué no?, puedo quedarme a cenar-.  Después de todo son los padres de América y tengo que llevarme bien con ellos y ganármelos, ¿no?.

-Perfecto-. Su madre expresa una gran sonrisa y da un pequeño aplauso.

América se me queda viendo fijamente a los ojos unos segundos antes de voltearse y llevarme con ella a otro sector de la casa.
Entramos al comedor donde tienen una larga mesa de madera bien lustrada, un hermoso arreglo de flores en el centro, con pequeños manteles individuales y la vajilla más fina que vi en mi vida, puesta para dos.

-Siéntense mientras les traigo sus platos-. Nos dice su madre.

América se sienta en el lado izquierdo de la mesa, mientras yo ocupo la silla que está a su lado. Su padre se sienta en la punta y se nos queda observando, incómodamente miro a América, pero ella sólo mira el centro de mesa en silencio.
Su madre aparece con la hermosa vajilla y lo coloca frente a nosotros.

-América, ¿Por qué no ayudas a tu madre a traer la comida?-. América sólo se mantiene en silencio, mientras sigue observando las flores. Me pregunto por que el no puede ayudarla también, pero me guardo el comentario.

La madre de América coloca la comida sobre la mesa, mientras América se observa las uñas, su padre me observa a mi. ¿Yo? Sólo estoy incómodo.

-Espero que les guste-. Nos dice con una agradable sonrisa en los labios, mientras sirve la comida en nuestros platos.

- Gracias-. Le digo cuando me pasa el plato con un gran pedazo de carne de cerdo, acompañada con un puré de papas y espárragos. Se me hace agua la boca ya que, no cuerdo cuando fue la última vez que comí una comida así.

-Buen provecho-. Habla su madre cuando toma asiento. Sólo se escucha el sonido de los cubiertos por varios minutos. Me concentro tanto en mi plato que me olvidó lo que pasa a mi alrededor.

-¿No te gusta hija?-. Le pregunta su madre.

- No tengo hambre.

Otro incómodo silencio.

-¿Y cómo se conocieron mi hija y tú, Lucas?-. Me pregunta su padre.

-Ah...América y yo, ya nos conocemos desde hace varios años, pero hace unas semanas empezamos a hablar y a vernos. Hoy lo hicimos oficialmente-. Lo digo con una sonrisa. América sólo mira su plato sin tocar.

-Hacen una hermosa pareja-. Nos dice Juliet.

-Gracias-. Digo mientras tomo la mano de América por debajo de la mesa y entrelazo nuestros dedos.

-¿Ya sabes en que universidad irás?-. Me tenso cuando su padre hace la pregunta.

- No, no iré a la universidad. No tengo para pagarla y con mis notas no me alcanza para conseguir una beca-. Sólo miro mi plato, ya no tengo hambre.

-¿Entonces, a qué te dedicaras?-. América da un pequeño apretón a nuestras manos unidas.

-Todavía no lo sé, Señor.

- No te preocupes, seguro encuentras algo que te guste  y en lo que serás bueno.

- Gracias, señora Rose-. Espero de verdad agradar a la madre de América y que no solo sean palabras.

- Pues tienes que esforzarte. No puedo permitir que mi hija siga saliendo con un perdedor-. Me dice el señor Rose seriamente. Vaya, eso me tomo por sorpresa, pensé que le estaba agradando.

-Y yo no voy a permitir que le hables así-.América se levante abruptamente de la mesa, provocando que su vaso con agua se derrame sobre la mesa.-No eres absolutamente nadie para decir quien es bueno y quien no lo es.

-Pero América no pued…

-Tú no digas nada madre. Vámonos Lucas.

Me levanto junto a ella y tomo su mano-. Gracias por la cena.- Es lo último que digo, antes que América me dirija hasta la puerta de salida.

Subimos a su coche en un completo silencio, ella solo se queda mirando al frente sin prender el coche.

-Necesito un cigarrillo-. Digo mientras bajo la ventana y busco en mi bolsillo el paquete. Lo prendo y doy un profunda calada al cigarro, antes de pasárselo. América lo toma sin mirarme y lo lleva a sus labios.

- No debí aceptar quedarnos a cenar.

- No, no debimos quedarnos-. Susurra.

-Solo quería caerles bien.

- Lucas-. Ella sube sobre mis piernas y me toma del rostro con las dos manos.- No necesitas caerles bien a ellos ¿si?. Ellos no importan para nada.

-Son tus padres, es importante-. susurró sobre sus labios.

- No lo son. Mira no hablemos de ellos, ya pasó y no volverá a ocurrir-. Junta sus labios con los míos y nos besamos perezosamente por varios minutos, nuestras lenguas se conectan y muerdo su regordete labio inferior. El celular de América suena interrumpiendo nuestro beso.

-¿Si?-. Dice cuando contesta.- No, no lo sé, se me olvidó.  Si voy a ir, está conmigo, se lo preguntaré.

-¿Quién era?-. pregunto cuando cuelga.

-Era Sara, me recordó que hoy son las carreras de motos.

-¿Carreras de motos? ¿Eso no se había acabado, luego de la muerte del chico de segundo año?.

-Si, pero ya sabes como son. Hace un año volvieron a correr, sólo que está vez es clandestino y la policía no se puede enterar-. Dice mientras juega con los cordones de mi sudadera. - ¿Irás?-. Pregunto.

Somos Oscuridad  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora