14

826 56 6
                                    

Lucas

Me volteo para mirarlo, pero el sigue sin moverse del sillón.

-¿Cómo?.

- No te hagas el imbécil, que sabes de lo que hablo.

Suspiro mientras me tomo el rostro con las dos manos. Estoy muy cansado y sólo quiero tratar de dormir unas horas.

-Es una chica con la que estoy saliendo. 

-Vaya. Debe ser muy estúpida como para estar con un perdedor como tú.
Siento que la ira fluye por mis venas cuando lo oigo llamarla estúpida-. No hables así de ella.

-Por favor-. Se levanta del sillón y me mira.- No seas tan ingenuo Lucas, aprovecha y follatela bien. Antes de que se dé cuenta la escoria que eres y te abandoné como lo hizo tú madre.

Cierro los puños hasta volver mis nudillos blancos por la presión, mi padre pasa por mi lado sin mirarme y empieza a subir las escaleras con dificultad. Sigo sin moverme después de escuchar la puerta de su cuarto siendo azotada. Observo el reloj y marca casi las cuatro de la mañana. Luego de unos minutos empiezo a subir las escaleras, escucho los ronquidos de mi padre mientras paso por la puerta de su habitación.

Abandonó la mochila en el piso, para luego sentarme en mi cama. Apoyo los codos en mis piernas y me tomo el rostro con las manos. No puedo evitar pensar en lo que dijo mi padre. América no me dejara, ¿verdad?.

Busco el pequeño frasco en mi bolsillo y lo sacudo un poco. Mierda, ya casi no queda nada. Colocó lo último en el dorso de mi mano e inhalo. Me deshago de mi sudadera y camiseta, hasta quedar con el torso desnudo.
Camino por mi habitación inquieto, me arrodillo en el piso y empiezo hacer flexiones. Luego de repasar los treinta, aún no puedo sacar sus palabras de mi cabeza. Me levanto y me siento en la cama, busco mi teléfono, marco su número y espero a que conteste. Pasan unos segundos, antes de escuchar su dulce voz, a través del aparato.

-¿Si?-. Contesta con voz adormilada. Mierda.

-Quiero verte-. Me pierna se sacude sin parar, mientras habló.

Suelta una pequeña risa-. Pero si nos vimos hace menos de una hora.

-Lo se, pero necesito verte, como ahora mismo.

-Bien, te iré a buscar y luego ya veremos, ¿si?.

- Bien, nos vemos. 

Sigo igual de inquieto y no paro de caminar por la habitación. Luego de lo que, para mi fueron horas, siento a mi celular vibrar. Es una mensaje de América avisándome, que está afuera. Me visto rápidamente y tomo a mi mochila donde tengo mi ropa del restaurante. Tomo una bolsa de plástico, que encontré en un cajón  y meto un poco de ropa para la escuela y libros. Colocó la gorra sobre mi cabeza y salgo.

Terminó de bajar las escaleras del porche y recorro los metros, que me separan del auto. Cuando cierro la puerta, me encuentro con la mirada interrogante de América.

-¿Estas bien?- No la contestó, sólo me inclino y junto mis labios con los suyos, para un abusivo beso.- ¿Estas bien?-. vuelve a preguntar al finalizar.

- Si, ¿Por qué no lo estaría?.

-Am…, no lo sé. Porque me llamas un poco desesperado, pidiéndonos vernos. Cuando nos acabamos de despedir. 

- No estaba desesperado. Si no querías verme tendrías, que haberlo dicho-.Lo digo un poco más brusco de lo, que pretendía.

-Esta bien, sólo cálmate. ¿ A dónde quieres ir?

- No lo sé.

- ¿Te parece bien, que vayamos a un hotel?

- No hay problema.

- Bien-. Nos mantenemos en silencio mientras ella conduce, buscando el primer hotel, que se nos crucé por el camino.

Luego de un pequeño viaje por la ciudad encontramos uno.  Estaciona en el aparcamiento, que está enfrente. El lugar no es para nada a lo que ella seguramente  está acostumbrada habitualmente, pero parece no importarle, porque baja del coche.
Cruzamos la calle y entramos al lugar. Un señor con anteojos, barba y cabello canoso, está cabeceando tras el mostrador. América me lanza una mirada y toca la pequeña campanilla.

Ding.

El hombre se sobresalta y casi cae de la silla. Abre los ojos y ajusta sus gafas, antes de mirarnos y limpiar la baba, que había caído por su barbilla.

-Buenos días-. Nos saluda después de comprobar el reloj.

-Buenas-. Saluda América.

-¿Cuántas habitaciones?

-Sólo una.

-¿Efectivo o tarjeta?

-Tarjeta-. Contesta América, mientras busca su tarjeta de crédito y se lo pasa. Por esto mismo necesitaba un trabajo, ya no puedo permitir, que América pague todo.

-¿Sólo una cama?-. Pregunta el hombre.

- Si.

-Aquí tiene-. Pasa la llave de la habitación y América lo toma.- habitación treinta y dos , tercer piso.

-Gracias.

Subimos las escaleras ya que, el hotel no tiene ascensor. Tomo la llave de sus manos para abrir la puerta, cuando llegamos a ella. La abro y observo la habitación. Desde la cama con sábanas blancas, un ventilador de techo, alfombra gris, una pequeña mesa de madera con dos sillas, un armario y  también la puerta de lo que, seguramente es el baño.

-Parece limpia-. América pasa por mi lado y deja su mochila en una de las sillas. La imitó dejando mis cosas junto a la de ella.

- Si-. Ella se despoja de su sudadera y jeans, quedándose sólo en ropa interior, antes de meterse en la cama. Me observa mientras yo me quito mis zapatillas y el resto de mi ropa hasta quedar sólo en mis boxers.

- Oye, ¿tienes coca?-. Le pregunto mientras dejo mi ropa en otra silla. Ella no me contesta, volteo a mirarla,  pero sólo me está viendo fijamente.- ¿Tienes o no?

-Eh…no, ¿ya te acabaste lo que te regale?

-Si- me acuesto tras ella y paso mi brazo alrededor de su cintura, atrayéndola hacia mi.- Esa mierda no alcanzó para nada.

- ¿No te parece, que deberías dejarlo por un tiempo? Ya sabes, para evitar cualquier adicción.

Depósito un pequeño beso tras su oreja.- No te preocupes, lo tengo controlado.

América se voltea y me mira a los ojos, mientras coloca una mano en mi mejilla.- ¿Por qué me llamaste, Lucas?

Una suave sonrisa se forma en mis labios.- Sólo quería verte. Ahora duerme, voy a programar mi alarma.

Sé que no me cree, pero aun así no me cuestiona. Sé inclina para besar mi labios y luego se vuelve a voltear. Estiró mi mano y tomo mi celular, activo la alarma a la hora en la que siempre me despierto. No se como actuará mi padre en unas horas, cuando se dé cuenta de, que no estoy en la casa y no tendrá su desayuno.

Me acurruco más con América y trató de dormir.

Me despido de Timmy y su mamá cuando bajo del coche. Hoy me trajo ella, porque olvidaron ir por mi. Otra vez.

Entró a la casa y cierro la puerta, antes de dejar mi mochila caer al suelo, porque me estaba lastimando. Veo a mi padre sentado frente al televisor viendo un partido de futbol, con una botella de cerveza en la mano.

-¿Dónde está mami?

-Se fue.

-¿Se fue a la tienda?-. Ella prometió, que iríamos juntos.

Mi padre se levanta del sillón y estrella la botella contra la pared, provocando, que estalle y se convierta en millones de pedacitos. Me sobresalto y automáticamente mis ojos se llenan de lágrimas.

-No, pequeño idiota, no fue a la tienda. Nos abandonó, té abandonó.

Lágrimas como cascadas caen por mis ojos y un fuerte sollozo explota en mi pecho.

-Es mentira-. Grito.- mami dijo, que ella prepararía un pastel de cumpleaños para mi.

Un fuerte golpe en mi rostro provoca, que caiga al piso. Un horrible dolor se expande por toda mi cara.

-Levántate mocoso y vete a tu cuarto. Ahora sólo somos dos.

Me levanto todo lo rápido posible, que puedo y subo las escaleras, pero no voy a mi habitación. Entró a la habitación de mis papás, abro el armario y empiezo a llorar nuevamente cuando no encuentro su ropa, voy corriendo hacia el baño, pero ya no está su perfume, ni tampoco su cepillo de dientes.

-Mamaá-. Grito con todas mis fuerzas, pero ella no responde.

- Lucas, amor despierta-. Escucho la voz de América, antes de abrir los ojos. La veo sobre mi y ella me observa con preocupación.- Estabas gritando y llorando.

-Lo siento-. Levanto mi mano y la paso por mi rostro. Comprobando, que tengo lágrimas redamadas.

-¿Qué pasa, Lucas?-. Susurra sobre mis labios.

-Nada.

- Por favor- ruega-. Dime lo que soñaste.

Suspiro antes de empezar hablar-. No era un sueño, más bien un recuerdo. Como te abras dado cuenta, los tengo con frecuencia cuando trató de dormir.- suspiro y cubro mis ojos con mi brazo.- soñé cuando mi madre me había abandonado.

-Pensé, que tú madre había muerto-. Abre mucho los ojos y se tapa la boca con las dos manos.- Mierda, disculpa. 

Un risa se me escapa-. No te preocupes. Si te digo la verdad, a veces deseo, que ella hubiese muerto. Así no me preguntaría todos los días, ¿Por qué me dejo?.

-Eres un chico increíble Lucas-. susurra.- No mereces todo lo que te pasa.

- A veces, creo que si lo merezco-. La miro a los ojos mientras hablo.- siento algunas veces una voz, que me susurra cosas malas en la cabeza, ¿sabes?. Me siento mal por la gente, que es más pobre, que yo. Me siento mal por los asesinatos, que hay. Me siento mal por las millones de personas, que seguramente están sufriendo en este momento. Pero está voz en mi cabeza me dice “Hombre, importa todo una mierda”.

Ella no aparta los ojos de los míos-. Yo también lo siento. Por más estúpido, que parezca no tengo idea si sólo tenemos una conciencia maligna o sólo somos nosotros mismos y tratamos de ocultar nuestra oscuridad.

-Siempre me habías  parecido la clase de estudiante, que tiene en la vida un gran futuro por delante, una de las chicas más populares, con  muchos amigos, muy buenas calificaciones, que aparece en el cuadro de honor, padres que seguramente siempre te apoyarán. La clase de chica, que no rompería un plato.

Una sonrisa se forma en sus labios-. Entonces estoy interpretando mi papel muy bien.

Frunzo el ceño-. ¿Cómo?

La alarma empieza a sonar y ella salta de la cama, para luego ir al baño. Escucho, que abre el grifo de la ducha y luego el agua correr. Me quedo unos  minutos en la cama preguntándome, que habrá querido decir.

Con un suspiro me levanto, cuando la veo salir del baño envuelta en una toalla azul marino. Me regala una sexy sonrisa, antes de dejarla  caer y buscar su ropa interior en la mochila. Se inclina y me da una perfecta vista de su trasero.

-Llegaremos tarde si continúas haciendo eso.

Me mira de reojo y aprieta sus labios tratando de ocultar su sonrisa-. Pero si no estoy haciendo nada.
La tomo de la cintura abruptamente, provocando que suelte un agudo grito, antes de que la arroje a la cama.  Me situó sobre ella antes de, que calle su risa con mis labios.

Somos Oscuridad  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora