Familia

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15 meses después sigue bajo mi piel, en mi alma, clavado muy profundo, causándome un gran dolor del cual no me puedo liberar. Fue hace 455 días, mi mundo se desmoronó, la sonrisa desapareció de mi cara, de un plumazo, y la alegría me abandonó. Ahora mis días se reducen a ir de la galería a casa y de casa a la galería, no tengo más vida que el trabajo, he dejado de salir, mis amigos me llaman constantemente. Soy del todo consciente de que mi luto esta durando mucho, pero cuando una relación tan intensa se rompe algo estalla en mil pedazos dejando todo lleno de astillas que duelen.

El 25 de enero de 2018 fue cuando todo esto me debilitó. En el fondo siempre supe que aquella relación no llegaría a buen puerto, había sido de todo menos buena. Se podría definir de mil maneras, tóxica, de ida y vuelta, visceral... era una relación insana que llenaba un gran vacío. No toda la culpa fue de él, pero en mi defensa diré que todo lo que hice fue para sobrevivir.

Sigo en el apartamento que compartimos, no he encontrado tiempo para buscar otra lugar dónde vivir. Mi trabajo es muy exigente, le dedico la mayoría de las horas y ello implica dejar el resto de mi vida de lado. Aunque en el fondo tampoco estoy segura de querer irme, aquello es mi hogar, es lo único que me queda de él. Son las ocho de la tarde y salgo de la galería dirección al matadero, llevo semanas dando negativas pero esta noche no he podido escapar, voy al encuentro de mis amigas las que han aguantado cada una de mis cagadas y mis malos días.

En diez minutos he llegado a nuestro lugar de encuentro y allí está ella, ella es Lucía, llevo semana huyéndole, mi mejor amiga, la que siempre ha estado conmigo. Me espera sentada en la terraza de nuestra pizzería preferida, enciende un cigarro y le da una larga calada. Mesa para cuatro, a nosotras se sumarán Leire y Luz. Nos conocemos desde que tenemos uso de razón, ellas son las guardianas de mis secretos.

- Ya era hora de que llegaras, Lya. Llevo aquí ya 15 minutos, siempre llegas tarde.

- Lo siento, en la galería este mes está siendo una locura.

- Nada, sí estoy acostumbrada.

- Vamos, no seas dramática, siempre llegas antes de hora. - Me acerco y le doy dos besos.

Siempre he pensado que el cosmos nos unió y desde entonces no nos separamos. En el instituto pasamos a ser las Lolitas y con 16 años nos tatuamos nuestra inicial en la muñeca, supongo que fue una locura de adolescente, pero simboliza nuestra amistad. Cuando me siento en la mesa veo aparecer a Leire, vestida con su traje de chaqueta, subida en tacones de 15 centímetros y con su pelo dorado recogido en un coleta.

- Perdone, nos pone un par de copas de vino.- Llamo la atención del camarero.- Chardonnay. Y una caña.

- Sabes lo que una chica necesita.- Dice Luz cuándo alcanza la mesa. - ¿Qué tal el día Lolitas?

- Largo.- Responde Lucía.

- Leire ha escrito un Whatsapp dice que llegara a y media. - Suspiro.

- Como siempre, esta mujer no se hace responsable con la edad. - Protesta Lucía. Me río.- ¿Qué te hace tanta gracia?

- Eres incorregible Lucía. Todas somos un desastre lo sabemos. - Digo entre risas.

- Siempre tan graciosa.

- Y tú tan maternal.

- Chicas, haya paz. Por una vez que podemos estar las cuatro no hace falta emplearnos a fondo. - El camarero llega con ls dos copas de vino y la caña.

- Por nosotras. - Dice Luz levantando su cerveza. - ¿Qué tal por la galería?

- Uff... ¿por dónde empiezo? Está siendo un mes muy caótico. Hay mucho trabajo.

Lolitas: LyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora