Cambios

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El otoño caía sobre gran vía, aun hacía calor pero estos días las tardes se estaban volviendo oscuras, las tormentas caían sobre la ciudad y sí estabas en la calle tenías que correr par ano mojarte. Son las siente de la tarde de un diez de octubre, estoy entrando por la puerta de mi casa, dejo caer el bolso y el maletín en el sofá y suspiro. Estoy agotada, ha sido una semana muy larga, con mucho trabajo y sin parar a respirar.

- Lucía, estoy en casa. - Grito desde da cocina mientras abro una lata de cola. - Lu, ¿estás aquí?

Tras el viaje Lucía se fue a Cadiz a arreglar las cosas, pero al llegar allí no le gustó lo que encontró, Elías estaba con una de sus compañeras de trabajo y aquello u la gota que colmó el vaso. Le dijo que ya no lo quería y que no podían seguir sosteniendo aquel teatro que no hacía feliz a ninguno de los dos. En el mismo día volvió a Madrid, a las tres de la mañana tocaba la puerta de mi casa, medio dormida no me hacía falta preguntar nada simplemente entró y se acostó conmigo en la cama. Desde entonces vive conmigo, han puesto el piso a la venta y desde entonces no saben nada de Elías, y desde mi punto de vista creo que es lo mejor, no es que se hiciesen daño es que no tenían vida en común.

Me asomo en la habitación y descubro que no hay nadie, así que saco el móvil y la llamo.

- Dime Lya.

- ¿Todavía estás trabajando?

- Salgo ya del despacho.

- ¿Vienes para casa?

- Si.

- Vale.

- Nos vemos en 20 minutos.

- Vale Lu.

- Hasta ahora

- Hasta ahora.

Desde que había pasado todo aquello me sentía como la encargada de su bienestar, me preocupaba muchísimo por que no lo pasase más, aunque intentaba no agobiarla. Tras aquello, solo sé que Sebas y ella se fueron de viaje unos días, pero al volver todo seguía igual, cada uno con su vida, supongo que necesitaban un tiempo para asentar todos lo que había pasado.

Me bajé de los tacones y me dejé caer sobre el sofá.cogí mi ordenador y revise un par de fotografías que me había mandado un artista y se lo mande a Silvia, íbamos a empezar a exponer fotografías, ahora mismo se vendían muy bien y necesitábamos abrir el mercado. Tras mandar el email, busqué un par de tiendas de material de dibujo que me habían recomendado y encargué un par de cosas. Mi móvil sonó un mensaje.

Diego

"¿Vamos a cenar?"

Lya

"Estoy un poco agotada, si quieres ven a casa y pedimos algo."

Diego

"Vale nena, paso yo a por la cena."

"¿Cena Lu con nosotros?"

Lya

"Creo que sí."

Diego

"Vale nena, en un rato nos vemos."

Después de agosto mi vida se había asentado, Diego volvió y tuvimos una conversación que yo considero bastante sincera, aunque me limité a hablar de la relación sin ahondar en mi vida. Me explicó toda la situación con Sonia, habían estado muchos años juntos y ella lo engañó. Supongo que se le acabo el amor, él puso tierra de por medio pero cuando él dejó todo atrás ella volvió, llamadas, mensajes y visitas que él no esperaba. Su familia quería que todo se arreglase, su madre adoraba a Sonia, la quería como si fuese una hija más y no aceptaba que ya no estuviesen juntos, por supuesto ellos no sabían las causas de la ruptura. Durante todo su relato yo había calladlo y escuchado, entendía lo que decía y solo le pregunté qué era lo que esperaba de mí, creo que ninguno de los dos estaba preparado para responder sinceramente a aquella pregunta pero lo que me dijo fue que esperaba lo que ahora teníamos, sin agobios y con sinceridad. Desde entonces aunque no queramos nombrarlo llevamos una vida de pareja aunque son nuestras particularidades, sin implicar a familia y a nadie, solos él y yo.

Lolitas: LyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora