Reencuentro

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Me despierto muy mareada y a los pocos segundo siento unas ganas horribles de vomitar, anoche debió sentarme algo mal, voy corriendo hasta el baño de la habitación, vomito, soy incapaz de controlar las nauseas, puede que sea por la ansiedad, recuerdo que cuando estaba en la universidad me pasaba lo mismo en época de exámenes. Cuando consigo volver a la cama no sé cuánto tiempo llevo sentada sobre el suelo del aseo, me he lavado los dientes y he vuelto a la cama medio a arrastras.

Miro el reloj que tengo sobre la mesita y solo son las 8 de la mañana, respiro profundamente, lo recuerdo a él, la noche anterior, frente a mi, y me digo a mi misma que es imposible que este hombre no sea el dueño de mi deseo, solo con mirarme me hace temblar, un calor invade mi piel. Sé que el día será complicado que tendré que pensar como reaccionaré con él, aunque creo que no me podré controlar. Llevamos más de un mes sin estar juntos, no sé si he sido justa, no sé si todo esto vale la pena, pero cuando busco dentro de mi solo veo decepción y eso es lo que no quiero sentir por él. Esto confusa una parte de mí me dice que él me quiere y que lo necesito en mi vida, pero otra me recuerda que me ha mentido entonces es cuando el sentimiento se vuelve amargo. Intento no pensar, intento no darle Emas vueltas e intento dormir un poco más pero esa sensación de mareo las nauseas me lo impiden, no paro de darle vueltas a las cosas no paro de pensar y esa sensación de agobio me impide descansar.

A las nueve me levanto de la cama, estoy molida pero ya no tengo angustia, me voy directa a la nevera. Encuentro un yogurt con pepitas de chocolate, sé que es de Lucía pero lo cojo y me lo como, necesito azúcar. Me siento en el sofá con mi yogurt y enciendo la tele, es domingo estoy cansada, he encendido la calefacción porque estoy congelada, fuera el día está muy feo, el cielo está encapotado, lloverá estoy segura. Lucía se levanta una hora después, me mira y se sienta en el sofá.

- Me duele mucho la cabeza.

- Eso se llama resaca, bonita.- Le digo.

- Si, anoche me pasé.

- Come algo y tomate un ibuprofeno.

- ¿Qué te pasaba esta mañana?

- ¿Me has escuchado?- Asiente.- Anda que te levantas.

- Todavía estaba metabolizando el alcohol. ¿Qué te pasaba?

- He vomitado, pero ya estoy bien.

- Igual deberías ir al médico.

- Ya me encuentro mejor.

- Eso es la edad, los 29 están ahí.

- Que graciosa.

- ¿Bajamos a desayunar a la cafetería? Quiero un bollo de canela con avellanas.

- Tiene un problema con el dulce.

- Venga va. Cámbiate yo te invito.

Me pongo unos vaqueros y un jersey de punto, las deportivas y espero a que Lucía salga de la habitación. Estos se creen que soy tonta y no me entero de nada, los escucho cada dos noches follar como si se acabase el mundo, y es cada dos noches porque la noche que hay en medio estoy segura de que duermen en casa de mi hermano para poder follar sin tener que contenerse. Se creen que soy nueva en esto. Lucía sale de la habitación, cojo el bolso y las llaves.

- Sebas te puedes bajar a desayunar con nosotras. - Grito cuando estoy abriendo la puerta. Lucía me mira y se pone como un tomate. - Te esperamos en la cafetería. - Salgo por la puerta y Lucía me sigue. Entramos en el ascensor.- ¿Hasta cuándo vais a seguir así?

- Lya.

- No digo que seáis la pareja enamorada que deseáis ser. Pero podéis darme un poco de normalidad, os escucho todas las noches. No me lo puedes negar.

Lolitas: LyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora