Distancia

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Seis meses, redonda como una peonza y sola en un hostal a 3 horas en coche de mi casa, el embarazo soñado. A las doce de la mañana recibí la llamada de Diego, me comentó que todo había ido bien dentro de lo que se podía y qué Rubén estaba en la incubadora. No me mencionó a Sonia y tampoco pregunté, se le notaba emocionado y en ese momento mi mundo cayó un poco más en la oscuridad.

- Nena solo un hora más e iré para el hostal. ¿Cómo te encuentras?

- Un poco fatigada pero bien. No tardes en venir, por favor.

- Lo siento nena. Llevaré algo de comer.

- Vale.

- Tengo que colgar cariño.

- Está bien.

- Te quiero nena.

- Y yo...- Cortó la llamada.- Yo también te quiero. - Digo mirando la pantalla del teléfono.

La pantalla se ilumina y encuentro un WhatsApp de Diego, es una foto de la incubadora, apenas se le ve, es un bebé, muy pequeño, entiendo la emoción que debe sentir, aunque no puedo compartirle. Creo que ese pequeño va ha entrar en nuestras vidas para quedarse. Le respondo un emoticono corazón y guardo el móvil. Me siento intranquila, como si los cambios estuviesen a punto de llegar.

A la hora de la comida aparece en el hostal con lasaña, devoro mi plato y cuando acabo me siento en el pequeño sofá que hay junto la ventana. Diego está muy hablador, me ha contado todo lo ocurrido, lo pequeño que es el bebé, ya que es sietemesino. Me dice que tendrá que estar dos meses en la incubadora y que le darán el alta cuando gane el peso adecuado, aquello me suena a dos meses más de soledad y tortura pero me callo.

Aquella misma tarde a primera hora me propone ir al hospital, no estoy segura de ello, pero se le ve tan emocionado que supongo que debo aceptar. No quiero encontrar con nadie allí, es la única condición que le pongo. Hacía las 4 de la tarde vamos al hospital y me lleva hasta la planta de neonatos, me comentan que debido a las condiciones en las que se encuentra Rubén no puedo acceder a la casa, ya que con el embarazo podría se portadora de alguna bacteria o a la inversa. Diego se pone serio, quería que conociese al niño, me acaricia la barriga y me dice que no pasa nada con la boca pequeña. El doctor nos comenta la situación en la que se encuentra Rubén, aunque Diego ya la conoce, aquello che que me sienta involucrada y me da un poco más de tranquilidad. Cuando acabamos de hablar con el médico salimos de la consulta con la mala suerte de que al girar en el pasillo nos encontramos con sus madres de frente.

 -¿Qué hace está aquí? - Dice su madre al vernos.

- Mamá por favor.

- No tienes vergüenza.-Me dice.- Todo esto es por tu culpa.

- María.- Le dice su marido.- Vámonos.- Tira de ella. - Yo avanzo para salir de allí. Una vez más menosprecios, estoy cansada.

- Mamá vas a tener que empezar a aceptar que ella es mi pareja y que esa que lleva en su barriga es tu nieta, estoy cansado de tus reproches, no quiero estar con Sonia a ver si te entra de una puñetra vez en la cabeza. - Sale detrás de mi. - Lya, Lya, por favor, espera... nena, por favor. - Logra alcanzarme y me coge del brazo.

- No puedo más con esto. No nos merecemos esto, no hemos hecho nada para que nos traten así.- Hablo incluyendo a Vega.- Me voy a Madrid, no quiero volver nunca. - Digo entre lágrimas cargadas de rabia. Me abraza.

- Todo esto es culpa mia.

- La culpa no es tuya y entiendo que quieras estar aquí pero yo no puedo más con esto. Voy a llamar a Lu o a Sebas y que venga a por mí cuando puedan.

Lolitas: LyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora