Capítulo 1

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El teléfono sonó por quinta vez, y por quinta vez, dejaba que la llamada de mi madre se perdiera. No estaba de humor para atenderla, aunque en realidad no estaba de humor para atender a nadie.

Di media vuelta en mi cama, la cual era demasiado grande para una persona. Ese día particularmente había amanecido gruñón, y no me apeteció ir al colegio. La soledad de la mini mansión era mejor que chicos parloteando por estupideces. Ya era casi de noche y yo no había salido de mi habitación más que para el almuerzo.

El teléfono volvió a sonar, pero no era mi madre.

Hinata Hyuga.

Con un demonio, si no le contestaba a mi madre menos a ella.

Hinata Hyuga, mi prometida.

Nuestras familias eran cercanas, compartían negocios y acciones, y en consecuencia terminé comprometido con ella hace dos años. La cena fue grande y de gala, se dió en Japón, y fue la única vez que regresé desde que me fuí.

Debía admitir que Hinata era bonita. Cabello largo y lacio azulado, ojos color perla, demasiado extraño pero lindo, y con un cuerpo de infarto para su edad. Pero no, no la quería. Era demasiado cínica y manipuladora, además, ¿Cómo iba a enamorarme de alguien que apenas veía? Para ser exactos, la última vez que la ví fue en la fiesta de compromiso.

Me sorprendí cuando ella me dijo que yo le gustaba. Se me hacía difícil de creer, aunque nos conociéramos de la infancia, sólo habíamos hablado un par de veces, nuestras familias eran cercanas pero nosotros no. Simplemente la ignoré.

Había tomando la decisión de preocuparme por la dichosa boda cuando el momento estuviera cerca.

Dejé el teléfono debajo de la almohada, al mismo tiempo que escuchaba cómo la puerta de mi habitación se abría.

—¡Ey, Naruto! — Uno de mis amigos de fiestas se aventó a mi cama.

—¿Quién te dejó entrar, Roy? — Pregunté con aire aburrido.

—Tu ama de llaves. En una hora Jessie hará una fiesta en su casa, tenemos que ir por supuesto, he venido por tí — Soltó sin rodeos.

—No quiero, hoy no.

—¿Qué? ¿De verdad ha llegado el día en que Naruto le diga que no a una fiesta? — Dijo Roy exagerando sorpresa.

—No me apetece, es todo — Respondí sin poder contener una sonrisa divertida por su reacción.

—¡Oh, vamos! ¡No puedes perdértela!

—Sí puedo.

—Pero no querrás. Estarán unas chicas ardientes que invitó Andrew, lo que necesitas es un buen acostón para que se te quite ese humor de perros.

Lo último dicho por Roy llamó mi atención. Habían pasado semanas desde que no tenía sexo, por supuesto mi "diversión" incluía mujeres, y las estadounidenses estaban más que dispuestas.

—¿Chicas ardientes? — pregunté despacio. Roy supo inmediatamente que había pescado el anzuelo.

—Oh sí, y de pechos grandes como te gustan — Anunció con media sonrisa.

Y eso fue todo. Levanté mi trasero de la cama.

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La sirvienta se apresuró a terminar la ensalada que Kushina-sama había pedido de último momento, una de sus compañeras entró con paso apresurado a la enorme cocina.

¡Y es que odio amarte!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora