Bajé del auto y no perdí tiempo en posar mi vista en aquella mansión enorme que se cernía sobre mí. Estaba igual a como la recordaba, blanca con grandes ventanales, y la gran puerta principal de roble que daba acceso al interior.
Entre y admiré un poco la nueva decoración, ya no era en diferentes tonos de azul como antes de irme, ahora tenía toques dorados y beige. Me dirigí a dónde se encontraba la oficina de mi abuelo, di un par de toques anunciando mi llegada y entré, con Kakashi a mi espalda.
—¡Mi hijo! — gritó con euforia mi madre mientras enredaba sus brazos en mi cuello.
Le devolví el abrazo, me hacía feliz volver a verla.
—Hola, mamá.
—Déjame verte. Déjame verte la cara — dijo tomándome el rostro con ambas manos al tiempo que reía.
Después del saludo de mamá, di media vuelta para encontrarme con mi abuelo.
—Estoy en casa, abuelo — hice una inclinación de cabeza en su dirección.
Hashirama se levantó del sillón en donde se encontraba, y se acercó para darme un apretón de hombros.
—Estás más alto — sonrió, luego volvió a su sillón — Ven, siéntate.
—Mi labor aquí a terminado — informó Kakashi — Me retiro, con su permiso.
—Buen trabajo, Kakashi — dijo Hashirama — Gracias.
Kakashi hizo una reverencia y salió de la oficina. Yo me senté en un sofá de cuero junto con mi mamá.
—¿Porqué no contestabas mis llamadas? — se quejó mi madre.
—¿Porqué llamabas tan seguido? ¿No te trata bien el abuelo? — pregunté.
—¿Tu abuelo? Me regaña por irme toda la tarde de compras, me tiene todos los movimientos calculados.
—Es que tú madre aún es una bebé llorona — se defendió mi abuelo — ¿La casa estaba bien para vivir? Les pedí que cuidaran bien de tí.
—Era demasiado grande — contesté — Muy brillante por el día, y muy oscura por la noche.
—Si era oscura entonces pudiste contemplar mejor las estrellas. ¿Que tal el colegio?
—Estuvo bien.
—Ve a descansar — dijo mirándome — Te ves cansado.
Sinceramente el cambio de horario me había pegado, así que agradecí internamente.
—Está bien.
Acto seguido me levanté y salí de la oficina luego de hacer otra inclinación de cabeza. Pero mi madre no parecía estar dispuesta a separarse de mí, y me siguió escaleras arriba hasta mi habitación.
Estaba igual a como la dejé, limpia por supuesto. Sin perder tiempo me aventé a la cama boca abajo.
—Mira lo guapo que te has puesto — comentó mamá — Me siento mal porque has crecido bien sin mí. ¿Hiciste amigos americanos de cabellos rubios como tú?
—Con grandes pechos — respondí con los ojos cerrados.
—¿No te drogabas allá, verdad? — preguntó ella preocupada.
—Descuida, sólo alcohol.
—¡Dios mío, niño! No te has tatuado, ¿verdad?
—Mamá, quiero dormir, dejemos la conferencia de prensa para después — le pedí.
La verdad es que sí me había tatuado. Tenía una extraña espiral en el estómago, sobre el ombligo. Mi madre no tenía porque enterarse.
—Está bien, te levantaré para la cena.
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¡Y es que odio amarte!
Ficção AdolescenteNaruto Uzumaki juró no enamorarse de la cínica Hinata Hyuga, quien además es su prometida, pero ¿podrá lograrlo siendo ella la única que puede pagarle con la misma moneda?