Capítulo 5

1.9K 154 8
                                    

Bajé del auto y tomé la mochila, ya me esperaba que me darían este tipo de recibimiento, era el chisme del día que Naruto Uzumaki había vuelto.

Pude ver a Ino, Tenten, y Sai entre los chicos que se amontonaban en la entrada, cuando iba llegando hasta ellos, Hinata se unió, abrí la boca para decirle algo, pero algo más captó mi atención.

Sasuke Uchiha también estaba ahí. No pude despegar mis ojos de él, y Sasuke no despegaba los suyos de mí, nos fuimos acercando lentamente, hasta quedar uno frente al otro. En ese momento Kiba llegó corriendo muy agitado.

—¡Sasuke, Naruto ha...! — se calló al vernos — Ah... Se encontraron... — se unió despacio a la multitud que nos rodeaba.

—Ha pasado tiempo, mi amigo — comencé a decir con marcado sarcasmo.

—Sólo hay que saludarnos, o se van a asustar los niños — contestó él señalando a nuestro al rededor.

—Parece que has seguido manteniendo tu reputación — comenté.

—Y tú no has perdido la tuya a pesar del tiempo. No creo aguantar estar en el mismo colegio que tú.

—Entonces deberías pensar en transferirte, porque yo no puedo, mi madre es la directora — dije.

—¡Ah! Así que tienes una madre y una mamá — hizo como que se cubría la boca — Lo siento. ¿Fuí muy lejos el primer día?

Lo miré fijamente, sin mostrar que su comentario me había enfadado. Justo en ese momento Hinata se puso entre los dos.

—¿Terminaste? — dijo mirando a Sasuke — Deja de...

No terminó de hablar, Sasuke la había tomado de la muñeca y arrastrado hacia él demasiado brusco.

—Tranquila, hermanita — dijo sin soltarla — ¿No ves que estamos hablando? Esto puede terminar en abrazos y lágrimas.

Sabía que el papá de Sasuke y la mamá de Hinata iban a casarse, pero eso no le daba el derecho a ese imbécil de tratarla así. Tomé a Hinata de la otra muñeca y la jalé hacia mí.

—No sé si abrazos — dije mirando al pelinegro — pero si quieres pídeme lágrimas, porque puedo hacerte llorar.

—Este año será interesante — comentó, y acto seguido se marchó.

La multitud comenzó a disolverse, no me había dado cuenta de que seguía teniendo agarrada la mano de Hinata, hasta que ella se soltó.

Comenzó a caminar lejos de ahí, se veía muy enfadada, yo también lo estaría si dos tipos me hubieran tratado como muñeca de trapo. La seguí.

—¡Ey, Hinata! — grité.

Ella dió media vuelta y me miró cruzada de brazos. Se veía linda enojada, sus mejillas se habían sonrojado.

Si tuviera un cuchillo ahora mismo me asesina.

Pensé divertido.

—¿Porqué no me dijiste que volvías? — soltó indignada.

—No se lo dije a muchas personas, de hecho.

—Si Ino no me hubiera dicho antes habría parecido igual de sorprendida que todos los demás cuando llegaste.

—Lo lamento — fue lo único que se me ocurrió decir.

—Ahora no me vengas con lamentos. Y por cierto, no te acerques a Ino o va a arrancarme el cabello.

Me reí.

—¿Porqué tomarla contra ti? ¿O lo estás inventando? ¿Acaso son celos?

—¿Por qué estaría celosa? No eres la última botella de agua del desierto — dijo solemne.

¡Y es que odio amarte!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora