Pasadas las ocho mi madre está esperando con el coche en el garaje mientras me pongo las bambas. Me echo colonia, me pongo la chaqueta, cojo las llaves de casa y les doy un beso a mis hermanos. Cierro la puerta y al salir veo el fiat rojo que compró mi padre cuando mi madre se sacó el carnet de conducir, me subo, me pongo el cinturón y enciendo la radio.
De camino al instituto sumergida en mis pensamientos un frenazo los interrumpe de golpe.
–¡AAIII! ¿Estás bien, estás bien? No te había visto, lo siento mucho– dice mi madre saliendo del coche rapidísimo.
Al frente veo un chico, se podría decir que de mi edad o un poco más mayor, guardando el móvil en el bolsillo.
–Lo siento, ha sido culpa mía que iba con el móvil y no he mirado antes de cruzar– dice el chico fijando la vista en mí.
Es alto y rubio, los ojos no se los puedo ver bien porque no veo de lejos, pero puedo deducir que es guapísimo, aunque si me lo encontrara por la calle no sabría reconocerlo.
–¿Pero seguro que estás bien?– le pregunta otra vez mi madre.
–Sí, sí, ni me ha tocado– le vuelve a decir el chico esta vez mirándola.
–De verdad que lo siento– le dice por quinta vez.
–No se preocupe, de verdad que no me ha dado.– Y dicho esto, se despiden y veo como el chico misterioso, el cual no veo porque no llevo las gafas, me mira por última vez y da media vuelta y sigue por su camino.
–Mamá, ni le has tocado– le digo cuando se sube al coche.
–Ya, pero no sé, me he asustado– dice con una risa nerviosa y seguidamente le sube el volumen a la radio. Está sonando mi canción favorita así que decido abandonar la conversación y no decir nada más.
Una vez en la puerta me desabrocho el cinturón y abro el espejito del coche para comprobar que sigo igual que he salido de casa.
–Recuerda que tienes que recoger a tu hermano a las 14:00. –Me vuelve a decir mi madre. Lleva casi toda la semana diciéndome que el primer día de colegio tengo que recoger a Marc porque ella tiene que estar en la tienda.
–¿Y Anna?– Me extraña que no me lo haya planteado antes ya que me ha dicho lo mismo quinientas veces durante toda la semana.
–Se queda al comedor, ya te lo dije. Ves como no me escuchas.– No me acordaba.
–Ah, es verdad– le digo mintiéndole.– ¿Puedo llevar a Marc al McDonald's? Esque estaba un poco triste esta mañana por lo de papá.
–¿Qué le pasaba?
–Decía que todos nos vamos de su lado.
–Ya hablaré mañana con él cuando lo lleve al cole.
–Vale, ¿pero lo puedo llevar? Que no me has contestado.
–Sí. ¡Pero no estéis toda la tarde ehh!
–Vale, vale, me voy antes de que llegue tarde, te quiero– salgo del coche y cierro la puerta de un portazo.
Abre la ventanilla y me dice:–Yo también y pórtate bien– y me lanza un beso con la mano.
–Mamá– le digo en tono de enfado y poniendo los ojos en blanco. – Que ya soy mayorcita. No hace falta que me digas eso.– Me acerco a la ventanilla riéndome. –Me portaré fatal.– Sonrío y me dirijo hacia la puerta del instituto.
Al entrar, está tal y como lo recordaba. Las paredes llenas de calendarios y pancartas que cuelgan los profesores para que no nos olvidemos de las cosas, las taquillas llenas de grafitis y recepción a rebosar de gente. El techo está agrietado y me da a mí que algún día se caerá, pero el año pasado dijeron que este verano reformarán todo, las paredes, el techo, las clases... Así que de aquí a unos meses esto cambiará.
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TÚ Y YO
RomanceLaura. Toda su vida ha vivido en Cadaqués rodeada de las mismas personas, en una casa al lado del mar junto a su familia. Este año empieza 2° de Bachillerato. Toda su vida ha estado haciendo locuras y a tomado malas decisiones hasta el año pasado q...