CAPÍTULO 5

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Estoy a punto de caerme por las escaleras, hasta que un chico me coge del brazo con fuerza y me acerca hacia él rápidamente. Al instante nuestros cuerpos se tocan y un extraño hormigueo me recorre de cabeza a pies.
Puedo ver cada rasgo de su cara, sus ojos azul-verdosos, sus labios hinchados –que están a un centímetro de mi boca– su nariz pequeñita y su pelo liso y perfectamente colocado. Nunca lo había visto por el instituto así que supongo que será nuevo.

Mi subconsciente me está diciendo que me aparte de él pero mis pies dicen lo contrario. Así que estoy ahí pasmada mirándolo como si fuera un experimento del laboratorio.

–Perdón, pero podrías apartarte del medio. –Me saca de mi sueño y vuelvo a la realidad.

–¿Perdon...a?– balbuceo.

–Ya me has oído. Que la próxima vez te quites del medio.– Coge y se va con sus amigos riéndose de a saber qué.

Cuando levanto la cabeza después de pensar en lo que acaba de pasar veo a Oliver saliendo de clase viniendo hacia donde estoy yo.

–Tía, ¿has visto la mierda de tutor que tenemos? –me dice mientras bajamos las escaleras. –Si este viene a París ya nos podemos despedir de la diversión.

–Espero que no venga.– Le digo abriendo el emboltorio del bocata y todavía pensando en lo de las escaleras.

–¿Estás bien?– me dice poniéndose delante mío en un segundo.

–Sí ¿por?– mi voz no suena muy convincente.

–No sé te veo rara. Bueno pase lo que te pase tienes un motivo para alegrar esa cara porque de aquí a nueve meses nos vamos a París. –Dice entre risas. –La ciudad del amor. –Pone voz dramática y me coge de la mano dándome una vuelta.

–¿Sabes que también es la cuidad de la luz? Porque fue la primera ciudad tanto en las calles como en los edificios que hubo luz eléctrica.– Digo en tono superior.

–Vale lista perdón. –Se ríe y vemos la puerta donde sales al patio.

Al llegar localizamos a África sentada en un banco, pero no veo ni a Sandra ni a Arnau.

–¿Habeis visto a ese tío de ahí?–dice a medida que vamos avanzando hacia el banco. Y veo que África está sañalando al chico que casi me tira por las escaleras. –¿Es nuevo no? –Dice apenas en un susurro. Y se me forma un nudo en el estómago, pero no le doy importancia.

–Sí, se llama Nathan– prosigue Oliver sentándose al lado de África– mi madre me ha dicho que hubo una movida bastante grande con sus padres cuando vivían en Madrid, y su madre se mudó con él y con la hermana, aquí. La hermana tiene la edad de Marc – me dice mirándome – o un poco más grande y creo que se llama Carla.
Bueno – dice ahora mirando a África – el caso es que el padre pegaba a la madre y el pobre chaval lo ha pasado mal. Corren rumores de que también le pegaban a él pero no sé, son rumores, así que no vayáis diciendo nada por si acaso.

–¿Y como sabe tu madre todo esto? –intervengo a la vez que le doy un mordisco a mi bocata.

–Porque son vecinos nuestros, se instalaron hace cuatro meses y viven enfrente. Encima, ya conocéis a mí madre, comenzó a hacerle el interrogatorio del siglo y la madre de Nathan no tuvo más remedio que responder.

–¿Y a que curso va?– le pregunta África.

–Creo que va a ciclos superiores, es su último año como el de nosotros pero tiene un año más.

Quiero contarles lo de las escaleras pero en ese momento aparecen Arnau y Sandra de la mano.

–Hola tortolitos– dice Oliver. ¿Están saliendo?¿Eso cuando ha sido?¿Cómo qué no me he enterado?

Me molesta muchísimo que nadie me haya dicho nada. No me importa que estén saliendo ni mucho menos porque eso ya lo superé, me molesta el echo de que no me dijesen nada ninguno de los cuatro.

Arnau se me queda mirando con cara de preocupación porque supongo que me habrá visto un poco molesta, pero sé que me mira así porque está pensando a ver si me incomodará o algo.

–¿Estáis saliendo?– les pregunto sonriendo. No sé si pueden notar la falsedad en mi sonrisa pero parece que todo va bien y nadie se percata.

–Sí tía, como te hemos dicho antes, este verano han pasado muchísimas cosas.– Me mira con preocupación.– ¿No te importa no?– Al decirme esa pregunta todo el enfado y la rabia que tenía se desvanece en cuestión de segundos.

–No, no me importa que estéis saliendo, lo que me molesta es que no me dijeras nada. Por mucho que tú novio sea mi ex esas cosas me las tienes que decir ¿Vale?

–Esque me daba cosa por si te enfadabas o algo.

–¿Cómo me voy a enfadar? Sandra eres mi amiga y Arnau también así que siempre me voy a alegrar por lo que os pase. A parte ya se os notaba antes de verano cuando os echabábais esas miraditas y os tocabais las manos sin querer eh –Pongo una sonrisa picarona.

–Sí... Bueno, ¿y de qué estábais hablando antes de que llegáramos nosotros?- pregunta Sandra para cambiar de tema porque se nota que le estoy incomodando.

–Del nuevo.– Contesta África levantándose del banco.

Acaba de tocar el timbre y tenemos que subir para clase otra vez.

–¿Nathan?– pregunta Sandra caminando al lado mío y de África.

–Sí. Nos ha dicho Oliver que se ha mudado este verano aquí y que cree va a ciclos superiores.

–Está en lo cierto. Va con la pandilla de Isaac a veces pero la mayor parte del tiempo la pasa con los fumetas de ciclos.

Al subir, entrando a clase una mano me agarra del brazo y me dirige hacia un rincón. Cuando giro la cara veo que es Arnau.

–¿Seguro que no te molesta que estemos saliendo?– me pregunta súper serio. No recuerdo haberlo visto tan serio desde que rompimos.

–Arnau estoy segurísima, no me importa. Lo que sí que me importa es que nadie me dijera nada porque antes de todo va la amistad pero de verdad que me alegro muchísimo por vosotros dos. –Arnau se acerca a mí y me da un abrazo, yo se lo devuelvo igual de fuerte. –Venga, va que nos van a poner falta. –Le digo entrando a clase estirándole de la mano.

TÚ Y YODonde viven las historias. Descúbrelo ahora