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" Destino en juego"


La brisa era cálida, el clima era sofocante y los rayos de sol golpeaban directamente a su rostro.
Los omegas estaban siendo guiados en completo silencio, tan solo se escuchaba el canto alegre de los pájaros y sus pisadas por el saludable césped.

Su cabeza estaba agachada. Aun podía percibir la extraña inquietud que se albergaba en su ser, confudiéndolo de sobremanera. Con el acelerado palpitar de su corazón reviviendo aquel momento cuando sus miradas chocaron, la intensidad de la penetrante mirada del hombre alfa, le provocaba un sentimiento agradable pero confuso.
No podía describirlo, no era para nada algo que hubiera vívido antes.
¿Aquello era normal?

De pronto chocó su rostro abruptamente con la fuerte espalda del guardia golpeándose la nariz.  El hombre indicó que habían llegado a su destino, al que de ahora en adelante llamaría  "Hogar ", no podría salir del recinto a menos de que el emperador lo solicitara.

En frente suyo se encontraba una agradable edificación, rodeada por un hermoso lago dándole un toque armonioso a la ambientación y haciendo contraste con los grandes árboles de Álamo que se erguían imponentes pero se mecían  de manera agraciada con la brisa.
Desde donde se encontraba podía observar las coloridas carpas que nadaban en el lago dibujando hermosos círculos en el agua.

Su visita se enfocó en la entrada al recinto, que se hallaba adornada con hermosas flores de Mugungwa , las cuales se complementaban con el intenso color verde del bambú brindándole así un toque místico.

Jimin, junto con los demás omegas. Se adentraron al interior de la edificación, había un pasillo adornado con una alfombra con detalles en distintos colores.

Siguió la indicación entrando a sus aposentos. Tenía un ligero pero delicioso aroma a incienso, el ambiente era acogedor, habían dos camas ordenadas y pulcras, los linos que las vestían poseían elaborados estampados florales que hacían juego con la decoración del lugar.  
Pero se percató de que no tendría el privilegio de la soledad, pues allí se encontraba el apuesto Omega de cabello grisáceo mirando entretenidamente por la ventana de la habitación.
Era el mismo joven que le había salvado de hacer el ridículo en la célebre coronación del Emperador.

Tendría que llevarse bien con el muchacho, quién sabe cuanto duraría allí compartiendo un mismo espacio con su nuevo compañero. Por lo que en algún momento tendría que conocerlo.

—Hola—Saludó gentilmente, unos ojos verdes se posaron en él con una mirada dura y alerta. Expresión que se suavisó cuando se percató de que tan solo era otro Omega del harén—. ¿C-cuál es tu nombre?

El más alto lo miró de pies a cabeza para luego hablar.

—Kim Taehyung—Habló seco—. ¿Cuál es el tuyo?

Jimin levantó la mirada con una ligera sonrisa dulce.

—Soy Park JiMin—Respondió con amabilidad extendiendo su mano hacía Taehyung.  Éste le miró a sus ojos estrechando su mano, perdiéndose en esos hermosos orbes azules, los cuales estaban llenos de bondad y nobleza. No había malicia en su mirada.

En el fondo se apenaba de que un ser tan puro, como parecía el pequeño Omega, fuera a ser utilizado como un juguete para el deleite de un tirano que le robaría la inocencia y la dulzura.
Salió de sus pensamientos al ver a Jimin buscando algo entre su equipaje, sacó una pequeña cajita con Yakgwa.
Su estómago reclamaba por comida, pues con todo el alboroto no habían podido consumir ningún alimento en absoluto.

Jimin puso la cajita a la altura de sus manos, hizo un gesto indicándole que podía tomar de su contenido. Con sus dedos sacó una de las galletas llevándola a la boca, saboreó su sublime sabor, degustando la preparación fina y minuciosa.

El Emperador 국민 ♣Kookmin♣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora