☯ • Prólogo

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"Luna de Sangre"



El ambiente estaba oscuro, solo había una tenue luz proveniente de una vela color blanca enterrada entre la suave y esponjosa textura de un delicioso pastel.
Las pálidas y delicadas manos femeninas sostenían el pequeño manjar que iba dirigido al pequeño niño de cabellos rubios y ojos azules pequeños que miraban con travesura el pequeño pastel.
A su lado, su hermana le observaba con los ojos abiertos y una pequeña sonrisa alentando al niño a finalmente pedir un deseo.

Todo estaba en silencio, refugiados en un viejo granero abandonado ubicado en unos campos totalmente aislados. Allí cada noche el cielo nocturno se veía decorado por estrellas diminutas y titilantes. También se escuchaba el relajante sonido de los grillos.

Para Jimin, aquel lugar era increible. Mucho mejor que cualquiera en el que hubiese vivido antes, su mente llena de creatividad, no hacía más que admirar cada mínimo detalle que encontraba.
A él no le importaba el olor a humedad que predominaba el lugar, puesto que este era completamente opacado por el dulce aroma a frutos del bosque de su progenitora. Además del suyo propio y el de su hermana Beta, Chaeyoung.
Un pequeño infante como Jimin no podía tener más expectativas.

—Jimin... Sopla la vela—Habló su hermana recogiendo sus piernas brindándole acceso a su hermano omega para pedir un deseo. Se escuchó el adorable balbuceo del bebé en brazos de su madre, ambos hermanos se carcajearon sonoramente.

—Niños, hagan silencio—Susurró la madre llevando su dedo indice a sus labios esponjados.
Los pequeños asintieron cohibidos.

El pequeño Jimin, de apenas nueve años sentía su conexión maternal con la adorable mujer que sostenía a su hermano más pequeño entre sus brazos. Sentía su angustia, sus nervios, además de que los últimos días se le había visto desesperada e irritada por una razón totalmente desconocida.

Claro estaba que su vida con sus hijos como hermitaños sin un lugar estable, escabulléndose de quién sabe qué, no era un motivo de felicidad y orgullo.
Aunque los niños aún se encontraban muy pequeños como para entender la complejidad de su miserable situación.

La falta de alimento y la constante desesperación que le causaban las circunstancias de vida de sus hijos, al vivir angustiada por qué depararía el destino el día de mañana.

Observó la ventana por quinta vez en la noche, sus ojos se abrieron como platos. La luna roja estaba en su mayor punto.

De pronto, el estruendoso sonido de la puerta del granero siendo azotada perturbó a la desdichada mujer provocando su llanto desconsolado e instantáneo.
Dió un fuerte grito cuando vió la pequeña llama de la vela impactar contra la madera provocando que surgieran ardientes llamas, escuchó el llanto de sus hijos junto con sus confusos gritos.

De un fuerte manotazó empujó a sus hijos lo más lejos que pudo de donde se encontraba. Sintió sus ropas hervir y como pudo intentó que su pequeño bebé pudiese salvarse. Todo sucedió tan rápido, en una muerte tan éfimera.
Que para cuando sus ojos se cerraron, el granero era consumido por las llamas de fuego junto a su cuerpo y al pequeño retoño de su cuerpo.
El llanto del bebé había cesado quedando el granero en el más desgarrador silencio.

Afuera de allí, contra el suelo yacían cohibidos los pequeños mellizos llorando desconsolados. Chaeyoung, consciente de lo que ocurría imploró piedad a los soldados recibiendo una fuerte patada.

El pequeño omega escuchó un fuerte impacto, su rostro estaba hundido entre la tierra gracias a la pierna de uno de los soldados. De pronto el llanto de su hermana también había cesado, su cuerpo temblaba y sus llanto quemaba sus ojos.
Cerró sus ojos con fuerza esperando la muerte.

—Hemos exterminado a todos los omegas del imperio, la orden del Emperador ha sido cumplida—Escuchó—. Suelten al engendro.

La noche de la luna sangrienta había cesado, la sangre de pobres almas inocentes de omegas sin ninguna culpabilidad por fin había sido derramada.
Cuando abrió sus ojos de nuevo, supo que todo había cambiado.
Que su corazón lleno de esperanzas y sueños, ya no volvería a ser el mismo.

Gracias a aquel comerciante que se paseaba en caballo, no se había quedado vagando como un pobre ingenuo sin conocimiento alguno de la vida.













El Emperador 국민 ♣Kookmin♣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora