Stephen
***Hace un par de horas atrás***
— ¡¿Dime a que has venido?! ¡¿Cómo te atreves a amenazarme después de todo?! ¡¿Ah?!— había alcanzado a Robert, solía ser nuestro amigo, hasta que nos traicionó. Sabía que Max cuidaría de Camila mientras me quedaba afuera. Decidí alcanzar a Robert porque necesitaba asegurarme de que Gonzalo, el hombre para quién solía pelear, aún no supiera dónde resido.
— Fue una advertencia, por los viejos tiempos. Tómalo como una deuda saldada— ¡maldito bastardo! Nada de lo que haga retribuirá su traición. Dejé escapar una risa amarga e irónica ante sus palabras.
— Aún así seguirás debiéndome tú asquerosa vida. Nunca olvides que gracias a mí, sigues vivo.
—Te lo repito, cuídense. Me lo agradecerás luego, ya lo verás. Gonzalo no tardará en saber tu punto débil.—subió a su coche y me dejó con la palabra en la boca. Quería saber porqué había venido, por qué me estaba advirtiendo, si después de todo seguía del otro lado. ¿Por qué qué lo hacía?. Se dió cuenta de que Camila es importante para mí y tiene razón, Gonzalo no tardará en descubrirlo.
Luego de eso no pude siquiera mirar directamente a los ojos a Camila. Me sentía culpable por no decirle toda la verdad.
*** Actualmente ***
Al salir del departamento, dejando sola a Cam, lo había hecho porque no sabía hasta dónde llegaría con sus preguntas y no quería seguir mintiéndole. Porque eso había hecho. Al no decirle que del hombre que creía su padre, era de quién quería vengarme.
No quería decirle que al principio únicamente quería utilizarla para mi venganza. Y mucho menos... que ya era un asesino. Porque en eso me había convertido desde que huí de aquel lugar. Había matado un hombre a golpes, lo había hecho con mis propias manos.
El único que sabía lo ocurrido era Max. Nunca pudieron encontrar el cuerpo pero si me quedaba en ese lugar, no iba a poder cumplir con mi venganza e iba terminar pudriéndome en la cárcel. Max me ayudó a escapar y todo estaba yendo bien. Hasta hoy, que Robert llegó a nosotros. Debo encontrarlo y hablar con él.
Algo sabe pero no me lo dirá tan fácilmente. Tengo que encontrarlo antes de que Gonzalo lo haga conmigo. También hablaré con Max, creo que en verdad tomaré sus palabras, Camila deberá vivir con él. Será lo más seguro para ella, en caso de que esos malditos sepan de su existencia. No puedo arriesgarla y exponerla en peligro por mis errores del pasado.
Cuándo regresé al departamento las luces de la sala se encontraban apagadas. Fui hasta el dormitorio, al abrir la puerta me fijé que sobre la cama se encontraba el pequeño cuerpo de mí ángel, respirando tranquilamente. Estaba dormida de lado, una de sus manos la tenía puesta debajo de su mejilla. Podía contemplar su rostro con el reflejo la única luz que estaba prendida en medio del pasillo.
Cerré silenciosamente la puerta, me despojé de mis zapatos y mi ropa. Quedándome en bóxer para poder acostarme al lado de Cam. Solía dormir siempre de este modo pero antes lo hacía solo. Ahora con Cam, todo es distinto.
Una vez metido en la cama, me quedé observándola detenidamente. Ella era todo y más de lo que pude haber esperado en esta vida. No quiero que nada malo le pase, no me lo perdonaría nunca. Acaricié suavemente su rostro, me acerqué con cuidado dejando un beso sobre sus labios.
Se removió un poco y luego susurró mi nombre. La atraje hacia mí abrazándola para que pudiera seguir durmiendo. Quería tenerla así, siempre. En mis brazos, sabiéndola protegida, segura y conmigo.
— Duerme cariño, ya estoy contigo. Descansa— acariciándole la espalda con su cabeza sobre mi pecho, ella volvió a quedar dormida. Me tardé un par de horas poder conciliar el sueño aún sabiendo que Cam estaba a mi lado, aún sabiendo que podía protegerla y mantenerla al margen de todo lo que arrastraba del pasado, sentía que debía de hacer algo.
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Lista para amar - DISPONIBLE EN LIBRERÍAS
RomanceStephen Rusell no sabía que se había perdido a él mismo, creía que todo había sido culpa de ese hombre. El hombre que así como trajo destrucción a su vida, le dará lo único que podrá salvar su alma. Pero... ¿estará listo para sufrir las consecuenci...