Camila
— Ya pasó, ángel. Estás conmigo—Desperté de un susto, había tenido otra pesadilla. Stephen se encontraba al lado mío, lo abracé sintiéndome protegida. Estos últimos días fueron espantosos. No sé cómo mi padre pudo ser capaz de hacerme algo así. Mamá me lo dijo, antes de morir dijo que él era un hombre malo. Y ahora lo sé.
Dejé escapar un largo suspiro reposando la cabeza sobre el hombro de Stephen. Él en verdad era la calma para mí, era un bálsamo para mis heridas. A veces creo que mi corazón únicamente lo aguardaba a él. Es cómo si estuviéramos hechos el uno para el otro.
— Te quiero Stephen— sentí que se tensó ante mis palabras, tal vez lo había dicho muy pronto. O tal vez él no siente lo mismo. Nos quedamos en completo silencio por unos segundos. No quería arruinar lo que habíamos iniciado pero mis palabras fueron completamente sinceras. Y no pude evitarlas. Evite romper el abrazo para no mirarlo a la cara, sentía que con cada segundo que pasaba su silencio me hincaba como aguja en el corazón.
— ¿Crees que estas lista para amar Camila?— Stephen se deshizo del abrazo colocando sus manos sobre mis hombros, mirándome a los ojos. Su pregunta me había desconcertado— ¿Sabes quién soy realmente? ¿Qué pasaría si descubres que no soy quién piensas?
— Stephen ¿Por-por qué me dices eso?— me erguí tomando un poco más de distancia. Parecía ser de nuevo el chico a quién conocí la primera vez. El chico a quién no le importa nada ni nadie— ...Tú me salvaste, eres, eres el hombre en quién confío, a quién...a quién yo me-
— Shh...no sigas— colocó un dedo sobre mis labios. Stephen estaba extraño, es el hombre a quién me entregue. Sé que eso fue real, fue verdadero. No puede negármelo— que haya sido el primero en tu vida, no significa que sea el indicado, el hombre correcto.
— ¿Qué?— susurré con miedo esa pregunta, alejándome aún más de Stephen. Levantándome de la cama. Él llevó sus manos a su rostro fregándose cómo si no supiera qué hacer. Desvíe mi mirada al suelo sin entender su actitud, se acercó a mí nuevamente colocando una mano sobre mi mentón.
— Lo siento, no quise decirlo de ese modo. Mírame ángel, te quiero. Te quiero desde el primer día en que te vi— no quería mirarlo, sabía que si lo hacía me desarmaría en un segundo—por favor mírame, soy un idiota. Y tengo tanta mierda encima qué tengo miedo de mancharte.
Apoyó su frente con la mía para luego aproximar sus labios sobre los míos delineándolos con su lengua y terminar con un beso. ¿Por qué me hacía esto? Creo en él, sé que es el hombre de quién me enamoré. Pero su palabras hieren, cómo si él estuviera jugando conmigo. No siente lo mismo que yo, por eso no me lo dijo como respuesta a mis palabras. Intenté separarme pero Stephen intensificó el beso y rodeó mi cintura con su brazo izquierdo.
Solté un pequeño gemido, sus besos eran cómo una droga. Tenía que parar ahora sino perdería el control. Parecía que de pronto Stephen se encontraba desesperado por querer demostrar lo contrario a sus palabras. Pero inclusive si así fuera, su acción ya lo dijo todo.
— Basta, basta Stephen— desvíe mi rostro aún atrapada entre la pared y sus brazos.
—Eres lo que más deseo, ángel.
— No te entiendo. Te incomoda que diga lo que siento por ti, me dices que no estoy lista para amarte, qué no eres el hombre correcto y luego me besas como si estuvieras desesperado. No logro entenderte Stephen. ¿Por qué quieres alejarme de ti?
— Es que aún...
— Aún ¿qué? Por favor, dímelo.
— Hay cosas que no sabes de mí. Y no quiero envolverte con todos mis problemas. En verdad tengo mucha mierda detrás, no sabes sobre mi pasado y no quiero que llegue a afectarte a ti— Stephen tenía sus manos sobre mi rostro, su voz escuchaba angustiada.
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Lista para amar - DISPONIBLE EN LIBRERÍAS
عاطفيةStephen Rusell no sabía que se había perdido a él mismo, creía que todo había sido culpa de ese hombre. El hombre que así como trajo destrucción a su vida, le dará lo único que podrá salvar su alma. Pero... ¿estará listo para sufrir las consecuenci...