Capítulo 22| C

1.1K 134 26
                                    

Camila

—¡No! ¡Por favor!— intentaba abrir mis ojos, alejarme de esos hombres pero eran dos y mucho más fuerte que yo. Seguía sintiendo que alguien me sostenía pero la voz era distinta, esta voz me tranquilizaba.

— Shh... ya pasó pequeña, estas a salvo— logré escuchar a Max, abrí mis ojos fijándome en el lugar que me encontraba— estoy contigo, estoy contigo pequeña— inmediatamente lo observé y supe que ya no estaba en ese lugar feo y oscuro. Mis lágrimas no tardaron en asomarse y esparcirse por mis mejillas. Abracé a Max y me devolvió el gesto sobándome la espalda e intentando calmarme.

— Max... —lloraba sobre su hombro y él no dejaba de susurrarme palabras bonitas para tranquilizarme— esos hombres me taparon la boca y-y me inyectaron algo dejándome inconsciente.

— Ya estas salvo, estás conmigo. No te harán daño, te lo juro— Max tomó un poco de distancia para llevar sus manos sobre mi rostro y secar mis lágrimas—Perdóname porque fue mi culpa, no debí descuidarme. No debí dejarte sola.

— No fue tu culpa— Max tenía los ojos llorosos, no sé porqué de pronto me había dicho eso. ¿Por qué se sentía culpable?— No sé de dónde salieron esos hombres, ninguno de los dos lo vimos. No es tu culpa Max.

— No debí perderte de vista. ¿Te hicieron algo? Puedes decirme ¿cómo pasó? ¿A dónde te llevaron?— asentí lentamente mientras me acomodaba sobre la cama y me di cuenta de que estábamos en la habitación de Stephen.

— ¿Y Stephen? ¿Dónde está?— me sequé las lagrimas escuchando atentamente a Max.

— Él...fue a comprar algo de comida. Tuvimos que llamar al doctor para que te revisara, estábamos preocupados y él te cambio de ropa. Tu ropa estaba sucia, estabas inconsciente. Stephen regresará pronto, no te preocupes.

— ¿ Cómo me encontraron? ¿Por qué esos hombres me llevaron?

— Robert, el hombre que estuvo frente al edificio la otra noche fue quién te trajo— no recordaba haber visto a ese hombre al lugar dónde me llevaron. Sin embargo la noche que lo vimos aquí, me dió un poco de temor.

— Cuándo bajé las flores sobre la tumba de mi abuela — era difícil para mí decir esa palabra ahora, sabiendo que no era mi verdadera abuela pero fue la única que realmente me amó — esos hombres aparecieron frente a mí. No me dieron oportunidad de gritar, rápidamente me taparon la boca y me amenazaron. Dijeron que dejará de resistirme, que cooperará porque podían dispararte si no hacía caso a lo que me decían.

— ¿Te lastimaron?— la preocupación de Max me conmovía porque lo sentía realmente como si él fuera mi familia. Negué con la cabeza para luego seguir narrándole lo ocurrido.

— Al salir de cementerio me subieron a una camioneta negra, allí quise defenderme e intentar gritar pero uno de ellos empuñó su mano sobre mi cabello jalándome con fuerza y me apuntó con su arma, me asusté mucho y le hice caso. Hasta que llegamos a un lugar abandonado, parecía una fábrica— recordar ese lugar de nuevo me provocaba escalofríos, estaba sucio y muy oscuro—No quería ingresar allí, yo... tenía miedo, mucho miedo. Alcancé a patear al hombre que me sujetaba y al hacerlo caí, no podía ver con claridad pero el lugar olía horrible, fue cuándo pude gritar pidiendo ayuda pero volvieron a sostenerme y a amenazarme. Y antes de seguir ingresando al lugar uno de ellos me inyectó algo. Luego de eso ya no sé qué ocurrió, no sé a dónde me llevaron.

— Afortunadamente Robert hizo lo correcto. Te trajo junto a nosotros, lo hizo porque estaba en deuda con Stephen y de alguna manera agradezco que haya sido así, sino te encontraba, si te perdía de nuevo, yo no sabría qué hacer. Yo...

Lista para amar - DISPONIBLE EN LIBRERÍAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora