Capítulo 12 |C

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— ¿Mamá?— mi madre estaba aquí, vino a verme. Parecía estar angustiada y haber llorado pero de seguro sólo era imaginación mía. Ella no ha llorado ni cuando murió mi abuela.

— Hija, tú amiga me avisó lo sucedido. ¿Cómo te sientes?

— Me-Mejor... ya estoy bien— Clara me dijo lo que me pasó en la madrugada y que le había dado un susto muy grande, apenas se fue, mi madre ingresó a la habitación.

— No debiste irte como lo hiciste, fuiste una imprudente. A causa de eso estas así. Y de seguro ese hombre tiene algo que ver.

— No puedo creerlo — había susurrado con mucho pesar, pues mi madre me echaba a mí la culpa de estar en esta situación cómo siempre lo ha hecho. Tuve la culpa de nacer con una insuficiencia cardíaca, la culpa de enfermar por no cuidarme, la culpa de que todo le salga mal a ella y sobre todo la culpa de haberle arruinado la vida al nacer. Algunas lágrimas salían sin mi permiso ante su actitud, de nuevo sólo estaba conmigo para reprocharme.

— Escucha hija, ese hombre no te conviene. Te lo dijimos tú pa-

— Por favor vete mamá, sólo vete. Ya me dijiste lo que querías ¿no? Pero te diré algo ahora, yo. Cómo siempre, la culpa sólo es mía. Lamento mucho haber arruinado tu vida, haber nacido defectuosa, lamento que nunca llegue a ser la hija que deseas. Y sobre todo lamento nunca poder ver el amor que esperaba de ti. Ya no tienes que seguir preocupándote por si cometo algún error, por si las personas hablen de ti o por si te dejo en ridículo por no cumplir tus expectativas. Te deslindo todo eso mamá, de todas esas cosas horribles que odias. Olvida que soy tu hija, que alguna vez tuviste una hija. Inventa alguna excusa ante tus amigas, después de todo eres buena en con eso. Con las excusas.

— No sé como ser una madre— mamá se acercó a mí tomando mi mano con la voz entre cortada— Ya perdí una vez... la esperaba con toda mi alma. No sabes cuánto pedí al cielo por tenerla conmigo entre mis brazos. Por cinco años pude ser inmensamente feliz, ella era la luz de mi ojos, el motivo de mis alegrías—mamá comenzó a llorar y no entendía de que me hablaba— Dios me la arrebató, me robó esa ilusión y la posibilidad de volver a ser una...— no terminó lo que iba a decir sin embargo continuo hablándome. Era la primera vez en mi vida que veía a mi madre de este modo, sincera, llorando y con un dolor que no se puede expresar— Cuándo llegaste a mí, creí... creí que tenía esperanzas de nuevo. Te quise, te quiero hija pero... nunca supe ser una madre.

— ¿Tu-tuve una hermana? ¿Mamá? Por favor dime ¿es eso lo que me estás diciendo?— mamá no contestó mi pregunta sin embargo continúo hablando.

— Siempre creí en él, en sus palabras, en sus acciones. Estuve perdidamente enamorada de tu padre. Inclusive cuando supo que te amaba más a que mi vida, él se encargó de alejarme de ti. Ha dicho tantas mentiras... ha lastimado tanto. Y no sabes cuánto maldigo el día que me perdí en él.

— Mamá no te entiendo, por favor no me hagas esto. Dime lo que sabes, no me hagas esto mamá. ¿Por qué papá me alejó de ti? ¿Por qué hizo algo así?

— Él, es un hombre enfermo. Tardé mucho tiempo en darme cuenta y hace poco lo supe todo. Perdóname por no haber sido la madre que merecías. Por haberte lastimado, por no haber estado presente en tu vida como debía de haber sido.

— Mamá... — no entendía porqué me decía todo esto. Hablaba con incógnitas y seguía diciéndome cosas que no lograba comprender.

— No cometas el error de entregar tu corazón a quién no lo merece. No cometas mi mismo error. No confíes en ese hombre, hija. Mucho menos en tu padre— se secó sus lágrimas recobrando la compostura que siempre lleva— si aún quieres vivir con tu amiga lo entenderé pero quiero que sepas que me mudaré, que me divorciaré de tu padre. Si... si quieres juntas podremos comenzar de nuevo. Permíteme enmendar mis errores hija.

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