Stephen
Sabía que mi alma se redimió desde el primer día en que mis ojos se perdieron en tu mirada, fuiste mi salvación y sobre todo sabía que serías mi perdición. Pero no me importaba porque por ti valía la pena, valía la vida entera. Y si tuviera que vivir cada una de las cosas que pasamos por estar a tu lado, lo volvería a vivir.
Sabía que ese día en que recibí el disparo, no iba a ser mi final, no, porque iba a luchar hasta el último respiro por permanecer junto a ti y nuestro bebé. Y así lo hice. Sin embargo esa noche...
La última noche que fuimos uno sólo, en que nos entregamos siendo únicamente tú y yo, esa noche supe que ese era mi final.Era la sentencia de una muerte lenta y segura, sin posibilidad a negociar con el tiempo, ni el destino. Dos enemigos que se volvieron en mi contra y no podrán remediar jamás, todo el vacío que ahora mi corazón siente.
— Aquí estás de nuevo, ¿qué? ¿Piensas emborracharte por la mañanas? ¿Crees que con eso vas salir adelante? — qué irónico, porque ahora lo único que deseo es regresar atrás, me reí sarcásticamente ante las palabras de Max.
— Déjame en paz Max, vete. Lo que haga o deje de hacer no es de tu incumbencia.
— ¡Me importa porque eres mi mejor amigo! Eres cómo un hermano para mí y sobre porque eres el padre de Bella, mi sobrina, ¡Tú hija! ¡Por Dios! No puedes seguir así Stephen, ¿deseas perderla también a ella? ¡¿Ah?! Dímelo y si es así, ¡yo mismo te quitaré a la niña! — Max me tomó por el cuello de mi polo haciéndome recordar que aún tenía un pedacito de ella, una pequeña parte de Camila pero que no podía ni si quiera mirar por sentirme el hombre más miserable del mundo.
— No puedo, no puedo estar cerca de ella ahora— me estaba quemando por dentro, algunas lágrimas retenidas nublaban mi visión y sólo el trago amargo que pasaba por mi garganta hacía que pudiera sentir menos peso sobre mí.
— ¡Te necesita! ¡Santo cielo! Abre los ojos por favor, es sólo una niña de un año. Han pasado seis meses Stephen, te hemos dado tu tiempo, tu espacio. Pero ya es hora de que regreses a la realidad.
— ¡Vete a la mierda! Lo sabías y no me dijiste nada ¡no me dijiste lo que estaba pasando con ella! ¡Es tú culpa! ¡Por tu culpa perdí a la mujer que amo! ¡¿Por qué carajos no me lo dijiste?! Ella no debió pasar por todo eso sola, yo tenía que estar con ella. ¡Le hubiese dado mi corazón si hubiese sido posible! ¡¿Por qué no me lo dijo?! ¡¿AH?! ¡DÍMELO!
— Stephen será mejor que te lleve a casa.
— No, no puedo verla. Cada vez que la miro, sus ojos, su olor, cada vez que intento acercarme a la niña siento que veo a su madre. ¡No puedo estar cerca de ella! No ahora— me eché a llorar cómo si fuese un maldito niño evocándola en mis recuerdos, mientras Max me ayudaba a pararme para salir de esa cantina.
— Tienes que superar su pérdida Stephen. ¿Crees que es fácil para nosotros? ¿Crees que mis padres han podido seguir sin ella? ¡No! ¡Pero lo intentan cada maldito día por esa niña! Nos necesita, te necesitará a ti por sobre todas las cosas. No puedes volverte un alcohólico y olvidarte de tu hija. ¡Compórtate cómo un hombre! Y toma las riendas de tu vida.
— Haré lo que se me dé la puta gana, sólo quiero morirme para estar con ella. No me importa nada.
— Éstas borracho, cuándo se te pase la cruda te darás cuenta de lo que dices no es cierto. Y que tanto esa niña cómo tú, se necesitan más que nunca. Ella no crecerá sin su padre, se lo juré y lo voy a cumplir— y ahí estaba yo de nuevo recordándola, ella me había hecho jurarle que cuidara a nuestra hija...
#flashback#
— ¿Qué dices de Isabella? Me gusta como suena, ademas podremos llamarla Bella.
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Lista para amar - DISPONIBLE EN LIBRERÍAS
RomanceStephen Rusell no sabía que se había perdido a él mismo, creía que todo había sido culpa de ese hombre. El hombre que así como trajo destrucción a su vida, le dará lo único que podrá salvar su alma. Pero... ¿estará listo para sufrir las consecuenci...