Capítulo 2

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Llegaba a casa de Nicky

Tenía puesto una camiseta pegada de mangas largas de color roja y de cuello alto junto a unos vaqueros azules oscuros y unas deportivas negras.

Pero esa ropa desapareció cuando estaba con Nicky.

Lo hacíamos en su cama.

Él estaba encima mía, llevábamos 10 minutos.

Le agarraba de su cintura por sus bruscas penetraciones.

Escuchaba a Nicky de decir las mismas groserías que siempre decía.

"—Me encanta tu coño, joder.—"

Siempre me decía eso.

Estaba excitada pero no lo suficiente.

Faltaba los preliminares.

Nunca había con Nicky

O con la mayoría de tíos que me he acostado.

Cerraba mis ojos sintiendo que Nicky se iba a correr dentro de mí y colocaba mi cabeza hacia la almohada para evitar escucharle de gritar pero era inevitable.

Se agarraba al cabecero jadeando y gritando a la vez.

—Oh, Dios.—

Acto seguido se corría dentro de mi y apretaba mis ojos sintiendo su corrida.

Nicky poco a poco se detenía respirando hondo y se apartaba de mi tumbandose a mi lado.

—Te prometo Erika que es el mejor polvo que he echado en mi vida.—

Ya claro..

Como si no le dijese a todas eso.

—Me encanta follarte, de verás, y no me canso hacerlo.—

Giraba mi rostro hacia a él mirándole y fingí una leve risa.

—Gracias, supongo.—

—No las des.—

Nos quedábamos en la cama un rato descansado hasta que decidí sentarme en la cama y vestirme.

—Creo que no iré a la fiesta que me dijiste, tengo muchas cosas que hacer.—

—¿Por qué no? ¿Vas a encerrarte en tu cuarto como siempre haces?—

—¿Que sabrás tu lo que yo hago?—

—Erika, llevamos dos años follando, y a la única persona que conoces es a mi.—

—Pues mejor para ti ¿no?—

Me levantaba de la cama vistiendome.

—Así sabes con tranquilidad que no puedes pegarte ninguna enfermedad.—

Nicky se reía levemente mirándome.

—Sabes que puedes follar con otros si quieres, yo no te lo prohibo.—

Asentí sin más.

—Ven esta noche, ¿si? Ven conmigo, por favor.—

Fruncia mi ceño mirándole fijamente y de repente se levantaba de la cama.

Me cogía del rostro lentamente y me daba un beso en mis labios.

—Ven, por favor.—volvía a repetir en mis labios mirándome a los ojos.—

Mantenía mi fruncido de ceño por su actitud tan rara y decidí asentir sin más.

—Genial.—

Nicky sonrió ampliamente apartándose de mi y decidió ir al baño para ducharse.

La InsatisfechaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora