Capítulo 22

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Los días se me hacían eternos sin Izan.

Todas las noches me dormía con un camiseta suya puesta para notarle lo más cerca posible.

Le echaba tanto de menos.

Asique intentaba despejar mis pensamientos en los estudios.

Pero de nada sirve por que todos mis pensamientos los ocupaba Izan.

Tomaba un bus para regresar a casa de Izan.

Entraba en la casa dejando la maleta en el sofá y de repente vi a Izan de salir del cuarto.

Abria mi boca de la sorpresa al verle.

—¡Sorpresa!—gritó al verme abriendo sus brazos.—

Corría hacia a él para abrazarle y le besaba con ganas tomando su rostro.

Él me seguía el beso sonriendo con las mismas ganas y me apartaba de sus labios.

—¿Por qué no me has avisado?—pregunte sonriente.—

—Quería que fuera una sorpresa.—

—Dios, como te he echado de menos.—

—Y yo a ti.—

Nos estuvimos besando y abrazando un largo rato como si no nos hubiésemos visto en cinco años.

Hasta que decidimos parar y pedir comida oriental.

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Estábamos en el sofá comiendo los tallarines picante que tanto le gustaban a Izan, mientras él me contaba su viaje por Milán.

—Me ha gustado más que Roma, es más bonita.—

—Roma es bonita pero veo que es aburrida y las calles son sucias.—

—Si que lo son.—

—¿Y que tal con las modelos, eh?—

—Modelos, sin más.—

—¿Alguna que te haya gustado?—

Negó con tanta seguridad que me lo creía

—Son aburridas y engreidas.—

—Vaya..—

Izan giraba su rostro para mirarme a los ojos y sonreírme.

—Dios, he echado tanto de menos tu rostro.—

—Eres un exagerado.—

Izan negaba rápidamente mientras estaba comiendo.

—Te prometo que no.—

Izan paraba de comer de repente, dando una palmada con sus manos y se levantaba.

—Te compre una cosa por el camino.—

Izan se dirigía hacia la cocina, y le esperé.

Volvía con una botella de vodka, y dos vasos dejándolo sobre la mesa.

—Me acordé de ti.—

—Te estás convirtiendo en un borracho, Izan.—

—Mira quién fue habla.—Izan abría la botella repentinamente, y la tenía en la cama.— ¿Quieres un chupito o no?—

—Está bien, pero tu bebe con tranquilidad eh.—

Izan asintió rápidamente echandome en el vaso como si fuera un chupito al igual que él.

Bebimos un par de chupito hasta que vi a Izan que tenía la cara roja como un tomate y le quitaba la botella.

—Déjame un chupito más.—

La InsatisfechaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora