Capítulo 39

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Izan

Mis suegros habían regresado de su fin de semana en el hotel y nosotros pasamos todo el día a fuera.

Erika no quería ver a su madre.

Yo no podía hacer nada, estaba en su ciudad, y tenía que hacer lo que Erika quería, no quiero decir que me moleste por que todo lo que quería era estar con ella.

Pero hay cosas que no me gustan.

Igualmente estoy enamorado y loco por ella, desde el primer día y sigo sintiendo lo mismo por ella.

No hay día que no piense en ella y eso que la tengo a mi lado.

No hay día que tenga ganas de abrazarla, besarla, mirarla..

Nunca antes había sentido algo así, dicen que el primer amor es especial por que haces cosas que nunca habías hecho.

Pero el segundo amor..
Haces las cosas por que quieres y las sientes.

Y se supone que es el amor verdadero, o eso dicen, yo lo creo sinceramente.

Estoy loco por Erika, sus ojos marrones, su coleta y sus lentes..

Ninguna mujer la superará.

Lo peor es que ella aún no me ha dicho que me quiere, aunque se que lo hace pero nunca lo dice y eso es lo que más me preocupa.

Nunca he oído de sus labios un te quiero y me gustaría oírlo, al menos para asegurarme de que lo hace..

Por qué yo la quiero.

******

Regresamos a su casa, era bastante tarde y Erika estaba ebria.

Tenía que fingir que estaba bien, pues la llevé a su habitación para que durmiera y yo iría al baño para hacer pis pero por el pasillo me cruzaba con mi suegra.

Ella se detenía al igual que yo.

—Buenas noches, señora.—

—Buenas noches, Izan, que tarde habéis regresado ¿no?—

—Si, nos entretenimos hablando con Luna y su pareja.—

—Ya, pues yo necesito hablar contigo ahora mismo, a si que quiero que bajemos a la cocina.—

—De acuerdo pero antes debo de ir al baño.—

—Vale, te espero abajo.—

Mire como se iba la madre de Erika hacia abajo y yo me dirigia hacia al bo para hacer pis.

¿Que tendría que hablar conmigo?

¿Sobre qué?

Esto me preocupaba realmente.

Cuando termine de hacer pis, bajaba hacia la cocina donde la madre de Erika me dijo y me adentraba en la cocina.

Ella estaba sentada, esperándome.

—Siéntate, Izan.—

Hice lo que ella me dijo, me senté frente suya un tanto nervioso.

—Dime de qué quiere hablar, señora.—

—Seré directa por que no me gusta perder el tiempo.—dijo respirando hondo y luego lo soltaba.— ¿Tu te drogas?—

—¿Perdón?—

—Que si te drogas, es lo que te he preguntado.—

—No, claro no, ¿de dónde saca usted esa idea?—

La InsatisfechaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora