Desperté sintiendo sudores por mi frente y abría mis ojos lentamente.
Seguro que era los efectos secundario de las pastillas que había tomado.
Había dormido, había recordado justamente ese día que dijo que si acabáramos se mataría.
******
Volvía a Francia para alejarme de todo.
La muerte de Erika había sido muy reciente, si me quedaba por las cercanías de allí me volvería más loco y necesitaba encontrar paz.
Habia llegado al apartamento que ya tenía visto y hablado con mi casero.
Era pequeño pero no me importaba.
Solo yo estaría viviendo aquí.
Lo primero que hice fue ir al baño, tenía bañera.
Luego daba una vuelta por la casa y me dirigía a la habitación dejando la maleta en el suelo.
Suponía que tenía que empezar una nueva vida aunque no se de donde sacaré las fuerzas.
******
No estaba trabajando.
Me mantenía del dinero ahorrado que tengo por el trabajo que tenía en México.
Me pagaron demasiado por fotografiar a cada persona que me pedía un reportaje.
Lo que hacía todos los días era estar en la habitación, llorar, y mirar las fotografías de Erika.
Estaba recordando la época que viví con ella en París.
Estuvimos distanciados en ese entonces pero cuando regresamos a Estados Unidos volvimos a estar como siempre.
Siempre estuvimos bien, pero me quedaba mirando a la cama que estaba vacía y solo sabía llorar.
Decidí dejar la cámara hacia un lado, coger una pequeña botella de vodka que la guardaba en un cajón de la mesita de noche y la sacaba.
Tambien sacaba una pastilla, creo que era extasis.
Nunca había probado las drogas pero el chico que me la vendió me dijo que me sentiría bien.
La mezcle con el alcohol, y di un trago largo.
Dejaba la botella en el suelo, me tumbe en la cama y colocaba mi mano en la frente.
A mi esto no me hacía nada.
Mantenía mis ojos abiertos al techo, pensando.
Dejé que pasaría bastante rato hasta que mi cabeza comenzó a marearse y mis pensamientos se comenzaban a distorsionar.
Había como una voz que me hablaba, sería mi subconsciente tal vez.
Apenas podía abrir mis ojos de la mezcla que tomé.
Escuchaba el viento más fuerte que nunca.
Pero para mis oídos era agradable.
Sonreí poco a poco por el ruido y mantenía mis ojos cerrados.
Erika..
Te quiero aquí, conmigo, quiero sentir el tacto de tus manos sobre mis brazos.
El calor de tu cuerpo sobre el mío.
Tus dulces besos sobre mi barbilla, y tu adorable sonrisa contra mi boca.
Erika, quiero sentirte.
Quiero sentir tu brazo rodeando mi cuerpo y escuchar tu voz por la habitación.
Erika, ¿puedes sentirlo al igual que yo?
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La Insatisfecha
RomansErika es una joven de 22 años. Está en su segundo año de carrera. Es una chica guapa, con sus virtudes y defectos. Su único problema es que nunca se ha sentido satisfecha en sus relaciones sexuales o casi nunca. Erika vive frustrada y a la vez vacía...