Capítulo 14

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Al despertarme aún continuaba sintiendo los temblores.

Izan estaba de rodillas en la cama tomando de mi mano y me miraba fijamente.

Apretaba mis dientes por aquellos temblores.

—¿Cuando va a parar esto?—

—Tendrás que pasar el mono dos o tres días pero estoy contigo.—

—Siento que me muero.—Dije con la voz entre cortada y temblando.—

—No, son los efectos secundarios, Erika no tomes más de esa mierda.—

Nunca había visto a Izan tan serio como ahora.

—El corazón..—

—No te va a pasar nada.—

Izan daba un beso en mi frente intentando calmarme.

—Estaré contigo.—

—¿Por que pienso en cosas tan feas? ¿Que me esta pasando?—

—Tienes alucinaciones, háblame, piensa en algo bonito y respira hondo.—

Intentaba distraerme pero no podía, me ponía a negar pero él me tranquilizaba chisteando y decidir respirar hondo.

Luego cerraba mis ojos apretando de su mano.

—Cuando desperté en tu cama y me besabas el vientre.—

—¿Que ocurre con eso?—

—Me gustó despertar de esa manera.—

—¿Ah, si? Ya sé como despertarte a partir de ahora.—

Escuche a Izan de reírse de manera dulce.

Eso hacía calmar mis temblores aunque no los quitaba.

—Dime otro momento.—dijo.—

—La primera vez en la ducha, me dijiste que.. que yo era arte sin haberme visto sin ropa.—

—Lo recuerdo y es cierto, aunque ahora.. estés desnuda.—

—Que vergüenza..—

—¿Vergüenza? Me encanta tu cuerpo.—

Izan dio un beso a uno de mis pechos siendo un gesto cariñoso y se reía.

Yo sonreía aunque seguía temblando.

—La primera vez que lo hice con mi novio.—

Izan se quedó callado pero no paraba de hablar.

—¿Recuerdas aún tu primera vez?—

—Fue a mi dieciséis y me gustó mucho.—

—¿Era muy romántico?—

—Más bien fue delicado, pero también era romantico.—

—¿Lo sigues queriendo?—

Negué rotundamente.

Izan suspiro tocando mi rostro.

—Voy a pedirte que descanses, cuando te despiertes te meteré en la ducha otra vez.—

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Al tercer día ya me encontraba mucho mejor.

Me despertaba junto a Izan que estaba en mi cama.

Él estaba agotado, le escuchaba de roncar pero me reía.

Le acariciaba su rostro, contemplando su belleza.

La InsatisfechaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora