3 meses después
Ya era Noviembre.
El mal tiempo había llegado.
Los vaqueros y camisetas largas.
Abrigos y mantas que te dieran calor.
Paraguas para evitar mojarte.
Medicamentos para curar resfriados.
Lo que no había llegado aún era una llamada de Izan, ni si quiera él aún había vuelto pero tenía esperanzas.
Sin embargo, mi día a día era más difícil de continuarlo aunque tenía que hacerlo.
No podía negar que estaba triste y que echaba muchísimo de menos a Izan.
He necesitado más de una vez a Izan incluso le sigo llamando a día de hoy aunque él no lo coga.
Pero más de una vez he necesitado a Izan que me abrazara, en días que he estado triste he necesitado sus besos, o incluso que me mirase..
Pero no está.
Se que tiene que volver, lo sé.
******
Me encontraba trabajando en otra cafetería cerca de la universidad por la tarde.
Había un chico en la barra cuando me había dado la vuelta y me acercaba a él.
—Buenas tardes, ¿que va a pedir?—pregunté.—
—Un capuchino con nata.—
—Marchando.—
Fui hacia la máquina de cafés para prepáralo y tarde cinco minutos.
Regresé dejándole el café en la barra y me detenía.
—Me suenas mucho, ¿no te llamas Erika?—
Subía mi rostro aquel chico.
—Si, ¿de que me conoces?—
—Michael, ¿no te acuerdas? En la fiesta de inicio de curso.—
—Michael.—dije su nombre intentando recordar.—
—Si, una tal Miranda nos presentó que yo estaba en su clase.—
Seguia intentando recordar hasta que llegue hacerlo y sonreí.
—Vale, ya recuerdo.—dije repentinamente con una risa leve.— Hace mucho que no te veo.—
—Si, es que deje de ir a clases.—
—¿Y eso?—
—Me puse a trabajar y tengo que dar dinero a casa.—
—Vaya, ¿y no regresaras?—
—Por ahora no, no hasta que mi padre consiga trabajo.—
—Ya tendrás tiempo.—
—Si, ¿y tu sigues yendo a la universidad?—
—Claro, este año tengo que aprovecharlo si o si.—
Observe como Michael tomaba de su capuchino y se manchó sus labios de nata, se relamio sus labios.
—Es verdad, recuerdo que repetiste curso o eso dijiste.—
—Si, repetí.—
—¿Y eso por qué?—
Alzaba mis cejas por su sed de curiosidad.
—Es una larga historia y además, no te conozco lo suficiente para contarte de mi.—
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La Insatisfecha
RomansaErika es una joven de 22 años. Está en su segundo año de carrera. Es una chica guapa, con sus virtudes y defectos. Su único problema es que nunca se ha sentido satisfecha en sus relaciones sexuales o casi nunca. Erika vive frustrada y a la vez vacía...