Los personajes pertenecen a Chinomiko, yo solo me he inventado la historia y he modificado algo de la personalidad de los persojes. Espero que os guste y por favor si os gusta comentar y votar, ya que es mi primera obra y os lo agradeceria de verdad.
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Después de dos años sin verlo, Ken apareció ante mí, en el nuevo instituto, en la misma clase. Pero ya no era mi Ken.
Estaba cambiado, ahora es alto y todo musculado, se notan los dos años que paso en la escuela militar. Se ha vuelto guapo y lo sabe, ya no lleva las gafas de culo de botella que usaba antes y muestra al completo sus ojos esmeralda, el corte de pelo es más moderno y le favorece más.
Pero todo eso no me importa, yo quiero a mi Ken, no a esto en lo que se ha convertido haciéndose llamar Kentin. Quiero a mi Ken tímido y cobarde que siempre me seguía y me ayudaba, el que siempre me hablaba, el que no me dejaba sola ni un momento. Lo echaba de menos, echaba de menos su sonrisa de niño, el brillo de sus ojos a través de sus gafas. Sus temblores al intentar protegerme de los chicos de la clase. Lo echaba de menos todo y no quería acostumbrarme a este nuevo “Kentin”.
Ya llevaba seis meses en el instituto, y como todos los días nos volvíamos juntos a casa, ya que éramos vecinos y como cuando éramos pequeños lo seguíamos haciendo. Nos llevamos bien, no lo negare, pero no puedo mirar a sus fríos ojos sin recordar lo que fue antes. Cuan mal le había hecho la escuela militar.
- Oye Akane, hoy estas muy rara. – dice con su voz también más grave y dura que antes. – Es debido a que en seis días ya serás mayor de edad.
- ¡Es este domingo ya! – grito volviendo a la realidad y algo sorprendida a que él recuerde la fecha de mi cumpleaños.
Dos años atrás, antes de irse a la academia me regalo un muñeco de peluche diciendo que ya que no me lo podría dar el día exacto quería que lo tuviera para que siempre supiera que se acordaba de mí. Ese mismo peluche corona todos los días mi cama. Me vio mirarlo en un escaparate, lo miraba porque se me pareció a él, un cachorrito con ojos grandes y esmeralda que detonaban ternura. Él me lo regalo sin saber eso.
- No me creo que no hayas cambiado nada en todo este tiempo. – dice abriendo la puerta del portal. – Sigues igual de pava que entonces.
Sé que lo hacía en coña y no quería ofenderme, pero sus palabras me atravesaron el corazón provocándome un terrible dolor.
- Yo prefiero seguir siendo quien soy en vez de dejar que los demás decidan por mí. – digo amenazante.
- ¿Lo dices por Nathaniel? – lo que no había perdido de Ken era su parte ingenua. – Es verdad, sus padres dan miedo, y yo me quejo del mío…
- Tu padre los podría dejar por los suelos con una mano.
Resignada le seguí el juego, no servía de nada hablar de esos temas, el no me quería y si en algún momento del pasado lo hizo ya no quedaba nada de esos sentimientos en él.
- Y yo con un solo dedo.
- Eso no te lo crees ni tú.
- Te lo demuestro cuando quieras. – dice orgulloso.
- Me acordare de ello.
Salimos del ascensor en nuestra planta, que es la misma y nuestras puertas están una frente a la otra. Saco mis llaves de la mochila y me dispongo a abrir la puerta cuando Ken, bueno Kentin, me corta.
- ¿Quieres algo especial para tu cumpleaños?
Por un momento, con el leve sonrojo que se forma en sus mejillas vislumbro al antigua Ken.
- Ya que no pude regalarte nada por dos años había pensado en compensarte.
- No hace falta, no necesito nada.
Mentía claro, lo que quería era que volviera el antiguo Ken y dejara esta fachada o lo que fuera de Kentin.
- Insisto, quiero hacerlo. – dice clavando sus esmeraldas en mis ojos.
- Entonces hay algo, quiero llamarte Ken de nuevo.
- ¡No! ¡Ya te he dicho mil veces que no me gusta ese estúpido nombre infantil! – frunció el ceño cabreado.
- ¡Pues a mí me gustaba ese estúpido e infantil Ken! – grito sin pensarlo y abro la puerta de casa en un movimiento rápido dejando atrás a un Kentin sorprendido y en shock.
El piso este vacio, mis padres no llegan hasta la hora de cenar, ambos trabajan en el hospital y terminan a la misma hora. Tiro la mochila al suelo de mi habitación y salto a la cama. Me abrazo las rodillas y me quedo en posición fetal pensando en lo que acabo de decir. Soy una autentica estúpida, no quería decir eso en voz alta y menos a él directamente. Mi cabeza da vuelta y no sé qué hare mañana para ir juntos a clase. Entonces caigo en la cuenta de que voy a comer a casa de Kentin, como su madre no trabaja acordamos que iría a comer siempre a su piso. Como sincronización pican al timbre y me levanto para abrir. Es Kentin.
- Cabeza hueca. – espeta. - ¿Vienes a comer o qué?
Actúa como si nada hubiera pasado. Es normal, no le importo del mismo modo que a mí me importa él.
- Lo siento, se me había olvidado. – digo cogiendo las llaves y cerrando la puerta.
Entramos en su piso, la mesa ya está preparada y Yuna, su madre me sonríe. Se parece muchísimo a Ken, con unas gafas idénticas a las que llevaba en ese entonces, su pelo castaño cortado a la misma medida y sus ojos esmeralda. Aun se parecen mucho, y es una alegría, no quisiera imaginarme a Ken como su padre. El solo pensarlo me produce un escalofrió.
- Hola Akane, querida. – dice contenta. – Sentaros, ya está todo listo.
Yuna es una cocinera de primera, todo lo que prepara esta delicioso. Kentin y yo engullimos los macarrones mientras escuchamos el telediario de fondo. Yuna come con más parsimonia prestando atención a la tele.
Al acabar de fregar me despido de Yuna con dos besos excusando con que tengo cosas que hacer en casa. Cuando la verdad es que no quiero estar más rato con Kentin.
- Hasta mañana. – les digo a los dos.
- Hasta mañana Akane. – dice alegre Yuna.
- Adiós. – dice el frio de Kentin.
No, en definitiva no me creo que haya cambiado tanto en dos años, y encima para convertirse en alguien tan frio y despreocupado. Es imposible que alguien dulce y alegre como Ken se haya convertido en él. El problema es que me gusta también él Kentin de ahora, porque sé que a veces, inconscientemente se le escapan expresiones o comentarios del antiguo Ken.
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La sombra de Ken [CdM FAnfic]
FanfictionAkane está a punto de cumplir los dieciocho años y su único deseo es que el Ken de él que ella se enamoro vuelva de detrás de la fachada de chico duro que ha adoptado como Kentin. Pero la semana de antes las cosas se empiezan a torcer de manera ine...