Capítulo 3

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El sol había caído hacía horas. El avión se encontraba prácticamente sumido en la penumbra, la gran mayoría de los pasajeros dormían y solo se escuchaban leves ronquidos, además del ir y venir de pasos lentos, pertenecientes a aquellos incapaces de conciliar el sueño.

De tanto en tanto se podía encontrar alguna luz encendida sobre un par de asientos y alguien ojeando un periódico o leyendo algún libro. Alison recorría artículo por artículo la típica revista que todos los aviones incluyen junto con las instrucciones de qué hacer en caso de emergencia.

La rubia no había dormido ni media hora seguida, se preguntaba en que instante el cansancio la atacaría y la dejaría completamente fuera de combate, quizás en mitad del aeropuerto, o justo cuando llegasen a su verdadero destino. De momento la adrenalina la estaba manteniendo en alerta, con la mente funcionándole a cien por hora, imaginando innumerables escenarios en los que A hacía una entrada estelar antes de que se le ocurriese iniciar una nueva vida.

Estaba tensa, pasando las hojas de la revista cada vez más rápido, saltándose frases y moviendo la pierna derecha que había cruzado sobre la izquierda a un ritmo que empezaba a ser preocupante. De repente, algo le rozó el brazo. Saltó involuntariamente y miró a su izquierda. Emily llevaba removiéndose en su asiento un buen rato, cambiando de posición con los ojos cerrados, lanzando suspiros incómodos. Ella tampoco había sido capaz de dormir en condiciones durante todo el trayecto.

- ¿Quieres que apague la luz? – Le preguntó en un susurro, y esta vez fue la morena la que saltó en su asiento, abriendo los ojos de par en par.

- No, no… tranquila, es el asiento, es imposible encontrar una posición en la que dormir. – Refunfuñó mientras se removía un poco más.

Alison puso los ojos en blanco, cerró la revista y se alzó para apagar la luz. Emily le agarró el brazo.

- No hace falta que la apagues… - La rubia miró la mano de la morena, alzó una ceja y estiró el brazo, presionando el botón que tenía sobre su cabeza, cubriéndolas de oscuridad.

- Yo también quiero intentar dormir, lo necesito. – Pero la verdad era que aquellos ojos oscuros que tenía al lado estaban tremendamente cansados y al menos una de las dos debía de estar suficientemente descansada para reaccionar a los improvistos que pudiesen surgir.

Emily no protestó, dejó que sus ojos se acostumbrasen a la oscuridad e intentó relajarse un poco. Toda la incomodidad que no le permitía dormir no era únicamente debida a ese horrible asiento. El hecho de tener a Alison allí, ser consciente de que estaba huyendo con ella hacia Dios sabía dónde y no tener ni idea de lo que pasaría durante los próximos cinco minutos la tenían al borde de un ataque de nervios.

Vio como la rubia se acurrucó contra la ventana, que mostraba un vacío negro e insondable. Podía intuir algunos rasgos de su rostro, el cual distaba mucho de estar tranquilo, relajado o dispuesto para dormir. 

Y aquella imagen, aquel perfil que estaba al alcance de su mano, le recordó cierta noche en cierta cama, justo después de que cierta persona regresase prácticamente de entre los muertos. Se le aceleró el pulso.

Casi recordaba más nítidamente que lo sucedido la noche anterior como la rubia se había vuelto hacia ella entre las sábanas y como, con ese movimiento, se había acercado casi imperceptiblemente hacía ella, permitiéndole casi sentir el calor de su cuerpo. Recordó su suave respiración sobre su piel, sus ojos mirándola, sus labios dándole la sonrisa más sutil e invitadora que jamás le habían ofrecido. Y ella, intentando no temblar de arriba abajo, siendo consciente por primera vez de que Alison estaba realmente viva, que respiraba, y que había vuelto.

Y ahora volvía a tenerla allí, tan cerca, tan de carne y hueso… y ella volvía a dudar, volvía a cuestionarse si podía tocarla…

- Tengo que preguntarte algo. – Dijo la morena. Alison abrió los ojos. – Yo… no quiero asumir nada por estar aquí o por… por lo que pasó anoche. – Le daba miedo hacer la siguiente pregunta, le aterrorizaba. – Ali… ¿qué hay entre nosotras?

Contra todo el desencanto que pudiera haberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora