Capítulo 12

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- Así que no llevas mucho tiempo por aquí. – Emily negó con la cabeza mientras doblaba una servilleta cuidadosamente, haciendo coincidir sus esquinas superiores. - ¿De dónde vienes?

- De Los Ángeles. – Respondió la morena y vio como Chloe la miraba con entusiasmo.

- Yo siempre he querido ir a Los Ángeles.

Les quedaban veinte minutos para terminar las mesas y dejar el salón preparado para la noche, antes de bajar a las cocinas. Esta vez Emily había venido preparada, con libreta y bolígrafo (ambos prestados por Chloe). Después de casi una semana allí ya parecía empezar a hacerse al lugar.

El inicio de la semana había sido un poco caótico. Chloe se había convertido en su “instructora” y le había estado dando consejos de todo tipo, presentándole a todo el mundo, intentando que se sintiese lo más cómoda posible. Era como ser la alumna nueva en el último curso de instituto: tú no conoces a nadie pero todos se conocen entre sí.

El momento más temible para la morena seguía siendo el de la presentación del menú, porque aún no entendía ni una palabra de francés, pero sí que era cierto que solían seguir un patrón a la hora de nombrar los ingredientes y Chloe le había presentado a un par de pinches que se peleaban por su atención cada noche, intentando hacerle entender lo que los grandes chefs decían a toda prisa.

Ya estaban a viernes y le habían avisado de que el restaurante tendía a saturarse de cara al fin de semana, pero por el momento todo estaba en calma, la gente no parecía más nerviosa de lo normal, aunque Chloe se estaba empezando a soltar con ella, quizás demasiado.

- ¿Y te has venido aquí tú sola? – Eran preguntas básicas, pero la chica no había tenido oportunidad en toda la semana de hablar con ella tranquilamente y aquella noche parecía estar recuperando el “tiempo perdido”.

Emily quería suponer que era por la novedad de tenerla allí como novata, pero su compañera era, definitivamente, una amante de la palabra hablada. La morena ya sabía qué hacía 6 años que había llegado a París, junto con sus padres, pero que estos ya no vivían con ella, si no que habían regresado a San Francisco, donde la chica había nacido 22 años atrás. Conocía París como la palma de su mano y había pasado por todos los puestos de trabajo imaginables: limpiadora, reponedora, costurera, monitora y un sinfín más. Hasta que la contrataron en La cuisine du le monde, donde consiguió establecerse. Por lo que contaba, no se le daba bien eso de mantener los puestos de trabajo. Antes de anclarse al restaurante durante 3 años seguidos, lo máximo que había durado en un mismo sitio habían sido dos meses. Tenía un pequeño piso de una habitación en una avenida cercana y lo compartía con un gato gris con heterocromía. Se consideraba independiente y, después de un intento fallido en el área de ciencias, estaba decidida a licenciarse en una de las mejores escuelas de cocina de Francia… algún día.

- No, no he venido sola. – Contestó Emily escuetamente y la otra chica le alzó una ceja de interés. – Estoy con mi novia.

Notó un revuelo en el estómago cuando lo dijo. Mariposas adormecidas que volvían a la vida cuando pensaba en Alison. Y es que aquella era la primera vez que le decía a alguien que estaba con ella, que eran pareja. Y… bueno, para qué negarlo, también era la primera vez que no le importaba en absoluto declarar que estaba con una chica frente a un desconocido. No es que en Rosewood se hubiese escondido, pero sabía que no se le habría ocurrido decirlo delante del vecino que siempre había vivido en frente de su casa, por la razón que fuese, no era lo mismo.

Chloe le sonrió.

- Que romántico. – Le dijo ella y Emily se sonrojó. Parecía imposible pero, hasta ese momento, no se le había ocurrido pensarlo así. Las dos se habían fugado para vivir juntas, en París, ¿había algo más romántico que eso? - ¿Lleváis mucho tiempo juntas?

Contra todo el desencanto que pudiera haberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora